Lado B
¿Robots poblanos? Sí, y de campeonato
Estudiantes de Mecatrónica BUAP construyen robots que están en el top 10 mundial, con ellos han traspasado fronteras participando en batallas de sumo
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
28 de junio, 2015
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Foto: Mayra Guarneros

Foto: Mayra Guarneros

Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

Karen se quedaba viendo la pantalla y pedía que todo saliera bien durante los cinco segundos antes de que iniciara el combate. Después, no pasan ni tres segundos antes de que Lancer se aviente de frente contra el otro robot, poniendo su afilada cuchilla en el cuerpo metálico del otro, que sale disparado fuera del doyo circular.

Lancer, robot de la categoría mega sumo, que no pesa más de tres kilos y no mide más de 20 por 20 centímetros, fue hecho por Quark, equipo de estudiantes de Ingeniería Mecatrónica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap). El robot es una suerte de caja metálica que es puesto en el doyo frente a su oponente. El operador y el ayudante de cada equipo los echan a andar y esperan cinco segundos mientras encienden. Después, la programación de la máquina hace que se aviente contra la otra, y pierde la primera en tocar la línea blanca que perfila al campo de batalla.  

El equipo Quark empezó hace aproximadamente tres años. El primer prototipo de robot, que parece una caja rectangular con algo como una pala enfrente, como si fuera un camión para quitar nieve, fue diseñado con un software especializado por Francisco Roberto Román Hernández, el iniciador del proyecto. Cerca de año y medio atrás, Ana Karen Müller García se integró al equipo, junto con Óscar Omar Cisneros y José Eduardo Ordaz. Los tres van en décimo semestre, y están a medio año de terminar. Otro de los integrantes, Julio César González García, el único poblano del equipo, ya egresó de la ingeniería, y Gloria Orduña García está por terminar su último verano, como Roberto el fundador.

En 2014 el equipo de Quark con su robot Lancer empezó a repuntar a nivel internacional. En abril se fueron al campeonato europeo a Viena, en mayo a Ecuador y después ganador el tercer lugar en la Copa Internacional de Robótica, organizada por el Instituto Politécnico Nacional, donde ganaron la acreditación para viajar a Japón, al concurso que es “como el mundial”, explica Óscar. Ahí, en diciembre, quedaron en los lugares octavo y noveno. 

Foto: Mayra Guarneros

Foto: Mayra Guarneros

Los seis integrantes de Quark han viajado a Austria en dos ocasiones, a Colombia, a Brasil y a Japón, además de a otros lugares de la República. Dentro de la Buap llevan ya tres años organizando un concurso llamado Sumowar, que este año se hizo el 20 de marzo. Los ganadores obtuvieron certificaciones para ir a los campeonatos latinoamericanos de Colombia y Brasil.

Ir a los concursos no es cosa fácil para los jóvenes. Karen, Óscar y Eduardo cuentan cómo a veces tienen problemas en las clases, porque viajar les implica al menos una semana de tiempo. Y no es que vayan a pasear, sino que a veces tienen el tiempo justo para arreglar los robots, conseguir las piezas y estar en las competencias. Pasan días sin dormir, saben que salir de México es prácticamente igual a desvelos y a problemas. 

[quote_box_right]Los concurso son, además de las batallas entre los robots, que están basadas en el viejo arte japonés del sumo, oportunidades para compartir conocimiento. Si fuera por los japoneses, dicen, desarmarían a sus robots para enseñarles cómo los hicieron y todo lo que tienen. En México todavía algunos son más celosos[/quote_box_right]

Los estudiantes dicen que muchas de las veces que han salido, les han pasado tragedias. A Karen se le poncharon las dos llantas de su coche una noche antes de salir, Óscar y Eduardo chocaron en un taxi, una pieza se les descompuso un día antes de salir y en Brasil la batería se les quemó y explotó. Antes de ir a Japón, la maleta de Eduardo, donde iba Lancer, se quedó en el aeropuerto de San Francisco, California, donde hicieron escala, y un par de veces han tenido revisiones extras porque los autoridades de los aeropuertos no saben que la caja con cables y chips es un robot y la ven sospechosamente. Además, tienen que repartirse las herramientas, pues llevan una maleta extra sólo con material para arreglar al robot.

Pero esas cosas no los han detenido. Lo cuentan riéndose, como anécdotas que son parte de la experiencia. Los concurso son, además de las batallas entre los robots, que están basadas en el viejo arte japonés del sumo, oportunidades para compartir conocimiento. Si fuera por los japoneses, dicen, desarmarían a sus robots para enseñarles cómo los hicieron y todo lo que tienen. En México todavía algunos son más celosos, no quieren enseñarle a otros equipos cómo hicieron a sus robots, pero eso poco a poco se ha ido quitando.

El salir también implica dinero. El equipo de Quark dice que sin el apoyo de la Buap no podría salir muchas veces a los concursos, porque aparte del robot se necesitan pagar los boletos de avión, hospedaje y comidas. Para el robot no lo ponen todo ellos, tienen patrocinadores de marcas y empresas que son las que hacen algunos de los componentes más delicados, como los drivers y los sensores. Sin embargo, el aluminio y otras partes del armazón lo ponen ellos, y no es fácil estar construyendo todo el tiempo robots.

Ahora Quark ya ganó tres lugares para el mundial en Japón, que será en diciembre de 2015. No saben si participarán en el del Politécnico de este año, donde seguramente ganarían otra acreditación para poder llevar a un cuarto robot a Japón. Pero es que un robot no es cualquier cosa: aunque ya está hecho el prototipo, cada vez se mejora con el diseño. Algo se le agrega, se le arregla, se detalla. Lancer, por ejemplo, tiene imanes abajo porque el doyo sobre el que pelean los robots (una pista redonda con una línea blanca en la orilla, como si fuera donde combaten los luchadores de sumo) es metálico. En la parte frontal tiene una cuchilla que es de un material más fino y fue afilada donde hacen navajas de rasurar. Aunque su categoría es la más grande, no debe ser tampoco tan pesado, tiene que poder moverse rápido para sacar del doyo al oponente. 

Los tres coinciden en que la parte más difícil es la programación y la tarjeta de control, así como soldar algunas de las piezas más pequeñas, que apenas y se ven. Si un cable falla o algo se sale de su lugar pueden pasar toda la noche buscando qué es lo que se salió de su lugar. 

Foto: Mayra Guarneros

Foto: Mayra Guarneros

Además de organizar el campeonato en la Buap y seguir compitiendo, desde febrero de este año empezaron a dar cursos de robótica básica en tres escuelas, desde primaria a preparatoria. Buscan que en México nazca interés por el desarrollo de la tecnología, pues las partes de sus robots las compran casi todas del extranjero. 

Ahora, Quark espera el mundial de Japón. Eduardo, Óscar y Karen lo esperan con ansias porque justo en ese momento estarán terminando sus materias, y esperan también que el equipo que representa a la Buap y México tengan cada vez un mejor lugar, mejor que el que se han ganado a pulso entre los diez mejores robots del mundo.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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