Lado B
Podemos: la academia al poder
Nacido hace apenas un año y medio, Podemos llega como una tercera fuerza consolidada a las elecciones de diciembre en España
Por Lado B @ladobemx
12 de octubre, 2015
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Fotos: Tomadas de Revista Anfibia

Fotos: Tomadas de Revista Anfibia

Un grupo de profesores universitarios recogió las demandas de los indignados del 15M, combinó el asambleísmo callejero con la televisión y las redes sociales y fundó un partido. Nacido hace apenas un año y medio, Podemos llega como una tercera fuerza consolidada a las elecciones de diciembre. El Rey, Chávez y Firmenich se cruzan en esta crónica sobre una fuerza emparentada con otras experiencias latinoamericanas

Javier Borelli │Revista Anfibia

@revistaanfibia

Hasta el 17 de enero de 2014 Pablo Iglesias era un profesor de pelo largo y colita de la Universidad Complutense de Madrid que se había hecho famoso por una serie de intervenciones agudas y pasionales en programas televisivos de debate político. Ese día pidió 50 mil firmas digitales para armar un partido que dispute las elecciones parlamentarias europeas y cuatro meses después obtuvo casi el 8% de los votos y 5 bancas. Al año convocó a unas 100.000 en la Puerta del Sol, el lugar donde estalló el movimiento indignado en España el 15 de mayo de 2011.

En dos meses, Podemos se medirá en los comicios generales y sus dirigentes confían en que pueden ganar. Sus detractores los tildan de “chavistas”, “populistas” y les enrostran el caso de Tsipras en Grecia.

Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores, dice que el caso de Podemos será recordado como la única experiencia en la que un grupo de intelectuales se proponen formar un partido y funciona.

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Son las diez y media de la mañana y el julio más cálido de la historia española es inclemente con las 500 personas sentadas en las sillas plásticas dispuestas en el Parque de las Ciencias de la Universidad Complutense. Una enorme carpa blanca los repara del sol. El ventilador de casi dos metros de diámetro que han colocado en el extremo opuesto al escenario apenas apacigua las espaldas de las últimas cuatro filas.

“Nosotros peleamos en su terreno. Pero mientras lo hacemos, producimos las ideas a nuestro ritmo y con nuestra forma: pensando, debatiendo, escribiendo y leyendo, como lo hemos hecho siempre. Esto no va a salir en la televisión, no le harán crónicas, y sin embargo es lo que nos hace diferentes”, dice un joven de anteojos, pelo corto y camisa afuera del pantalón. Detrás suyo una pantalla gigante de led amplifica la imagen de una porción de sandía junto a un título: “Universidad de Verano. PODEMOS”.

Casi nada de lo que se respira allí hace pensar que se está en el plenario de la segunda fuerza política en cantidad de afiliados del país, con 400 mil inscriptos. Un número que representa más del doble de los militantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la mitad de los del Partido Popular (PP), las dos plataformas que se han alternado en el gobierno desde el fin del franquismo.

“La política es esa actividad que persiguiendo objetivos hermosos se mete en un montón de actividades que no son hermosas”, reflexiona el mismo joven con cara de niño al día siguiente. Su rostro ocupa ahora toda la pantalla grande de la carpa, desde donde se retransmite lo que sucede en otro de los espacios del evento.

Cita distintos autores para explicar por qué para ganar su partido debe construir mitos que reúnan a todos los españoles. Por los parlantes se escuchan aplausos que rápido son tapados por los de la carpa.

La cara de niño pertenece a Íñigo Errejón, el responsable de campaña de Podemos. Entre una y otra charla hizo dos veces los 600 kilómetros que separan las capitales de España y de Cataluña para dar una clase en la Universidad de Barcelona sobre “La nueva política”. Es viernes a las nueve de la noche y el hombre de 31 años, considerado número dos del partido, sigue concentrado. Despide a la polítologa belga Chantall Mouffe, con quien compartió la última mesa, y aparece caminando por los pasillos del tercer piso de la facultad de Matemática para su última entrevista en un mes. Lo sigue un grupo de diez personas, entre el fotógrafo, responsables de prensa y compañeros del partido. Ninguno supera los 35 años. Se hacen chistes y comentan adónde van a ir a celebrar más tarde. Se enciende el grabador y todos callan.

—La gasolina que permite hacer esto es la adrenalina —dice el doctor en Ciencias Políticas y de la Administración que reconoce vivir con insatisfacción la falta de tiempo para estudiar.   Cuenta dos anécdotas: un taxista que lo llevó de la estación de tren a la Universidad, tras reconocerlo, le dijo: “confío en vosotros”. También a la azafata que le repartió los auriculares en su regreso a Madrid y que con una sonrisa le dijo que los apoyaba.

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—Vivimos uno de esos tiempos raros que se producen muy pocas veces, en la que los de arriba no son capaces de convencer, ni de ponerse siquiera de acuerdo entre ellos y articular una alternativa tibiamente reformista que incluya una parte del descontento o de la insatisfacción existente.

Las palabras de Errejón pueden traducirse en números: en las elecciones al parlamento europeo de 2009, entre el PP y el PSOE habían sumado el 81% de los votos. Cinco años después, en aquellos comicios en que Podemos hizo su debut, apenas alcanzaron el 49%. Por primera vez en la historia más de la mitad del país no eligió a ninguno de los dos.

Los reclamos en las plazas de 2011 no habían sido escuchados. Tres años después el desempleo afectaba a una de cada cuatro personas y era especialmente sentida por los menores de 25 años, entre quienes más de la mitad no encontraba trabajo. Los suicidios, registrados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), alcanzaban el número más alto en un cuarto de siglo: 3.870, un 22% más que en 2010. Los desalojos por la imposibilidad de pagar el crédito hipotecario habían dejado en la calle a más de 570 mil familias, según relevó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), una de las organizaciones que logró mayor visibilidad tras el 15M.

—Había una ventana de oportunidad para que en un momento excepcional una fuerza política pueda jugar un papel mucho más grande que su poder organizativo, su poder económico o su anclaje en el territorio.   Así lo vieron los fundadores de Podemos. Ahí se colaron.

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Errejón conoció a Iglesias antes de que se hiciera famoso en la tele. Fue en los pasillos de la Complutense en su época de estudiante. En 2006 fundaron juntos la agrupación universitaria Contrapoder, espacio del que también participaron otros referentes de Podemos como Tania González Peñas (actual eurodiputada), Rita Maestre (actual concejala y vocera del Ayuntamiento de Madrid) y Jorge Moruno (integrante del Consejo Ciudadano de Podemos, órgano de dirección política del partido). Allí lograron cierta visibilidad con acciones de escraches a políticos.

Muchos de los miembros de Contrapoder fundaron luego La Promotora de Pensamiento Crítico, una red docente que promovía debates sobre actualidad política en la facultad. Uno de ellos, moderado por Iglesias, fue visto por el director de Tele-K, una emisora comunitaria de Vallecas, una localidad obrera y contestataria de los suburbios de Madrid. Según cuenta el periodista Jacobo Rivero en su libro “Podemos. Objetivo: asaltar los cielos”,  el director le propuso replicar el formato en su canal. Así nació en noviembre de 2010 el programa La Tuerka.

“La Tuerka era un espacio que nos permitía reflexionar sobre el 15M todas las semanas. Fue como una escuela, una especie de servicio militar de entrenamiento que nos permitió llegar a los platós de televisión sabiendo cómo se juega ahí”, recordaba Iglesias el último 24 de abril en Fort Apache, el nuevo programa que conduce desde enero de 2013 en el canal estatal iraní en español HispanTV.   Tres meses después de debutar en la emisora de la República Islámica, los productores de las tertulias -como llaman en España a los debates políticos en torno a una mesa- de las emisoras privadas se convencieron de su carisma y comenzaron a invitarlo a sus programas. Primero fue presentado como “simpatizante del 15M”, luego “tertuliano” y, finalmente, “dirigente político”.

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Autor Lado B
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