Lado B
Los editores en el periodismo
El reportero suele ser el que se lleva las palmas a la hora de publicar las noticias, sin embargo para que la información llegue hasta las audiencias, ésta debió haber pasado por las manos y los ojos de un equipo de trabajo, por ejemplo, de los editores. Mientras los reporteros andan en la calle, de acá para allá; los editores están encerrados en los departamentos de información de los medios de comunicación.
Por Susana Sánchez Sánchez @
14 de septiembre, 2015
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Susana Sánchez Sánchez

[dropcap]E[/dropcap]l reportero suele ser el que se lleva las palmas a la hora de publicar las noticias, sin embargo para que la información llegue hasta las audiencias, ésta debió haber pasado por las manos y los ojos de un equipo de trabajo, por ejemplo, de los editores. Mientras los reporteros andan en la calle, de acá para allá; los editores están encerrados en los departamentos de información de los medios de comunicación.

Los editores son los que se encargan de leer, ver o escuchar todo lo que los reporteros o fotorreporteros –incluidos los camarógrafos– hacen, así el material esté bien, mal o para llorar. Los editores deben estar el cuádruple de informados que los reporteros, son una suerte de profesores que revisan trabajos para darles el visto bueno y si algo les huele mal, deben corroborar o cerciorarse de que la información sea veraz, pues nunca faltan los reporteros, y fotprreporteros que se roban –en mínima o excesiva cantidad– materiales de otros autores.

Los editores, igual que los reporteros, son seres del mundo periodístico que en verdad deben tener vocación para estar viviendo para el periodismo. ¿O quién les paga a los editores sus achaques? No crea que achaques de la edad, sino de los males no pedidos que les deja su propia profesión:entripados, mala alimentación, consumo excesivo de café y de tabaco, mal funcionamiento del riñón, debilitamiento de la visión (de tanto estar frente al monitor), infartos (de tantos corajes), cara de enojo de tantas desveladas… Hay algo crónico entre los editores: la falta de sueño y el mal genio.

La exigencia de un editor para con los reporteros o fotorreporteros no es gratuita, sobre ellos pesa la responsabilidad de aprobar –en conjunto con el jefe de información– lo que se va a publicar en cuestión de información. Los editores son los que mejor conocen las tendencias políticas de los medios para los que trabajan, de ello dependerá tácitamente su trabajo. Los editores deben ser cuidadosos para no meterle autogoles a la tendencia política de su medio.

Los editores que se juegan el pellejo por una buena información que lleve el reportero o fotorreportero, a pesar de que vaya en contra de lo que dice el dueño o el director editorial, parecen ya no existir; o si los hay, están entre los medios de comunicación con menos penetración masiva (por ejemplo, los medios que nacieron y empezaron a circular únicamente a través de internet y no representan competencia significativa para medios informativos como Noticieros Televisa, Azteca Noticias o medios posicionados entre las audiencias, por posicionados me refiero a que los conocen en gran parte de México y no solamente en su pueblo). Los editores de los medios tradicionales (periódico, radio, televisión) suelen ser los soldados más fieles de la información construida a semejanza del discurso implícito que ha dictado quien mantiene económicamente a un medio informativo.

Los editores, igual que los reporteros, también se las ven negras al momento de publicar. Muchos de ellos aplican la famosa frase: chamba es chamba, sobre todo cuando hacen precisamente lo que no quieren hacer. Por ejemplo, si un gobernador o un presidente paga a los medios para no ser golpeado, es decir, para no ser criticado, los editores ni desgastan saliva en las juntas informativas de cierre de edición (en esas reuniones se dice que sí o que no pasa a los ojos u oídos de las audiencias) para solicitar que sea publicada información que representa una crítica directa para quien paga.

En la maquilación de información, los editores parecen no tener rostro, pese a que son pilares claves para visibilizar o invisibilizar temas de interés público. No es extraño ver entre los editores a personas que rebasa los 40 años de edad o que se acercan a ella, pues el mismo puesto le exige experiencia o colmillo que, para el caso, es lo mismo.

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