Lado B
Desindexación de salario mínimo, sin efectos reales en el poder adquisitivo: Ibero
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
24 de noviembre, 2015
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Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

A finales de octubre de este año el Senado de la República aprobó el dictamen de desindexación del salario mínimo como referente, creando la Unidad de Medida y Actualización (UMA), que en teoría serviría para aumentar el ingreso mínimo de los mexicanos y su poder adquisitivo. Con esta reforma se pretende que el salario mínimo deje de ser el referente legal para más de 2 mil disposiciones legales, como multas de tránsito, pagos de hipotecas y subsidios.

Teóricamente la indexación funcionaba pues el aumento de los salarios mínimos iba de la mano con la inflación esperada para el siguiente año, lo que permitiría que el cobro de los pagos se mantuvieran de manera constante con el ingreso nominal de cada trabajador.

Sin embargo, de acuerdo al análisis del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla, la desindexación del salario mínimo no incrementará el mismo ni tampoco el poder adquisitivo de los ciudadanos.

Miguel López, investigador del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla, dijo que este acto sirve sólo como una ayuda provisional, como un intento de detener la discusión en torno a la pérdida del poder adquisitivo en el país y la agudización de la pobreza.

En 1976 la tendencia a la alza del salario mínimo en el marco del Modelo de Desarrollo Estabilizador llegó a su punto máximo. Desde ahí ha habido una caída continua en el salario mínimo constitucional (SMC), lo que ha agudizado la pobreza y la desigualdad en el país.

Miguel López, quién también coordina la licenciatura en Economía y Finanzas en la UIA Puebla, explicó que el país ha tenido una política de contención salarial a manos del gobierno federal desde la década de los 80, que sólo ha propiciado la caída de los salarios mínimos.

En 1984 el 90.2% de las personas dentro del empleo formal no alcanzaban a ganar el SMC, que implica que un jefe de familia tenga un ingreso suficiente para garantizar la cobertura de las necesidades básicas de todos los integrantes de la familia. Con el tiempo este número bajó, pasando a 60.2% en 1994, pero ahora la tendencia va aumentando. Miguel López dijo que para 2012 el porcentaje llegó a 83% de las personas que trabajan en la economía formal, lo que demuestra un retroceso para la economía mexicana.

[quote_box_right]Miguel López, quién también coordina la licenciatura en Economía y Finanzas en la UIA Puebla, explicó que el país ha tenido una política de contención salarial a manos del gobierno federal desde la década de los 80, que sólo ha propiciado la caída de los salarios mínimos.[/quote_box_right]

Además, también la distribución de la riqueza ha sufrido cambios notables. En 1976, de la riqueza generada por las empresas el 51% se destinaba a salarios de trabajadores y 49% se dirigía al capital, esto es, a las empresas, a través de rentas, ganancias y mecanismos para quien infiere dinero. Sin embargo, para el año 2014 esta cifra se volteó totalmente: 75% se destina al capital y sólo 25% es para lo sueldos de los trabajadores que, enfatizó López, son muchos más que en 1976.

“Si vemos la distribución de la riqueza en una perspectiva histórica estamos a niveles de distribución de la riqueza como en los años 30 (…). En México, el salario mínimo y la distribución entre capital y trabajo van estrechamente vinculados.”

El investigador explicó que desde la década de los 90 el salario mínimo está indexado (o contenido) a la inflación esperada en un contexto de productividad. Pero el resultado de esto es que la indexación salarial, vinculada a la inflación esperada en un contexto de crecimiento de productividad mantiene estancada la participación del trabajo en el producto nacional.

Humberto Morales, también integrante del Observatorio, dijo que la desindexación no significa que haya un estudio o análisis serio para incrementar los salarios mínimos en razón del poder adquisitivo: más bien se sigue indexando, pero de otra manera.

Ahora se buscan topes salariales a nivel nacional, que no corresponden al poder adquisitivo, sino a la inflación esperada que no toma en cuenta  la inflación real que se presenta en los productos de la canasta de consumo, la cual incrementa de manera notable mensualmente. El investigador  mencionó que durante los últimos doce meses ha habido productos de la canasta básica que han tenido incrementos en sus precios de hasta 25%.

Incremento del salario mínimo en Puebla, ¿una ayuda real?

En 2007 Puebla alcanzó el punto máximo de incremento y a partir de ahí empezó un declive total, explicó López. “Hay que ver si el aumento de salario alcanza para consumir lo que se hacía anteriormente”, dijo el especialista.

Mencionó que el índice de la pobreza dice que el salario, en términos de poder adquisitivo, está cayendo, pues ya no se puede comprar los mismos productos con la misma cantidad, cada vez se adquieren menos mercancías.

En Puebla, el incremento del salario mínimo ha sido sólo nominal, pero este aumento es inferior al de precios. El especialista dijo que un jefe de familia en Puebla debería en teoría ganar 16 mil 444 pesos mensuales para poder mantener a una familia promedio poblana de cuatro integrantes.

Esto es, 4 111 pesos por persona para cubrir sus necesidades básicas durante un mes. Pero tomando en cuenta que el salario mínimo homologado ahora es de 70.10 pesos diarios, da la cantidad mensual de 2103 pesos, muy lejana de los más de 16 mil pesos mensuales que son la cantidad idónea para que una familia viva bien.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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