Lado B
John O'Leary, cuatro décadas fotografiando Cholula y sus tradiciones
"No hay nada como el presente –dice– pero no hay que olvidar el pasado"
Por Josué Cantorán @josuedcv
21 de abril, 2015
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Foto: John O’Leary

Josué Cantorán

@josuedcv

John O’Leary llegó a Cholula hace 47 años a estudiar antropología en la Universidad de las Américas Puebla como parte de la primera generación de estudiantes que recibieron clases en la sede actual de la institución. Estadounidense de origen, John decidió quedarse en México y lleva casi cuatro décadas documentando con fotografías la vida cotidiana y las tradiciones del pueblo milenario.

El trabajo de O’Leary es fundamental para entender y conocer la historia reciente de Cholula, pues su lente ha logrado captar algunos de los cambios radicales en el pueblo y sus tradiciones.

Por ejemplo, al pasar revista por un catálogo de fotografías suyas de la década de los 90, hace notar algo: después de 1994 los vestuarios de los mayordomos eran totalmente distintos. Eso se debió, explica, a que ese año entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que permitió la entrada de venta de pacas de ropa de origen norteamericano. Un detalle que sin duda escaparía a ojos poco curiosos pero que refleja fenómenos sociales, económicos y hasta políticos.

El trabajo de John O’Leary podrá conocerse más de cerca este sábado 25 y domingo 26 de abril de 11 a 18 horas, pues el fotógrafo abrirá las puertas de su taller (5 Sur 1508, San Pedro Cholula) como parte del programa de Estudios Abiertos Cholula.

Cuatro décadas de fotografía

Si bien John nunca ejerció su profesión como antropólogo, sí se entusiasmó por conocer las comunidades cercanas a Cholula y por familiarizarse a fondo con sus tradiciones, aunque a través de otro soporte: el arte fotográfico. En algunos de sus trabajos más tempranos, como la serie La condenada felicidad, el fotógrafo documentó bodas.

Foto: John O'Leary

Foto: John O’Leary

Pese a que entonces el circuito de la fotografía en Puebla era muy cerrado, su amistad con el fotoperiodista Abraham Paredes, quien hasta la fecha continúa laborando en el diario La Jornada de Oriente, le permitió conocer y documentar tradiciones hasta entonces poco exploradas, como el viacrucis tradicional de Pueblo Nuevo o la lucha libre.

Muy pronto, el fotógrafo se interesaría por Cholula y documentar las muchas tradiciones que el pueblo mantiene aún en un arraigo muy fuerte, tema que hasta el día de hoy se ha mantenido como el tema central de su trabajo.

Un punto importante en la carrera de O’Leary se dio cuando la fotografía analógica fue cediendo paso cada vez más a la técnica digital. Tantos años de perfeccionar el uso del equipo y el revelado del material parecían perdidos.

–Es como si tú estudiaras la medicina toda tu vida –cuenta el artista– y a los 50 alguien te dijera: “bueno, doctor, muchas gracias, estuvo bueno, pero lo que usted hace ya no hace falta”. ¿Qué haces? Yo tuve que volver a aprender la fotografía cambiando al nuevo equipo y a la nueva tecnología.

Aunque aún conserva un cuarto oscuro en su taller, O’Leary tuvo que dar paso a las computadoras y en lugar de rollos de negativos ahora conserva su material en discos duros externos.

Sin embargo, y si bien aún considera que la fotográfica analógica puede lograr resultados estéticos insuperables, John también considera que su trabajo actual es el más interesante de su trayectoria

–No hay nada como el presente –dice– pero no hay que olvidar el pasado.

Foto artística o documental

La meta de John O’Leary es que su trabajo cumpla con ciertos requerimientos estéticos que permitan que el público pueda disfrutar de su contemplación, pero también le preocupa que sus fotografías puedan aportar a “la conservación de lo intangible” de los pueblos cholultecas, es decir, sus tradiciones, sus fiestas, su vida cotidiana.

[quote_box_right]Si bien John nunca ejerció su profesión como antropólogo, sí se entusiasmó por conocer las comunidades cercanas a Cholula y por familiarizarse a fondo con sus tradiciones, aunque a través de otro soporte: el arte fotográfico. [/quote_box_right]

–Yo llegué al momento –dice el artista– en que quiero aportar a la comunidad, dejar algo, no nada más quiero hacer una foto (…) El fotógrafo debe ir más allá del taco que está tratando de traer a la casa, y pensé si yo no podría, con todos mis conocimientos y todos mis contactos, dejar algo que podría ser interesante de aquí a 20 años.

La fascinación del fotógrafo con Cholula, donde decidió quedarse a vivir y a trabajar, consiste, entre otras cosas, en que es la ciudad en América que ha sido continuamente habitada por el más largo tiempo. Si bien hay otros sitios más antiguos, estudios diversos han determinado que esta ciudad nunca dejó de ser poblada y hasta la fecha es una metrópoli viva y activa.

Eso contrasta, desgraciadamente, con el poco interés que autoridades ponen para preservar sus milenarias tradiciones, e incluso con las acciones de exterminio que algunos gobiernos han ejecutado.

–Si los japoneses tuvieran un pueblo así –compara John–, lo tendrían como… ¡vaya! ¿Por qué aquí no? Aquí sólo lo llenamos de basura, tiramos lo histórico, desenterramos los vestigios. ¿Qué está sucediendo?

Sin embargo, el trabajo de John O’Leary no es explícitamente contestatario, sino más bien sutil. Para el fotógrafo, realizar una serie donde se muestren cuadros de las tradiciones cholultecas es suficiente para mostrar todo aquello que está en riesgo de desaparecer. “Es una propuesta suave”, explica él.

[pull_quote_left]¿A poco tenemos derechos de destruir –se cuestiona el artista–, malformar, poner hoteles, espejos de agua y chingadera y media en los campos alrededor de la pirámide? Eso no es derecho de un gobierno o de un municipio, porque estás pisando tierras que nunca en la historia han sido explotadas.[/pull_quote_left]

Y es el caso de su más reciente exposición, intitulada La última conquista. En ella, además de fotos de indudable belleza estética donde se aprecian escenas de las fiestas cholultecas, entre pirotécnicas y máscaras, también hay otra donde se puede ver, por ejemplo, lo arruinado que ha quedado el paisaje de la Iglesia de los Remedios en medio de señalizaciones y logos de macdonald’s.

–¿A poco tenemos derechos de destruir –se cuestiona el artista–, malformar, poner hoteles, espejos de agua y chingadera y media en los campos alrededor de la pirámide? Eso no es derecho de un gobierno o de un municipio, porque estás pisando tierras que nunca en la historia han sido explotadas.

Y más tarde agrega:

–El afán es crear obra de arte que tenga vinculación con la región y que aporta a la conservación de un tesoro cultural que pocos lugares tienen. No es necesario decir que el pueblo es mágico, fue mágico antes de que naciera el gobernador y lo están empaquetando como una hamburguesa y eso no es correcto.

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Autor Lado B
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