Lado B
De elecciones, fe y montañas
 
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
03 de junio, 2015
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Martín López Calva

@M_lopezcalva

“Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.

Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.

La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio. Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de Fe”.

Augusto Monterroso. La Fe y las montañas.

 

1.-Elecciones.

[dropcap]L[/dropcap]o he dicho aquí reiteradamente: el problema más profundo de México es que nos encontramos en una situación de profunda desmoralización social. Recordemos el sentido del término. La filósofa valenciana Adela Cortina retomando a Ortega y Gasset afirma que el problema de las sociedades no es tanto de moralidad o inmoralidad sino de alta moral o desmoralización. Considerando como eje central de la moral el deseo de vivir humanamente –de vivir una buena vida humana, el objeto de estudio de la Ética-, una sociedad con alta moral es la que se mueve de manera entusiasta  proactiva hacia la construcción de las condiciones para que todos puedan vivir humanamente. Por el contrario, una sociedad desmoralizada es una sociedad en la que el deseo de vivir una buena vida humana se encuentra sensiblemente disminuido, de tal manera que se respira en el ambiente cotidiano una indiferencia de unos ciudadanos respecto a los demás y respecto al estado general de las cosas, lo que se manifiesta en situaciones que reflejan la mera lucha por la supervivencia individual aún a costa de pasar por encima de los derechos del prójimo.

Si ponemos atención al ánimo colectivo frente a las ya muy cercanas elecciones intermedias en el país podremos constatar esta profunda y generalizada desmoralización social: existe polémica entre los opinólogos acerca de la utilidad de abstenerse, anular el voto o ejercer el voto de castigo porque todos coinciden en que dadas las circunstancias actuales muy poca gente iría a votar convencida por una opción de candidato o partido. En la trinchera de la gente común la cuestión es todavía más desoladora porque en general se percibe una falta absoluta de interés y una ausencia total de credibilidad hacia los partidos políticos y candidatos.

Esta desmoralización que en el terreno electoral ha sido bien cultivada por la partidocracia que nos gobierna, centrada en el objetivo-obsesión de acceder al poder y mantenerlo sin saber para qué, colmada de escándalos de corrupción y de muestras de ostentación y derroche inmoral y ofensivo de los recursos públicos obtenidos del pago de nuestros impuestos, centrada en campañas entendidas como guerra de lodo y no como ejercicio propositivo e inteligente y envuelta en fin, en un halo de corrupción, impunidad y cinismo cada vez más insostenibles.

2.-Montañas.

Enormes montañas de corrupción, poder, complicidades, impunidad, negocios que se construyen desde la política y política que se orienta a hacer negocios en un círculo vicioso en el que el servicio a la sociedad, el compromiso hacia la transformación de las condiciones de pobreza, desigualdad, inequidad, exclusión y discriminación brillan por su ausencia o mejor dicho, ensombrecen nuestro panorama por su ausencia.

Montañas inamovibles, monolíticas, apuntaladas desde el gobierno, los grandes empresarios beneficiarios eternos del sistema y los medios de comunicación dominantes que ocultan, maquillan o legitiman la corrupción imperante porque todos se benefician de jugar este juego de simulaciones, porque todos cumplen al pie de la letra el viejo mandamiento: “Tapaos los unos a los otros”.

Ante este panorama en el que los ciudadanos nos sentimos hormigas incapaces de mover las montañas, llegan las elecciones en un momento lleno como nunca de violencia, descalificaciones, escándalos, complicidades y componendas. De ahí la enorme sensación de impotencia, de ahí el mecanismo de defensa de la indiferencia o la reacción visceral que clama por una solución violenta a esta situación que parece insostenible.

“La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio” dice la fábula de Monterroso.  La buena gente ha decidido abandonar la Fe en un país mejor, la Fe en las posibilidades de construir una sociedad más justa e incluyente, la Fe en recuperar la paz perdida no solamente con la extinción de la violencia sino sobre todo con la generación de buena educación y posibilidades dignas de trabajo para todos que sería la condición para una paz verdadera. La buena gente prefirió abandonar la Fe y ahora las montañas de corrupción e impunidad permanecen en su sitio.

 

3.-Fe.

“Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio…”, cuando la Fe se recupera y se contagia, es posible mover todas las montañas por más sólidas que parezcan. Cuando una sociedad reconstruye la Fe en sus propias posibilidades es posible que las montañas se muevan y empiecen a acomodarse de nuevo las cosas en la forma de organización que garantice una buena vida humana para todos.

Este momento electoral está pidiendo a gritos que nuestra sociedad recupere la Fe, que busque caminos para regenerar su deseo de vivir humanamente, para reconstruir la alta moral necesaria para que la democracia y la justicia se sienten entre nosotros de una vez por todas.

Recuperar la Fe no quiere decir caer en la ingenuidad o pensar que las cosas pueden modificarse de un día para otro o de un gobernante a otro o de un partido a otro o de un gobernante partidista a un candidato independiente. Recuperar la Fe no significa pensar que se puede tener una sociedad perfecta, una justicia impecable, una democracia sin mancha donde no haya intereses en juego.

Porque las hormigas mueven la montaña poco a poco, centímetro a centímetro, piedra a piedra. Porque las montañas se van moviendo pero no desaparecen, quedan ahí como advertencia de que el trabajo de construcción y reconstrucción social no tiene fin, porque lo que no se regenera, degenera, según palabras de Edgar Morin.

La manera en que afrontamos las montañas envía siempre un mensaje educativo a nuestros hijos, a nuestros estudiantes, a las nuevas generaciones que tendrán el reto de seguir transformando las cosas o de seguirse conformando con mantenerlas o incluso de continuar el mal ejemplo de entrarle a las redes de corrupción y beneficiarse de que las cosas nunca cambien.

De manera que este domingo tenemos tres opciones: Abstenernos de votar, acudir a las urnas con la decisión de anular nuestro voto o votar de manera más o menos consciente, más o menos reflexionada, más o menos convencida por una de las “opciones degradadas” que nos presenta nuestro espectro político nacional y local. Lo que decidamos hacer y sobre todo, la forma en que lo decidamos y lo comuniquemos a nuestros hijos y a nuestros alumnos influirá de manera decisiva en su formación como ciudadanos y por ello incidirá de alguna manera en el futuro de nuestro país.

Ojalá lo pensemos bien y asumamos nuestra responsabilidad educadora de futuros ciudadanos. Ojalá recuperemos la Fe para que podamos un día empezar a mover las montañas.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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