Lado B
Huehuetlán El Grande, en el olvido
Ha pasado más de un año de la tromba que dejó un saldo de siete personas muertas , una tragedia que aún podría repetirse
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
12 de julio, 2015
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Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

María Aranzazú Ayala

@aranhera

Dicen que la tromba no fue tan grande como apareció en los medios. No es un evento que haya marcado al pueblo. Todos estaban ocupados en otras cosas cuando la tormenta llegó, de repente, dejándolos en la oscuridad.

Era 30 de abril de 2014 y para quienes no estaban cerca de la barranca, en el camino que sube hacia el jaripeo que habían montado para festejar el día del niño, no fue más que una fuerte lluvia. Se fue la luz, pero se va siempre que llueve fuerte, dice Liliana, y hasta por dos días. En la plaza todo siguió normal hasta que como a las 11 de la noche tocaron las campanas de la iglesia en Huehuetlán el Grande.

Los testigos dicen que una víbora de agua bajó desde el cerro hacia la barranca, deslizándose por la calle de polvo llevándose consigo a siete personas y cinco –aunque hay quienes dicen que fueron siete- automóviles. Eran dos hermanas con sus hijos mayores y otra mujer embarazada también con sus dos hijos. Iban subiendo hacia el festejo del día del niño cuando el cielo se desparramó por el cerro, sin avisar, y se los llevó.

Foto: Marlene Martínez

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La promesa

Luego de la tragedia llegaron a Huehuetlán el Grande tantos reporteros como nunca y además,  sobretodo, llegó el gobernador Rafael Moreno Valle con su camisa azul arremangada. Era 1 de mayo y Liliana recuerda que aprovecharon para decirle de los constantes apagones que los dejan varios días sin energía eléctrica, pero nada ha cambiado. Lo único que hizo el gobierno estatal fue pavimentar la calle desde donde cayó la camioneta en la que iba la señora embarazada con sus dos hijos.

En julio de 2015, más de un año después, hay sol en Huehuetlán. Ni una nube se acerca al pueblo atravesado por ríos y manantiales. La barra está completamente seca, parece más un depósito improvisado de basura. No hay ninguna seña de la tragedia y la calle está vacía, todos se esconden en las sombras huyendo del calor.

Dice Olegario Ávila Rodríguez, secretario general del Ayuntamiento de Huehuetlán, que ese 1 de mayo cuando Rafael Moreno Valle recorrió la zona prometió construir un colector pluvial, pero de promesa no pasó. Tampoco se menciona en los tres comunicados emitidos el 1 de mayo de 2014 y al preguntar en Comunicación Social del gobierno del Estado sobre el estatus de la obra, no se obtuvo ninguna respuesta.

Foto: Marlene Martínez

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La posibilidad

Ese 30 de abril se registró una lluvia de 63.5 mm en Huehuetlán –equivalente o hasta más de lo que puede llover en Puebla en los primeros cuatro meses del año-, y sólo otro día de ese mes también llovió pero sólo cayeron 3.2 mm de agua.

Lo que pasó el 30 de abril fue un evento inédito y por supuesto inesperado que no se ha repetido. Pero si llegara a caer otra tromba, podría repetirse la tragedia. La calle que sube hacia el cerro parece como si fuera un río seco, de polvo aplanado y piedras lisas. No hay nada que contenga la bajada del agua.

La señora Gabina Flores, que tiene un puesto en el mercado, confirma que nunca había pasado algo así, aunque tampoco fue un parteaguas en la historia del pueblo, ni un evento de mucha relevancia. Ella, como la mayoría, estaba en la plaza y no se enteró sino hasta el día siguiente. Le preocupa más que el turismo religioso se espante por las notas sobre inseguridad en el pueblo y pide que no se digan mentiras de Huehuetlán el Grande, pues más que inseguridad dice que se trata de riñas entre familias y problemas personales.

Lo que queda del desastre son cinco cruces colgadas en un poste de luz en la calle que sube desde la barranca hacia el cerro. Dos dicen “Sra. Araceli Salas González, 29 años, 1984. De sus padrinos, esposo y familia”. Otra dice “Sra. Martha Salas González”, y las otras son de la niña Briseida Salas Salas y el niño Víctor Jiménez Salas. Ellos eran de Atlapulco, localizado antes de Huehuetlán. De la señora embarazada y sus hijos nadie sabe nada, ni su nombre. Gabina dice que vendía reliquias e iba a Huehuetlán cada ocho días. La señora del puesto de molotes junto a la barranca dice que eran de fueras, que el marido se bajó a comprar gasolina de emergencia y cuando regresó intentó salvar a su esposa pero la corriente la arrastró con todo y camioneta, y que los niños aparecieron más adelante.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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