Lado B
Seis años después, engaño y frustración
Hace seis años Rafael Moreno Valle Rosas fue para muchos la esperanza renovadora Puebla. La idea de cambio cautivó arriba y abajo; en los sectores acomodados y populares. La política recobró su sentido verdaderamente público y no de cenáculos.
Por Ociel Mora @ocielmora
14 de julio, 2015
Comparte
Ociel Mora

@ocielmora

[dropcap]H[/dropcap]ace seis años Rafael Moreno Valle Rosas fue para muchos la esperanza renovadora Puebla. La idea de cambio cautivó arriba y abajo; en los sectores acomodados y populares. La política recobró su sentido verdaderamente público y no de cenáculos. La conversación en la calle se animó y mucha gente buena creyó sinceramente que había llegado la hora de emprender un nuevo camino de bienestar y progreso, en un ambiente de armonía y paz. La política entendida como cosa buena.

Lo menos que se podía esperar de un gobierno surgido de un partido que no fuera el PRI era respeto por la ley y las personas. Detrás de ese eventual triunfo electoral se encontraban las siglas PAN. Un partido que había ganado respeto entre la población por su actitud tesonera frente a los agravios del gobierno y por la postulación de valores democráticos.

El Congreso y la opinión pública eran por excelencia los espacios de expresión y debate de la oposición. Porque hay que decirlo con todas sus palabras: el PRI nunca anuló la oposición política, ni en sus momentos más oscuros y subterráneos. La escuchó, negoció con ella, e incluso concedió cuando hubo que hacerlo. A manera de chunga se decía que el derecho de los derrotados al pataleo era un acto legítimo y muy respetado. El caso de Lydia Cacho demostró que pese a todas las iniquidades  Mario Marín fue sensible a la opinión pública y de inmediato fue puesta en libertad. Hoy eso ya no priva.

 Por entonces estaba de moda hablar de estado de derecho. Y derecho constitucional en las acciones de gobierno era lo que faltaba en Puebla para salir del pozo de las inmundicias en donde se encontraba hundido por la corrupción priista. El PRI y sus gobernantes eran la fuente de todos los males. Era lugar común oírlo incluso de labios de priistas despechados, pero al fin priistas.

Nadie hablaba de alternancia porque para entonces la sociedad nacional vivía el desencanto y frustración de los señores Vicente Fox y Felipe Calderón. La alternancia en la Presidencia de la República se había tornado en más de lo mismo pero agudizado y obsceno. Corrupción, incompetencia, frivolidad, parálisis institucional, y el charco de sangre inocente.

[pull_quote_right]Lo menos que se podía esperar de un gobierno surgido de un partido que no fuera el PRI era respeto por la ley y las personas. Detrás de ese eventual triunfo electoral se encontraban las siglas PAN. Un partido que había ganado respeto entre la población por su actitud tesonera frente a los agravios del gobierno y por la postulación de valores democráticos.[/pull_quote_right]

Pero enseguida brotaban las justificaciones. Rafael Moreno Valle no era del PAN. Era priista, cierto, pero no priista viejo a la Mario Marín y Melquiades Morales Flores, cuya sola mención invocaban demonios. Él era un político moderno y hasta… democrático. Pues estaba haciendo de la transparencia su principal caballo de batalla para fustigar a los contrarios. Además Moreno Valle no sólo era postulado por el partido recargado a la derecha, sino que allí estaba el PRD, como garante de los equilibrios. El partido que enarbola las viejas demandas de justicia social y legalidad. A Puebla le había llegado su hora pues.

En ese tenor lo menos que se podía esperar con Moreno Valle de gobernador era que los partidos hicieran su trabajo con independencia del gobernador en turno; que los diputados en verdad fueran los portavoces de sus representados en el Congreso, frente al poder abusivo del gobernador en turno; que los jueces hicieran su trabajo con independencia de lo que pensara el jefe del poder Ejecutivo; que la ley de transparencia fuera el principal garanta de la rendición de cuentas de los gobernantes, y que los periódicos funcionaran como empresas en función del interés de sus lectores y no sometidos por la publicidad oficial.

En el gremio incluso se habló de que la publicidad gubernamental sería entregada con base a índice de circulación y transparencia. Los periódicos con mayor audiencia tendrían mayor publicidad. Ganaban todos: el periódico en ingresos, el gobierno en difusión de sus mensajes, y los lectores en información para la toma de sus decisiones. ¡La democracia con ustedes, señores!

Solo unos muy poquitos panistas, destacadamente la señor Ana Teresa Aranda y Jesús Encinas, y un sector del priismo miraron con recelo al ahora gobernador. El resto lo aclamó como el hombre que desbarataría el nudo del autoritarismo caciquil del viejo priismo que se rehusaba a abandonar la entidad desde que el PRI fue PRI. Marín y el marisnismo fueron objeto de una campaña sutil; bien calculada de degradación social, no política. No con ideas de gobierno sino echando mano de una veta muy rica en la ciudad capital. El racismo soterrado de los poblanos. Todavía hay quienes piensan como lo hacían a mediados del siglo XIX: que el buen gobierno tiene que ver con él .

Al final, y juzgado en perspectiva, el principal daño que el marismo infligido a Puebla fue que Mario Marín Torres era chaparrito y prietito. Y que en un arrebato de soberbia se equiparó con Benito Juárez.

Chayo News

Por paradójico que parezca, cada vez queda más claro que en este gobierno no se hace absolutamente nada si no es con su anuencia. Ayer se asestó un golpe mortífero a la “independencia periodística, la libertad de información y el respeto a la diversidad de opiniones”, en la persona de la periodista Carmen Aristegui. Todo indica que la presidencia de la República no acaba de perdonarle su insolencia al haber denunciado el caso de la llamada Casa Blanca. Los periodistas no están para tomar decisiones por su cuenta sino para obedecer y callar.

Comparte
Autor Lado B
Ociel Mora
Tiene estudios en antropología social. Es autor de varios ensayos de interés académico, y de un par de libritos sobre el impacto de las políticas liberales en los pueblos indios en el XIX. Ha trabajado en el INAH y Culturas Populares en diferentes momentos y estados de la República. En el sector social, es parte de Perspectivas Interdisciplinarias A.C. En el privado, se desempeña como consultor para el desarrollo y combate a la pobreza en áreas indígenas. Ha publicado cerca de cinco mil artículos de opinión dispersos en diarios nacionales y revistas como El Universal, Excelsior, y Plural. En Puebla se arrogó el inmerecido título de columnista por varios años en Intolerancia y El Sol de Puebla. En un acto fugaz animo la publicación Barbarie. La ciudad letrada.
Suscripcion