Lado B
Desigualdad social y desigualdad docente
Como decíamos en este espacio la semana anterior, el documento: Los docentes en México. Informe 2015 contiene información muy completa y elementos de análisis muy diversos y pertinentes que dan para muchos artículos y debates. Es por ello que esta semana propongo algunas reflexiones derivadas de la información y conclusiones del documento relativas a la situación social de la docencia en nuestro país.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
22 de abril, 2015
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

[dropcap]C[/dropcap]omo decíamos en este espacio la semana anterior, el documento: Los docentes en México. Informe 2015 contiene información muy completa y elementos de análisis muy diversos y pertinentes que dan para muchos artículos y debates. Es por ello que esta semana propongo algunas reflexiones derivadas de la información y conclusiones del documento relativas a la situación social de la docencia en nuestro país.

Como es de suponerse, la situación social del magisterio es un reflejo de la situación social general de un país como el nuestro en el que la desigualdad y la injusticia son características históricas que desafortunadamente prevalecen en este siglo XXI y parecen no tener posibilidades de resolverse en un plazo breve.

Sin embargo, aunque parezca evidente que la desigualdad social mexicana tiene una correspondencia en la desigualdad social de los docentes, esta situación no se ha tratado de manera pública con la suficiente fuerza y claridad hasta ahora, tal vez porque no se contaba con información confiable y bien sistematizada sobre los profesores como la que aporta ahora el informe del INEE.

Se ha hablado y escrito mucho más acerca de la forma en que el sistema educativo reproduce la brecha social entre ricos y pobres en México en lugar de combatir la desigualdad y generar equidad. Resulta necesario difundir y analizar también la desigualdad que existe en el gremio de profesores porque esta situación estructural influye sin duda como un obstáculo para la construcción de un sistema educativo de alta calidad y pertinencia social.

Tres son los elementos que se plantean en el informe:

1.-La desigualdad de las condiciones laborales de los docentes respecto a otras profesiones en el país.

2.-La desigualdad interna que existe entre niveles de ingresos de diversos perfiles o tipos de profesor dentro del sistema educativo.

3.-La desigualdad social del país reflejada en el perfil de ingreso de un alto porcentaje de estudiantes a las escuelas normales.

El tema es relevante si consideramos que como plantea el informe ““La profesión magisterial constituye un componente significativo de la fuerza laboral mexicana. Los trabajadores de la educación representan una cuarta parte de los profesionistas y técnicos calificados del país” (p. 159).

Este porcentaje se debe por una parte a la altísima demanda de educación que el sistema tiene que cubrir año con año para formar a millones de futuros ciudadanos mexicanos a lo largo y ancho del enorme y accidentado territorio nacional y por otra, a que como el mismo informe lo señala, la profesión docente tuvo históricamente un atractivo por  la  protección del salario –“cuando los salarios han crecido, los de los docentes lo han hecho más que los de otras profesiones y cuando han decrecido, los de los profesores han sufrido menor disminución”- y por la seguridad laboral frente a los mercados cambiantes –“las prestaciones asociadas al salario…representan una ventaja frente a otras profesiones…”-, atractivo que parece que hoy empieza a disminuir (p.159).

1.-Desigualdad de la docencia frente a otras profesiones.

A pesar de estos elementos de protección del salario y de seguridad laboral, el informe afirma que los profesores con plazas de medio tiempo o tiempo completo “ganan, en su mayoría, menos que otros profesionales y técnicos calificados con contratos de trabajo similares. En el caso de las mujeres, el salario de la mitad de las educadoras es 50% inferior al de otras profesionistas; para las maestras de primaria la diferencia es de 20% menos…”. Entre los docentes hombres, aunque la diferencia es más reducida, existe un menor salario de los docentes respecto a otros profesionistas (p. 159).

[pull_quote_right]El informe deja en claro que las deficiencias formativas que muestran las evaluaciones aplicadas a los profesores no son responsabilidad exclusiva ni principalmente de ellos, sino que se derivan de condiciones estructurales de un México desigual que ha pretendido que la educación disminuya las desigualdades sociales, sin generar las condiciones necesarias para tener un sistema educativo que funcione con equidad.[/pull_quote_right]

Estas cifras demuestran que la frase “aunque sea de maestro” que usamos en la columna anterior para simbolizar el menor estatus de la carrera docente frente a otras tiene sustento no solamente en la percepción social sino en las condiciones salariales de la generalidad de los profesores en el país.

2.-La desigualdad interna entre docentes.

En las cifras mostradas en el apartado anterior se ve claramente una primera situación de desigualdad interna en los ingresos de los profesores. Se trata de la desigualdad de género. En efecto, como en casi todas las profesiones y ocupaciones laborales en nuestro país, las mujeres tienen un menor ingreso por la realización del mismo tipo de trabajo que los hombres. En este caso se muestra además que las educadoras se encuentran en una situación aún más desigual.

La desigual distribución de los salarios de los profesores, afecta además, según el informe, “…a los maestros indígenas, quienes no sólo perciben menores ingresos sino que, además, enfrentan mayores dificultades en su ejercicio profesional debido a las desfavorables condiciones de las escuelas en las que prestan sus servicios” (p.159). De modo que al igual que en las demás esferas de la actividad económica, los salarios en las regiones indígenas que son las más desfavorecidas en este México desigual e injusto, son significativamente menores a pesar de que en las escuelas de estas zonas existen condiciones mucho más complicadas de trabajo y desafíos mucho mayores que en las zonas urbanas con población no indígena.

Para el caso de estas regiones y pensando en un esquema de justicia que contribuyera a disminuir las desigualdades históricas, el informe plantea que “Podría incluso pensarse en un esquema inverso, en el que hubiera mayores incentivos para trabajar en las escuelas y las regiones con mayor pobreza, asegurando no sólo mayores salarios, sino también estructuras permanentes de apoyo y de acompañamiento pedagógico”(p. 165-166).

Un factor adicional de desigualdad que si bien no se plantea en el informe, existe en el país, es el que se deriva de la situación de privilegio -que por razones políticas derivadas de la estructura corporativista que se construyó por décadas y que aún no acaba de desmontarse- de un buen número de profesores que por tener influencia o buenas relaciones con los líderes sindicales del SNTE o de la CNTE poseen dos, tres o hasta cuatro plazas o tienen salarios especiales por estar comisionados por el sindicato a tareas ajenas a la docencia. Esta situación fue denunciada por el IMCO a partir de los resultados del Censo que realizó el INEGI en las escuelas de la mayor parte del país y aunque se mostraron algunos errores o confusiones, no se desmintieron muchos de estos casos.

3.-Desigualdad social y perfil de ingreso a las normales.

 “Las escuelas normales, sobre todo algunas ubicadas en zonas marginales y más cercanas a regiones campesinas y agrícolas, siguen atrayendo a egresados de bachillerato de los estratos más desfavorecidos…” (p. 164) plantea el informe. En esta situación de pobreza se encuentran más de la mitad de los estudiantes normalistas por lo que el informe recomienda la identificación de estos estudiantes y la creación de esquemas de apoyo con becas económicas que puedan compensar sus desventajas y garantizar que permanezcan estudiando. Es de suponerse que además de las carencias económicas –o como resultado de ellas- los estudiantes en condiciones de pobreza lleguen a la carrera con una formación previa más deficiente lo que les hará más difícil el aprendizaje. El informe plantea también la necesidad de establecer espacios propedéuticos –y añado yo, de tutoría- “…lo cual implica, entre otras cuestiones, fortalecer a las escuelas normales con personal docente adicional, a la vez que aprovechar mejor la planta académica de la que ya disponen” (p. 164).

Esta situación es especialmente marcada en el ingreso a la licenciatura en educación intercultural, cuyos estudiantes son en su mayoría indígenas. En este caso habría que poner especial atención para generar los apoyos necesarios.

El informe deja en claro que las deficiencias formativas que muestran las evaluaciones aplicadas a los profesores no son responsabilidad exclusiva ni principalmente de ellos, sino que se derivan de condiciones estructurales de un México desigual que ha pretendido que la educación disminuya las desigualdades sociales, sin generar las condiciones necesarias para tener un sistema educativo que funcione con equidad.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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