Lado B
Lo que quedó de Olga Nayeli
Su hermana busca obtener la custodia de su sobrina, la hija de la mujer de 35 años asesinada por su esposo
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
26 de marzo, 2015
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Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

De Olga Nayeli quedó apenas así, dice su hermana Alejandra, poniendo los dedos índices de ambas mano el uno frente al otro a una distancia de no más de 30 centímetros. Eso fue lo que quedó de su hermana, un hueso de ese tamaño, luego de ser asesinada por su esposo Moisés Torres López.

Lo que queda de Nayeli también es Sara, su hija de 4 años, en quien parece que las autoridades no han reparado. Los primeros en tener la custodia fueron los abuelos paternos, desde que Moisés fue a declarar al Ministerio Público y confesó que había matado a su esposa. La familia de Nayeli pasó meses sin poder ver a Sara. 

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Lo primero que les dijo Moisés cuando su esposa Olga Nayeli Sosa Romero desapareció el lunes 9 de junio de 2014, fue que ella le había dicho que si algo le pasaba, la niña se quedaba con él. Alejandra cuenta que desde el inicio fue sospechosa la actitud de su cuñado, pues estaba de lo más tranquilo y no ayudó en la búsqueda. Revisaron las cámaras de seguridad de la Facultad de Lenguas de la Buap, donde Nayeli estudiaba, pero la mujer que tenía 35 años cuando fue vista por última vez, no aparecía ni entrando ni saliendo, ese día no llegó a clases. Durante varios días hubo una búsqueda intensa de la madre de Sara en medios de comunicación, con denuncias ante las autoridades y en redes sociales. Los carteles, en los que estaba el teléfono de su hermana, la describían como delgada, ojos color café, con cejas delgadas y cabello negro, largo y lacio.

Olga NayeliMoisés les dijo a solas a los agentes del Ministerio Público encargados de la investigación que su esposa regresaría, pues seguro se había ido “por berrinche o infidelidad”, y así desde un principio sesgó los alcances y posibles líneas de investigación. También aseguró que como pareja no peleaban, hecho que desmintió la mamá de Nayeli. 

Alejandra cuenta que una vez se perdió el gato de su cuñado. Cuando eso pasó, dice, él hizo un escándalo, hasta lloró. Pero cuando les dijo que no sabía nada de Nayeli, y en los días de búsqueda, estuvo completamente calmado y hasta alejado, haciendo su vida diaria de lo más normal. Cuando los agentes del Ministerio Público hicieron la inspección a la casa de Moisés, percibieron un fuerte olor a cloro y encontraron manchas hemáticas en el baño y en el vehículo. Al día siguiente el esposo de Nayeli fue citado para declarar, y de ahí ya no salió. Uno de esos días, mientras estaba en el Ministerio Público haciendo las diligencias, Alejandra escuchó que dijeron que Moisés “ya había hablado”, el 21 de junio de 2014.

Si, como dice él, el homicidio fue «imprudencial», pues “la empujó y ella se desnucó”, después de supuestamente discutir por las calificaciones de las clases de francés de Nayeli, todo lo que pasó después fue totalmente premeditado. 

Cercenar el cuerpo, sacar los órganos, machacar huesos, quemar y enterrar, todo para que no quedara nada. Moisés es médico especialista en medicina interna, y durante aproximadamente medio año trabajó como médico legista en una agencia del Ministerio Público, o sea que tenía conocimiento de cómo no dejar rastro del crimen, de que no quedara nada de la víctima que en este caso era su esposa, madre de su hija. El asesinato es considerado como un feminicidio.

Cuando fue a reconocer el cuerpo al Servicio Médico Forense (Semefo), el encargado que atendió a Alejandra le preguntó que qué sabía. Porque no iba a ser posible que reconociera a su hermana. Alejandra respondió que ella podría reconocerla hasta con los ojos cerrados. Su voz es dulce y pausada, pero cuando llega a este momento del relato se le escurren unas lágrimas. Su hermana, dice, era una buena persona. 

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En la Procuraduría General de Justicia (PGJ) está abierta por triplicado la Averiguación Previa AP 410/2014/DMZS, en la que se considera la presunta implicación del papá de Moisés, pues el feminicida dijo en su primera declaración que su padre lo había ayudado a limpiar. Al preguntar  en la PGJ, las autoridades ministeriales dijeron mediante el encargado de Comunicación Social que no pueden dar ninguna información del caso, pues la investigación sigue en curso.
Desde hace un par de semanas se resolvió que la custodia de Sara fuera compartida, quedándose dos semanas con los abuelos paternos y dos semanas con Alejandra y su mamá. La hermana de Nayeli tiene una hija medio año mayor que su sobrina y es maestra de preescolar, dice que las dos niñas se quieren mucho, que son casi como hermanas. Y lo más importante es la vida de Sara, porque, ¿qué va a pensar cuando crezca y se entere de lo que pasó? Lo principal es la estabilidad de la niña, “que no sea como una pelotita”, dice su tía. Ella quiere estar con Sara para hablar de su mamá, para decirle quién fue.

El DIF, instancia que ha estado presente en los diálogos con ambas familias, dijo en entrevista mediante su representante de Comunicación Social que no estuvo presente en el caso de la hija de Olga Nayeli.

El perfil psicológico de Moisés, hecho en la Dirección General de Servicios Periciales lo describe como un hombre agresivo hacia el mundo, con una conducta inestable, que tiende a ser hostil y tiene un deficiente control de impulsos. “Incapacidad para controlar y disciplinar nuestras reacciones emotivas, ser flexible consigo mismo y mantener el equilibrio en condiciones de presión interna”. Moisés, de 37 años, es según las pruebas psicológicas un hombre correctamente orientado en tiempo, espacio y persona de acuerdo a su edad, con una inteligencia promedio y un lenguaje coherente.

Los principales hallazgos de las pruebas revelaron que Moisés tiene severos conflictos reprimidos, por lo que no existe un control de impulsos. Es una persona agresiva, frustrada, con sentimientos de rechazo, obsesivo compulsivo, que intenta contener la agresividad pero puede explotar. Pero la palabra que más se repite es agresividad –interna, conflicto, emocional–. Además, resalta que “no tiene seguridad en sí mismo”.

Al día de hoy, lo que queda del cuerpo de Nayeli está en alguna oficina del Poder Judicial, porque el trozo de hueso no se lo han querido dar a la familia. Y Sara, lo que queda de Nayeli, sigue con un futuro incierto entre las dos familias, sin saber que su padre es culpable de feminicidio por haber asesinado a su mamá.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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