Lado B
Netflix, así de sencillo
Siempre he sido un cinéfilo y serie-adicto y Netflix ha incrementado esta condición. Si bien mi consumo de películas y programas de televisión está vinculado con gustos personales, el fenómeno que significa el impacto de este servicio estadounidense de streaming es un asunto que, debo confesar, tendría que haber sido abordado en esta columna desde hace tiempo.
Por Alonso Pérez Fragua @fraguando
15 de septiembre, 2015
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Alonso Pérez Fragua

@fraguando

#LaEternaIncomprendida #Netflix #NuevosMedios

Nota aclaratoria: La presente entrega cuenta con la aprobación directa del presidente Underwood.

 

[dropcap]S[/dropcap]iempre he sido un cinéfilo y serie-adicto y Netflix ha incrementado esta condición. Si bien mi consumo de películas y programas de televisión está vinculado con gustos personales, el fenómeno que significa el impacto de este servicio estadounidense de streaming es un asunto que, debo confesar, tendría que haber sido abordado en esta columna desde hace tiempo.

Seamos suscriptores o no de la mencionada compañía, prácticamente cualquiera que no haya vivido debajo de una piedra la presente década sabe qué es Netflix. Sin embargo, su historia no es tan conocida.

La compañía nació en 1997 fundada por Reed Hastings y Marc Randolph como un servicio de renta de DVD entregados por correo y seleccionados a través de una plataforma electrónica; no había tiempo específico de devolución del material ya que el concepto de la compañía imitaba al de un gimnasio que cobra una cuota mensual sin importar el número de veces que se usen (o no) las instalaciones.

A partir del año 2000, el servicio incorpora un sistema de recomendación personalizada de películas, el cual utiliza las calificaciones de los suscriptores para determinar y predecir sus gustos. Para 2007 se agrega la opción de videos por streaming en computadoras para, un año más tarde, incorporar el visionado a través de plataformas como Xbox 360, reproductores de Blu-ray y televisiones inteligentes. En 2010 se incorporan más plataformas: iPad, iPod Touch y iPhone, y Nintendo Wii, y se abre el servicio al mercado canadiense; un año después, llega a América Latina y el Caribe, y a partir de 2012 empieza a introducirse en distintos países de Europa, empezando por Reino Unido, Irlanda y las naciones nórdicas. De acuerdo a datos de la propia compañía, para 2014 contaba con más de 50 millones de usuarios en todo el mundo (Para consultar la línea de tiempo oficial completa, haz click aquí).

A partir de este breve recorrido por la historia de la compañía, es posible ver el cambio principal que propone frente a los medios tradicionales: la diversidad de plataformas para consumir productos audiovisuales. El teórico de medios Henry Jenkins (EUA, 1958) habla en su texto Fans, Bloggers and Gamers (2005) de tres tendencias de los nuevos medios que ayudan a construir una nueva cultura participativa una de las cuales podemos ver en lo antes señalado sobre Netflix: las nuevas herramientas y tecnologías que permiten a los consumidores archivar, comentar, apropiarse y recircular contenido mediático.

La posibilidad de visualizar los productos de Netflix en dispositivos móviles y demás plataformas mencionadas en los párrafos anteriores, posibilita a los consumidores a recircular los contenidos de una manera más dinámica, desde el visionado de estos en cualquier lugar con una conexión inalámbrica de Internet, hasta el compartir su cuenta del servicio –Netflix permite hasta tres perfiles personalizados de una sola cuenta, amén de todas las personas a las que se “preste” el nombre de usuario y clave-. En cuanto al almacenamiento del material, la propia plataforma permite el acceso en cualquier momento de éste sin necesidad de consumir la memoria de los dispositivos del usuario, haciendo más cómoda la experiencia.

netflix

El segundo cambio que propone Netflix ante los medios tradicionales, y el punto que me resulta más interesante quizá, se refiere al papel del espectador ante el emisor de mensajes. Si bien el suscriptor del servicio no decide de forma directa qué productos nuevos se generarán o incorporarán al servicio –es decir, enunciando abiertamente qué, cómo y cuándo lo desea-, su consumo cotidiano es parte importante para el desarrollo y compra de las series y películas de ficción y documentales que están disponibles.

El primer y máximo ejemplo de lo anterior lo constituye la primera serie original de Netflix, House of Cards (2013 – al presente). Zoe Kleinman explica este cambio de paradigma de la siguiente manera: “Cuando Netflix […] decidió apostar por su propio material, no se volvió hacia expertos veteranos de Hollywood, ni a críticos de cine o analistas de medios, sino a los algoritmos y datos de los usuarios. Una red de datos sobre el contenido más visto y amado por los clientes de Netflix revelaron tres ingredientes claves: el actor Kevin Spacey, el director David Fincher y los dramas políticos producidos por la BBC”.

Puesto en términos más precisos, lo que Netflix hace para crear series originales como House of Cards o la comedia con tintes de drama carcelario Orange is the New Black (2013 al presente) es emplear “una gran variedad de planteamientos cualitativos y cuantitativos, incluyendo encuestas, tests a sus usuarios, desarrollo de concepto, test de publicidad, minería de datos, estudios de conocimiento de marca, satisfacción del suscriptor, análisis de canal, estudios de segmentación y más”.

orange-is-the-new-black

El propio Kevin Spacey (aka Francis Underwood), durante la conferencia magistral que ofreció en agosto de 2013 en el Festival Internacional de Televisión de Edimburgo, Escocia, destacaba el desmantelamiento de las viejas estrategias de Hollywood para crear productos televisivos que proponía Netflix con este primer experimento de House of Cards, sobre todo el prescindir de un episodio piloto que determine el nacimiento real de una serie y los resultados en forma de raitings que esa “gente de las cadenas” impone para que una serie continúe con vida. El modelo incluye, además, el otorgar a los productores control total sobre las decisiones creativas de sus series y el poner en la plataforma o “liberar” todos los capítulos de la temporada al mismo tiempo (LaPorte, 2014).

Con este cambio en el juego de la producción y consumo de productos audiovisuales (¿podemos hablar aún de “televisión” si los programas se ven en computadoras o celulares?), Netflix se convierte en ejemplo de la tercera tendencia mencionada por Jenkins: tendencias económicas que favorecen el flujo de imágenes, ideas y narrativas múltiples y que demanda modelos de audiencias más activos.

Eliminar al raiting[1] como el elemento preponderante en la ecuación para el desarrollo de productos televisivos no significa que Netflix no tenga en mente la ganancia económica: su forma de hacer dinero es distinta, simplemente; nuevas “tendencias económicas” podríamos llamarlas. En el modelo tradicional de la TV, las cifras de audiencia permiten a las cadenas establecer las tarifas que cobrarán a sus anunciantes: “Si quieres que tu comercial se vea durante las pausas de la serie más vista, el costo será mayor”.

En el caso que nos ocupa, la dinámica es distinta, como explica el sitio español especializado en tecnología Xataca: “Lo que quiere ganar este servicio [Netflix] son clientes [en oposición a anunciantes] […]. Si una serie la ven 500.000 personas, ¿es un éxito para Netflix? La respuesta es depende. Si todos ellos se hubieran dado de alta para verla, probablemente sí. Si son clientes ya existentes que, de paso, echan un vistazo a cada programa, entonces puede que no. Hablar de audiencia o de número de espectadores de forma global no tiene sentido para Netflix”.

La apuesta de la plataforma entonces es que con cada nueva serie -tanto original como producida por otros- que agregan a su catálogo, se ganen suscriptores, lo que a su vez se traduce en dinero, evidentemente. Lo anterior se logra con material de calidad, aunque no forzosamente con productos que apelen a grandes cantidades de personas; las buenas series, además, les dan a ganar premios, que se traducen en prestigio y notas de prensa que funcionan para promover en general lo que ofrece el sitio.

En la televisión tradicional, una serie puede convertirse en asunto de culto para grupos muy específicos. Si estos grupos no son muy numerosos y reportan por lo tanto pocos puntos en raiting, las cadenas apagarán el switch de inmediato, en ocasiones antes de que concluya la primera temporada, a pesar de las protestas de esos fanáticos fieles pero pequeños en tamaño. Con Netflix, sin embargo, si esos fieles devotos de un producto generan cientos o miles de posts en Facebook, y páginas y blogs dedicados a los personajes y a la mitología de la historia, y tuis y fan fiction, y todo lo anterior, además, se traduce en menciones en la prensa, las posibilidades aumentan de que personas pertenecientes al mismo grupo o nicho de mercado se vuelvan nuevos suscriptores.

La popularidad e impacto cultural de House of Cards se puede ver en las parodias, memes e intervenciones especiales como ésta, durante la ceremonia de los Emmys en 2013, por parte de “Frank Underwood”

Gracias a este esquema, muchas de las series originales de la multicitada plataforma firman contratos para dos temporadas incluso antes de ser estrenadas pues la compañía tiene la certeza de que se vea o no por millones, el contenido generará nuevos clientes.

Si bien el impacto cuantitativo de Netflix es aún limitado, el cualitativo es aún más interesante y solo nos resta ser pacientes para ver las distintas formas en que transformará la producción de contenidos audiovisuales de cadenas televisivas y la industria del cine con su modelo de desarrollo de productos (algoritmos, minería de datos, etc.) y de distribución de contenidos. En este momento, por ejemplo, debemos estar atentos a la forma en que una de sus cuatro películas de ficción originales de 2015 hará por la transformación de Hollywood y sus premios Oscar. Me refiero a Beasts of No Nation que ya genera especulaciones sobre sus posibilidades de ganar estatuillas doradas. La principal pregunta es si la Academia, esa institución que representa lo más tradicional de la industria cinematográfica estadounidense, considerará incluso a la cinta al tratarse de una producción que no está pensada para verse en salas de cine, a pesar de que su estreno oficial sucedió en el festival de Venecia y está de gira por festivales.

Trailer oficial de Beasts of No Nation

 

Referencias bibliográficas y sugerencias de consulta

Bellotto, A. (2015) What Happens When Netflix Wins an Oscar? [artículo]. Publicado en Filmschool Rejects, etiqueta “Features”, 8 de septiembre de 2015: http://filmschoolrejects.com/features/netflix-wins-oscar.php

Business Analytics (2014). La historia detrás del éxito de Netflix. [artículo]. Publicado el 21 de agosto de 2014: http://businessanalytics.com.mx/2014/08/21/la-historia-detras-del-exito-de-netflix/

Jenkins, H. (2006). “Interactive Audiences? The ‘Collective Intelligence’ of Media Fans” [Capítulo] Pág. 134 a 151. Incluido en el libro Fans, Bloggers and Gamers. Exploring Participatory Culture. Nueva York: NYU Press.

LaPorte, N. (2014) Netflix: The Red Menace [artículo]. Publicado en Fast Company. Febrero de 2014, Issue 182, págs. 62-103.

Xataca (2015). ¿Por qué Netflix no publica las cifras de audiencia de sus series? [artículo]. Publicado en el sitio de tecnología Xataca, 23 de enero de 2015. http://www.xataka.com/streaming/por-que-netflix-no-publica-las-cifras-de-audiencia-de-sus-series


 

[1] Fue apenas en 2015 que Netflix dio a conocer los raitings de sus series originales, luego de varias negativas a hacerlo, si bien, como se ha dicho, no los toma en cuenta de la misma forma que las cadenas tradicionales. En un principio, incluso, los datos de la medición de Nielsen serían para productores de otras cadenas y no para hacerse públicos, lo que puede hacernos pensar que ésta es una estrategia más para generar menciones en la prensa y entre el público y, por ende, para generar nuevos suscriptores (Merca 2.0, 2015). De acuerdo a la cifras que el sitio de streaming reveló a la revista Variety, al menos uno de los capítulos de Daredevil, la serie del superhéroe de Marvel Comics fueron vistos por el 10.7 de los suscriptores durante los primeros 11 días de su aparición en el catálogo, haciéndolo la producción original más exitosa del sitio. En segundo sitio estuvo la comedia Unbreakable Kimm Schmidt con 7.3 por ciento de los inscritos captados durante su primer mes; mientras que la tercera temporada de House of Cards captó a 6.5 por ciento de los clientes, también en sus primeros 30 días de vida (Milenio, 2015).

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Autor Lado B
Alonso Pérez Fragua
Alonso Pérez Fragua es periodista, gestor cultural y eterno aprendiz de las cosas del arte y del mundo. Actualmente realiza estudios de maestría en Estudios Culturales por la Universidad Paul Valéry, de Montpellier; su tesis tiene a Netflix y a las tecnologías digitales como objetos de estudio. En México cursó una maestría en Comunicación y Medios Digitales, y una especialidad en Políticas Públicas y Gestión Cultural. Melómano, bibliógafo, cinéfilo, maratonista de series, wikipedista y un poco neurótico. Lo encuentras en Twitter e Instagram como @fraguando.
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