Lado B
Salir por arriba
En esta semana que pasó en la que estuve participando en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa (XIII CNIE) en Chihuahua, tuve oportunidad de leer el libro La reforma en marcha. Emoción y desconcierto en tiempos de Francisco, del periodista corresponsal de Notimex en el Vaticano Andrés Beltramo Alvarez, que se presentará en la UPAEP el próximo viernes 27 de noviembre a las 18 hrs., en el edificio de posgrados.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
24 de noviembre, 2015
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“De todo laberinto se sale por arriba”.

Leopoldo Marechal.

Citado por Andrés Beltramo. La reforma en marcha.

[dropcap]E[/dropcap]n esta semana que pasó en la que estuve participando en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa (XIII CNIE) en Chihuahua, tuve oportunidad de leer el libro La reforma en marcha. Emoción y desconcierto en tiempos de Francisco, del periodista corresponsal de Notimex en el Vaticano Andrés Beltramo Alvarez, que se presentará en la UPAEP el próximo viernes 27 de noviembre a las 18 hrs., en el edificio de posgrados.

Hago referencia a la lectura de este libro debido a que hubo una frase que llamó poderosamente mi atención, porque creo que es aplicable al debate sobre la reforma educativa que estuvo presente -como era de esperarse- a lo largo de este congreso de investigadores educativos y que mostró una vez más el nivel de entrampamiento en el que estamos.

Se trata de una frase del Papa Francisco que se encuentra en el capítulo que analiza su papel como líder y mediador en los conflictos internacionales de estos últimos años: “Cuando un conflicto se encuentra entrampado se requiere subir un escalón, alzar el nivel del debate. Solo así pueden encontrarse vías de solución”. Beltramo relaciona la cita del Pontífice de la Iglesia Católica con el fragmento de Marechal que sirve de epígrafe y da título a esta columna.

Después de lo vivido en varios de los espacios del congreso nacional y de la polarización que se respiró en el ambiente sobre todo los dos primeros días de actividades pero que no cesó en los días subsecuentes aunque bajó de intensidad, me parece que esta frase puede aportar elementos para pensar una salida eficaz a este debate cada vez más estéril entre un sector de investigadores y analistas apasionadamente opuestos a la reforma educativa en marcha y por ello cerrados a escuchar cualquier argumento técnico o académico que explique los avances y limitaciones del proceso de instrumentación de la evaluación docente; una autoridad educativa federal que cada vez endurece más su posición y envía mensajes más autoritarios a los opositores a la evaluación; un grupo de investigadores que tratan de hacer análisis crítico y desapasionado de la reforma planteando sus elementos positivos y sus riesgos y errores sin ser leídos ni escuchados lo suficiente; un consejo del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) atrapado entre las exigencias de la ley, los condicionamientos de la SEP y la cerrazón de los sectores magisteriales y académicos opuestos “por convicción” a la reforma; unos medios de comunicación que desinforman y exacerban la polarización y una opinión pública confundida por tantas versiones encontradas y visiones contradictorias, parciales y muchas de ellas sesgadas ideológica y políticamente.

Hago primero un intento apretado de resumen de lo ocurrido en el congreso en los espacios que se ocuparon del tema de la reforma educativa –porque el congreso tuvo presentaciones de más de mil doscientas ponencias de diversos temas, dieciséis conferencias magistrales, muchos simposios y presentaciones de libros, etc. en varias sedes- en los que se evidenció este empantanamiento de la discusión.

Hubo durante el congreso una conferencia magistral de Alberto Arnaut -que se convirtió por cuestiones no previstas en la conferencia inaugural- sobre el desarrollo de la profesión docente en México, una mesa de análisis con la participación de Pedro Flores Crespo, Manuel Gil Antón, Carlos Ornelas y Magdalena Mancilla para hacer un balance crítico de la reforma educativa en marcha, un conversatorio en el que participaron los consejeros del INEE: Sylvia Schmelkes, Margarita Zorrilla, Teresa Bracho, Eduardo Backhoff y Gilberto Guevara Niebla para plantear la visión del instituto y las acciones que han llevado a cabo y deslindar sus responsabilidades respecto a las de la SEP y finalmente, surgió de manera extraoficial un comunicado redactado por el Dr. Gil Antón y un grupo de académicos que se circuló para solicitar firmas de los participantes y recabó un buen número de ellas –aunque no mayoritario- para convertirse después en una iniciativa que se puede firmar en change.org y que están circulando algunos de los investigadores y profesores afines al extremo radicalmente opuesto a la reforma.

[pull_quote_right]De manera que la frase del Papa referida a la necesidad de subir un escalón y elevar el nivel del debate resulta muy pertinente si realmente se quiere salir del entrampamiento de la discusión sobre la reforma educativa.[/pull_quote_right]

En todos estos espacios se vivió la dinámica ya señalada en la que por un lado hubo académicos y un cierto número de participantes –más que investigadores, docentes normalistas de Chihuahua y otras entidades que se inscribieron como asistentes al congreso- que expresaron discursos muy radicales de oposición en los que hubo más adjetivos que argumentos y datos técnicos que incluso llegaron a la descalificación y el insulto a los consejeros del INEE y a los gritos de consignas y salida grupal del conversatorio en un tono de asamblea o mitin político francamente opuesto al clima que debería prevalecer en un congreso científico. Por otra parte hubo ponentes académicos –incluyendo a los consejeros del INEE- que trataron de hacer análisis técnico, metodológico, teórico y político del estado de la reforma pero fueron poco escuchados y malinterpretados por los opositores.

Desde mi punto de vista, el estado de estancamiento del debate y el desgaste que conduce al intercambio estéril de puntos de vista se debe a algo que se ha señalado como una limitación estructural de la reforma y que se ha planteado en diversas ocasiones en este espacio: el centrar todo el contenido y el esfuerzo de la reforma en la evaluación y en el establecimiento del Sistema Profesional Docente (SPD).

Como aquí se ha señalado, la evaluación de profesores, directores y supervisores y la construcción del SPD es una condición necesaria –para acabar estructuralmente con el control discrecional de las plazas por parte del SNTE y la CNTE y establecer un sistema basado en el mérito con la consecuente recuperación de la rectoría educativa por parte del Estado- pero no suficiente para realizar una auténtica reforma educativa.

Este es un proceso muy complejo en lo técnico y operativo pero además con muchas dificultades de carácter político para su instrumentación, por lo que se entiende la enorme inversión de recursos y personas y el gran énfasis que se ha puesto en él para lograr que gradualmente se vaya transitando a una nueva estructura organizativa del sistema educativo en lo laboral, que ponga las condiciones mínimas necesarias para de ahí partir hacia la instrumentación de políticas educativas orientadas a la mejora de la calidad sustentadas en el análisis de los resultados de la evaluación de alumnos y profesores.

Sin embargo este énfasis casi obsesivo de la autoridad educativa en el tema de la evaluación ha hecho que la SEP vaya posponiendo elementos que son indispensables para construir una verdadera reforma educativa, tales como la formulación del nuevo modelo educativo que orientará los esfuerzos y dará sentido a los procesos incluyendo al de evaluación, la revisión curricular de todos los niveles educativos, la reforma profunda de las normales para garantizar una formación inicial de docentes a la altura de las exigencias de los tiempos, la formulación de un proyecto de formación continua para los docentes de los distintos niveles y modalidades y para los directores, apoyos técnicos y supervisores, la mejora de la infraestructura y equipamiento escolar, el impulso a la reforma estructural del sindicato de maestros para volverlo una organización realmente democrática y moderna, etc.

Esta posposición o aplicación lenta y no suficientemente comunicada de los demás elementos indispensables pone en riesgo el éxito de la reforma que puede quedar truncada o volverse simplemente, como lo dicen los opositores y están llegando a concluir analistas críticos más objetivos, un mecanismo no de recuperación de la rectoría educativa por el Estado sino de nuevo control corporativo por parte del gobierno priista.

Del lado de los opositores radicales, a pesar de su crítica, todos los discursos se centran también de manera exclusiva en la evaluación, es decir,  en presionar para la eliminación de los procesos de evaluación docente sin reconocer siquiera la arraigada corrupción y total inoperancia del sistema de otorgamiento de plazas y promociones previo a la reforma educativa, con lo que parecen estar en contra de la transparencia y la rendición de cuentas y de la creación de un sistema basado en el mérito de los profesores y no en sus relaciones sindicales, en favores personales de diversa índole o en sus posibilidades económicas para comprar un puesto de trabajo.

De manera que la frase del Papa referida a la necesidad de subir un escalón y elevar el nivel del debate resulta muy pertinente si realmente se quiere salir del entrampamiento de la discusión sobre la reforma educativa.

Subir el nivel del debate, encontrar una salida del laberinto por arriba, esta es la necesidad que desde mi punto de vista se evidenció durante el XIII CNIE. ¿Habrá alguien del lado del gobierno con la sensibilidad y la inteligencia para proponer este escalón y plantear elementos para elevar el nivel del debate? ¿Existirá algún académico entre los opositores radicales capaz de ayudar a salir del discurso de victimización de los docentes y elevar el nivel del debate, encontrar esta salida por arriba?

Ojalá lo veamos. Por el bien de nuestra educación y la construcción de un mejor futuro para el país.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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