Lado B
Club de Cuervos, una serie para llorar y (dicen) reír
Desde hace algunas semanas una marca de refrescos inició una campaña publicitaria con la cual busca cambiar el significado de hacer las cosas “a la mexicana”. Como se puede ver en los diferentes promocionales, “a la mexicana” es hacer las cosas mal, o al fregadazo, y la idea es cambiar este concepto, como una forma de revalorizar lo que es ser mexicano.
Por Lado B @ladobemx
13 de septiembre, 2015
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Amira George

[dropcap]D[/dropcap]esde hace algunas semanas una marca de refrescos inició una campaña publicitaria con la cual busca cambiar el significado de hacer las cosas “a la mexicana”. Como se puede ver en los diferentes promocionales, “a la mexicana” es hacer las cosas mal, o al fregadazo, y la idea es cambiar este concepto, como una forma de revalorizar lo que es ser mexicano.

Por desgracia, “Club de Cuervos” es una serie hecha a la mexicana (con la primera concepción). Yo sé, en gustos se rompen géneros, y he escuchado comentarios de personas que dicen haber disfrutado la serie de 13 episodios porque tiene un humor simple, o simplemente porque se le hizo entretenida. No es mi caso.

Este es una de las pocas series en las que en verdad quiero ver al personaje principal sufrir, quiero ver que el mundo se le caiga encima, porque es la definición de pedante y se merece todo el karma negativo que le llega en su momento. Quién sabe, tal vez ese era la idea de los creadores, que el villano fuera el personaje principal para crear una onda más original, pero la verdad no creo en tanta belleza.

La trama de la serie gira en torno a una guerra entre hermanos, quienes después de la inesperada muerte de su padre heredan el equipo de fútbol Club de Cuervos, originario del ficticio Nuevo Toledo, un pueblo que podría ser cualquiera del territorio nacional.

La presidencia del equipo cae en manos de Salvador Iglesias, un hijo de papi, sangrón, mamador, vaya un mirrey, que se cree la octava maravilla pero no sabe ni limpiarse después de ir al baño (esto podría ser exageración pero eso parece). En seguida el niño, quien se cree el súper innovador, desmadra al equipo, tanto en la cancha como en las relaciones comerciales que podría tener, y todo lo justifica con “hice mi mejor esfuerzo”.

El papel de Chava cayó en manos de Luis Gerardo Méndez, este joven actor mexicano que en los últimos años ha salido en todo lo que se pueda. Siendo honesta, nunca he visto “Nosotros Los Nobles” -ya lo había mencionado en una columna anterior-, pero si es cierto lo que dicen y el personaje que Javi Noble que interpreta Luis Gerardo es casi lo mismo que Chava, muchas gracias, paso sin ver.

Repito, son pocas las veces en las que veo al titular de una serie y digo “espero que sufras, cabrón”, y este es un caso constante. Puede ser percepción personal y que de verdad no soporto a las personas riquillas que se creen más que las demás personas, pero hay ocasiones que no importa lo maligno, mamón o insoportable que pueda ser un personaje, si es el principal de una serie debe tener una cualidad que haga que el espectador sienta empatía. Aquí, Chava genera apatía. Total.

Su hermana, Isabel, se salva a veces, pero también es una niña que dan ganas de decirle “ya, para de sufrir”. Ella, al ser la mayor, trabajó de cerca con su padre en la administración del equipo, y con la muerte del patriarca se pensó en posibilidades de quedar al frente del equipo pero, en lo que se vuelve una tragicomedia de machismo tradicional mexicano, se van por el niño inexperto y varón. Así es la vida.

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Los pleitos constantes, infantiles y exagerados entre los dos hermanitos, a lo cual se suma la pelea de la herencia con la amante de su padre que está embarazada, llegan a hartar y hacen que uno pierda interés en la serie. O bueno, ese fue mi caso.

Lo que si debo reconocer, es que esta es una serie que se mantiene de pie no por sus actores principales como es en la gran mayoría de otras historias. Aquí son los actores secundarios quienes entran al quite y generan ese interés que debería ser fundamental en una serie.

Siendo sincera, sólo continué viendo la serie porque quería ver qué pasaba con Félix, el vicepresidente del equipo y mano derecha de Salvador Iglesias padre hasta el día de su muerte. Daniel Giménez Cacho sostiene la serie con su interpretación de un personaje que le tocan las madrizas por sus jefes berrinchudos, pero con un grado de fidelidad al equipo que lo lleva a caer en un circulo de pesadumbre y cansancio, que hace que uno quiera entrar a la pantalla y abrazarlo.

Otro de los personajes que ayudan a crear interés es Rafael Reyna, el esposo de Isabel y portero del equipo quien está en su temporada de despedida. Al igual que Félix, él le ha dedicado su vida al equipo y no se ve haciendo nada más, y es esa cercanía y ese amor el que hace que por sus ojos se vea la desesperación de una empresa que se va a la fregada, y todo porque un niño tiene aires de grandeza.

Pero así como hay buenos personajes secundarios, hay otros que de verdad son inútiles; caso en cuestión es la esposa de uno de los jugadores, que asumo la pusieron ahí como para representar a la típica chava de pueblo religiosa, pero que llega un punto en el que cae en la exageración.

A esta situación con los personajes se suman cuestiones de producción, errores de continuidad, problemas en el sonido (hay escenas donde están en restaurantes o fiestas en las que no se escucha el diálogo entre los personajes), y otras cosas por el estilo en las cuales prefiero no entrar.

La serie fue producida por Gaz Alazraki, el mismo director de “Nosotros Los Nobles”, por lo que el humor simple de la película mexicana continúa en la serie.

Digo que la cosa fue hecha “a la mexicana”, porque de todas las producciones de Netflix esta es la primera que se realiza en América Latina, lo cual dejaba mucho que esperar, pero el hecho de caer directamente al cliché de que una historia mexicana tiene que ver con el fútbol ya daba una idea de que esto no podría terminar bien, Creo que por algo, aunque sólo lleva un mes desde que se lanzó, todavía no se ha confirmado la segunda temporada.

Como comentario final debo dejar claro algo que es evidente, pero no está de más: esto es una opinión meramente personal, puede haber quien considere que esta es una joya. Si hiero susceptibilidades, una disculpa. Pero también hay que reconocer que con todo lo que pudo ser, la serie se quedó corta.

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