Lado B
De la magia y maldición de Bryan Fuller
En el mundo de la cultura popular hay leyes que son inamovibles, por más que queramos luchar en contra de ellas. “Las segundas partes nunca son tan buenas” (excepciones muy claras, eso sí). “El negro siempre es el primero en morir en las películas de horror” (o la variación con The Walking Dead que cada vez que muere un negro entra otro). “No debes tener un personaje favorito en Game of Thrones porque seguro muere”, y por desgracia “Bryan Fuller está maldito”.
Por Lado B @ladobemx
12 de julio, 2015
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fullerdeadlikeme

Dead Like Me

Amira George

[dropcap]E[/dropcap]n el mundo de la cultura popular hay leyes que son inamovibles, por más que queramos luchar en contra de ellas. “Las segundas partes nunca son tan buenas” (excepciones muy claras, eso sí). “El negro siempre es el primero en morir en las películas de horror” (o la variación con The Walking Dead que cada vez que muere un negro entra otro). “No debes tener un personaje favorito en Game of Thrones porque seguro muere”, y por desgracia “Bryan Fuller está maldito”.

El nombre podrá no sonar tanto, pero Fuller es uno de los productores/escritores de series de televisión más originales y creativos de los últimos años, en particular uno de mis favoritos, pero por desgracia, ninguna de sus series pasa más allá de la segunda temporada.

La única que se salvó de la maldición fue Hannibal, la cual por intervención aparentemente divina llegó a la tercera temporada, sólo para que después de algunas semanas de haberse estrenado los nuevos capítulos se anunciara la cancelación de la serie en la NBC. Aunque hay negociaciones de posibles continuaciones de la serie, los que ya hemos pasado por esto antes sabemos que no debemos esperar mucho.

A mi parecer, Fuller podría estar en el mismo nivel de J.J. Abrahams, ese que marcó época con Alias, nos dejó con la boca abierta con Lost y que ahora debido a su buena estrella tuvo la suerte de dirigir la nueva entrega de Star Wars.

Fuller juega con personajes singulares, en sus primeras series incluso se rodeó de personajes femeninos con los cuales cualquier mujer se podría sentir identificada en algún momento de su vida; así yo al graduarme de la universidad me incline hacía Jaye de Wonderfalls, mientras mi hermana se identifica más con George de Dead Like Me.

Sus historias buscan siempre dar esa nueva visión a cosas comunes de la vida, y todo con un mensaje optimista, aunque todo se vea rodeado de temas un tanto no alegres.

Ya he hablado en ocasiones anteriores de Pushing Daisies y lo mucho que representa, y el dolor eterno que sentiré hasta que no exista una continuación de la historia que, a pesar de estar rodeada de muerte, se centra en la magia del amor (sí, así de cursi me hace esta serie).

También ya he hablado de Hannibal, la cual si bien es un giro completo de lo que siempre hace Fuller, mantiene aspectos particulares de él: un arte impecable, fotografía que sirve como un personaje más, personajes oscuros y una narrativa sabrosa.

Ahora bien, Dead Like Me fue la primera serie que creó Fuller, con la cual se tuvo un primer esbozo de la mirada extraña y artística de Fuller para ver la vida. El personaje principal es George, Georgia Lass, una adolescente que abandonó la universidad y que es obligada por su mamá a buscar un trabajo temporal. En su primer día de empleada muere de una forma un tanto extraña: Una base espacial estalla al entrar a la atmósfera y ella es impactada por el asiento del baño de la estación.

Fuller wonder falls

Fuller wonder falls

Sin embargo, George pasa a ser una ripper, es decir, un ente que debe recoger las almas de las personas que van a sufrir una muerte trágica, como la de ella, para que puedan dar el “siguiente paso”, ya sea ir al cielo o lo que sea.

A pesar de estar muerta, George sigue aferrada a su vida, y de manera discreta busca ayudar a su familia que se cayó en pedazos después de su accidente.

Esta es la premisa general, y la verdad es una excelente serie incluso para reflexionar sobre la vida misma, así que interesados, la pueden encontrar completa -dos temporadas y película- en Netflix.

Después, en 2004 salió al aire Wonderfalls, la cual se centra en Jaye Tyler, una chica recién graduada de la universidad, cínica, sarcástica y sin un plan de vida concreto, quien ante una falta de algo mejor pasa sus días trabajando en una tienda de regalos en las Cataratas de Niágara.

Un día, sin razón aparente, los objetos inanimados con forma de animal comienzan a hablarle, mandándole mensajes extraños todo con el objetivo de ayudar a las personas.

Sí, la trama suena un tanto extraña, pero para mí es una de las cosas más fascinantes que se han transmitido en televisión. Los personajes, todos, son maravillosos, Caroline Dhavernas como Jaye marcó una buena parte de mi vida.

La trama se desarrolla bien a lo largo de la primera temporada, y por fortuna -creo- al final de la misma sí nos deja con un “final” y no quedan cabos sueltos. Digo por fortuna porque después de esos primeros 13 capítulos no hubo más.

Ya no entraré en detalles con Mockingbird Lane, un especial que hizo de los Monsters que tengo en la computadora, ni de su colaboración en Héroes o incluso en Star Trek: Voyager, sólo diré que Bryan Fuller es un gusto masoquista como lo puede ser continuar leyendo a George R.R. Martin. Cada que sale una nueva producción de él se espera con ansías, se devora con fascinación y al final sólo queda el dolor de la pérdida después de poco tiempo. Y esperamos para la siguiente servida.

Ha creado mundos que no me sorprendería que todos estuvieran conectados, y que la magia de Ned, de Jaye, de George e incluso Hannibal toda estuviera conectada, en un mundo del que después de años no hay forma de salir.

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