Lado B
HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE
Pedro Acuña
Por Lado B @ladobemx
26 de junio, 2015
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Pedro Acuña

 

—No, señor, a una siempre le tocan las peores cosas y después con esto. Ya estaba bien muerto, ¿qué tiene que hacer caminado por ahí? Ahora menos quiere trabajar. Dice que morir cansa demasiado… ¿Cómo?… ¿Para qué quiero hablar con ese licenciado?… Buenas tardes… Sí, soy la señora Arcelia… Sí, en la colonia Betania… La del marido muerto y después no… Lo que me importa es que usted me crea porque lo que yo digo es la pura verdad… Así como muy infelices, no. Teníamos buenos ratos, sabía abrazar y contaba buenos chistes. Nunca me hubiera casado con él, era un borracho y algo mujeriego, pero ya ve, embarazada todo cambia; la familia siempre pesa en esas cosas. Pero cuando lo metimos todo trajeado a su ataúd, como que descansé. Verlo tranquilito, sin andar de ojo alegre con cualquier muchacha… ¿Qué van a decir? Pues que sigue siendo mi esposo y sigo casada con él. “Hasta que la muerte los separe” es una mala broma… En la delegación me andan acusando de fraude, que nunca se murió y que falsificamos un certificado de defunción, que lo hicimos para cobrar el seguro. Y lo que yo les digo es que sí se murió, pero ya no.… Sí, ya sé, pero le digo que hasta lo velamos… Del velorio, todos le van a decir lo mismo que yo. Es más, al que le tiene que preguntar cómo pasó todo esto es al que hospedaron mi cuñada María y Martha, ni me acuerdo de su nombre. Pero llegó sin invitación, preguntó cómo se llamaba el difunto, se paró al lado del ataúd y dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo”. Siguió con sus cosas y ahora me las decía a mí: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Tenía cara de loco, así que le respondí que sí, nada más para seguirle el juego, y Lázaro llevaba cuatro días muerto, hasta empezaba a apestar. Él, sin ningún respeto, dijo en voz alta: “Lázaro, ¡ven afuera!”. Nos pusimos todos blancos cuando Lázaro se paró y se fue a servir un café y dos tamales. No dijo ni una palabra en todo el día, supongo que porque cuando uno deja de estar muerto tiene que pasar un buen rato para despertarse bien. Desde entonces está echado en la sala y no quiere hacer nada, porque dice que está muy cansado por haberse muerto… Le juro que esa es la pura verdad. Si no, pregúntele a cualquiera que haya ido al sepelio. Ya tengo mucho con un esposo muerto que no trabaja para que, además, me digan mentirosa…

Pedro Acuña. (Chihuahua, 1986) vivió en Toluca y ahora en el Distrito Federal. Próximamente será maestro en filosofía. Su primer libro de cuentos es Metástasis Mcfly. Ha publicado en las revistas Los bastardos de la uva, F.I.L.M.E. y Tierra Adentro. Forma parte de Kinotecnia cineclub.

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