Lado B
Campos de significación y formación universitaria [1]
Vivimos en un mundo mediado por la significación. La significación nos saca del mundo inmediato del bebé, que consiste en lo experimentado mediante la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto y hace que entremos al mundo del adulto en el que aún esas experiencias casi inmediatas, tienen una mediación por los significados
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
10 de noviembre, 2015
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“Una primera función de la significación es de orden cognoscitivo. Ella nos saca del mundo de la inmediatez , que es propio del niño, y nos coloca en el mundo del adulto, que es un mundo mediado por el significado.”

B. Lonergan. Método en Teología. P. 79

[dropcap]V[/dropcap]ivimos en un mundo mediado por la significación. La significación nos saca del mundo inmediato del bebé, que consiste en lo experimentado mediante la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto y hace que entremos al mundo del adulto en el que aún esas experiencias casi inmediatas, tienen una mediación por los significados.

Este proceso es gradual y progresivo, acumulativo y permanente en todos los humanos y empieza desde muy temprana edad, prácticamente desde que se inicia el contacto con otros seres humanos y muy claramente cuando se accede al lenguaje como un vehículo privilegiado de la significación humana.

No hay experiencia que sea totalmente inmediata. El mundo real al que nos referimos es siempre un mundo mediado por la significación y como dice Lonergan, un mundo inseguro porque la significación tiende fácilmente a desviarse y por ello existe el mito tanto como la ciencia, la verdad tanto como el error, el fraude tanto como la honestidad.

Es por esto que si pretendemos educar, tenemos que tener en cuenta esta significación que se encarna en los horizontes concretos de significados de los estudiantes que llegan a nuestras aulas. Esta necesidad se hace mayor si pensamos en una educación humanista integral.

Lonergan menciona tres campos fundamentales de la significación: El campo del sentido común, el de la teoría y el de la interioridad.

El campo del sentido común es el campo de la significación que se desarrolla en la vida cotidiana, a través de la acumulación de intelecciones que van capacitando al sujeto humano para vivir en un contexto concreto y  con otras personas concretas. Este campo se caracteriza por describir los objetos o eventos de la realidad desde la perspectiva de la experiencia subjetiva de la persona que se enfrenta a ellos o los vive. Es un campo que busca lo particular concreto, un campo profundamente práctico y con visión inmediata. En el sentido común por tanto pueden caber muchas interpretaciones incluso contradictorias entre sí que pueden ser verdaderas aplicadas a un caso particular y concreto que se viva.

El campo de la teoría en cambio, es un campo en el que se busca lo universal concreto, el saber de la realidad en todos sus aspectos o bajo todas sus formas. Es explicativo, es decir, relaciona los objetos o elementos o eventos de la realidad entre sí, más allá de la percepción o la experiencia particular de un espectador. No es práctico ni se interesa en la aplicación inmediata de lo que va descubriendo o explorando y por lo tanto no es inmediatista ni tiene un interés de resolver situaciones en el corto plazo.

Además de estos dos campos, existe el campo de la interioridad. Este campo relaciona al sujeto consigo mismo, con su propia estructura dinámica de operaciones, busca lo invariante de los seres humanos dentro de sus expresiones variables, lo transcultural dentro de sus expresiones culturales, lo trans-histórico dentro de sus productos históricos.

El mundo del sentido común nos permite sobrevivir e ir construyendo comunidad a partir de la experiencia cotidiana. El mundo de la teoría nos permite ir llegando a un conocimiento objetivo de la realidad más allá de las experiencias particulares o de las aplicaciones prácticas concretas. El mundo de la interioridad nos ayuda a auto-conocernos y auto-apropiarnos progresiva y limitadamente.

Estos tres campos de la significación humana están pues, íntimamente relacionados entre sí, son campos que nos permiten una emergencia de probabilidades de desarrollo pero también, por la tendencia a la desviación de la significación, las probabilidades de declinación o involución de las personas o las sociedades humanas.

El mundo del estudiante universitario es un mundo rico en acumulación de intelecciones del sentido común. La vivencia de experiencias durante muchos años escolares y la acumulación de conceptos, de juicios, de valoraciones que ha aprendido de manera directa y vivencial en su convivir con los otros que le rodean tanto dentro como fuera de la escuela, hacen que su sentido común sea muy rico en expresiones y contenidos.

[pull_quote_right]El profesor universitario debe partir del sentido común si quiere ser significativo, es decir, partir de la propia experiencia particular y concreta de los estudiantes y de la recuperación descriptiva de esta experiencia, pero el buen docente de nivel superior debe trascender el sentido común si no quiere que su clase quede, como sucede muy a menudo en las aulas, en simple charla de café donde todos opinan libremente pero sin llegar a nada que trascienda las visiones particulares e inmediatas.[/pull_quote_right]

El interés del estudiante es además el del sentido común en tanto que mayoritariamente llega a la universidad en busca de un título que le permita ejercer una profesión para ganarse la vida, para tener ingresos, para insertarse en la sociedad en mejores condiciones y “habérselas con situaciones nuevas” con más herramientas. Este interés lo hace tener una visión práctica  e inmediatista (“viene o no en el examen”, “me sirve o no para adelantar en mi carrera”, “este tema es o no de mi carrera”, etc.)

La mayoría de sus conocimientos son más descriptivos que explicativos y cuando expresa sus puntos de vista lo hace desde esta perspectiva  e interpretando hechos y situaciones desde su propia vivencia o desde ejemplos de casos particulares. Su contacto con el mundo de la teoría en general ha sido muy limitado a lo largo de su trayectoria escolar.

En contraste con este mundo del estudiante, muy a menudo el mundo de la universidad es un mundo de discursos teóricos o científicos desconectados de la vida concreta. La manera en que desde esta lógica se persigue “educar” al alumno es precisamente desconectándolo de su propio mundo o despojándolo de su propio sentido común para “llenarlo” de teorías para que tiene que aprender (memorizar, mecanizar, aplicar, rara vez comprender o juzgar).

La interioridad del estudiante está a menudo olvidada o silenciada por falta de un hábito y un método introspectivo, por demasiado ruido exterior, por miedo a enfrentarse consigo mismo, por falta de sentido y en nuestra época, por esta especie de aplanamiento vital propio de la globalización y la posmodernidad.

La interioridad de los universitarios está a menudo olvidada o reprimida o sepultada para siempre en medio del conceptualismo que enfrenta en arenas diversas a teorías contra teorías, autores contra autores, gurús contra gurús, paradigmas contra paradigmas, excluyendo de tajo el deseo genuino de conocer la realidad.

Si analizamos los tres campos de la significación humana y su interrelación, veremos que una educación integral no puede olvidar a ninguno de ellos , ni encerrarse en uno solo porque quedaría truncada.

El campo del sentido común es o debería ser el punto de partida para hacer significativo el aprendizaje. Como sostienen los enfoques constructivistas, los conocimientos y experiencias previas deben ser la base de los nuevos aprendizajes a cualquier nivel. Este campo aporta un elemento importante porque ayuda a enriquecer la percepción del sujeto sobre su mundo. El sentido común aporta datos, información cognoscitiva y afectiva para ir construyendo aprendizaje y debe ser además también, un campo de llegada de este aprendizaje que pasando por la teoría y la interioridad, enriquecerá la vida cotidiana de los estudiantes, capacitándolos para afrontar mejor el mundo en el que viven.

El campo de la teoría aporta los marcos que pueden ayudar a entender la realidad más allá de las percepciones subjetivas particulares y de los intereses prácticos inmediatos de los estudiantes. Este es un campo vital o el campo propio de lo universitario en su dimensión disciplinar y profesional.

El campo de la interioridad aporta el sentido que esto que se comprende puede tener hacia la humanización del que aprende y del mundo en el que aprende o para el que aprende. Este campo es clave para trascender el pragmatismo del sentido común y el conceptualismo que puede encerrar la teoría para encontrar las normas y exigencias que permitan comprender, criticar, distinguir  e integrar lo que se encuentra en el sentido común y en la teoría.

El profesor universitario debe partir del sentido común si quiere ser significativo, es decir, partir de la propia experiencia particular y concreta de los estudiantes y de la recuperación descriptiva de esta experiencia, pero el buen docente de nivel superior debe trascender el sentido común si no quiere que su clase quede, como sucede muy a menudo en las aulas, en simple charla de café donde todos opinan libremente pero sin llegar a nada que trascienda las visiones particulares e inmediatas. Debe llegar al campo de la teoría y problematizar y reflexionar estas problemáticas concretas desde marcos científicos, filosóficos, psicológicos y sociológicos sólidos y pertinentes que permitan al alumno adquirir herramientas teóricas y metodológicas que lo lleven a comprender y explicar los fenómenos humanos desde una perspectiva más amplia que la de su propia percepción particular.

El proceso de formación debe llevar también hacia el campo de la interioridad de los estudiantes, es decir, facilitar procesos de introspección a partir de los problemas analizados y llegar a plantear preguntas relevantes sobre los problemas analizados y las teorías revisadas y comprendidas, hacia la propia búsqueda de humanización del alumno y hacia la búsqueda de humanización de la humanidad en su momento histórico-social-ambiental concreto.

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[1] El texto de la columna de hoy está basado en el documento de trabajo inédito: Sentido común, teoría e interioridad: hacia un área de reflexión universitaria en el currículo del SEUIA, elaborado para una reunión del Sistema de universidades jesuitas en noviembre de 2001.

 

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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