Lado B
El Centro de Detección Biomolecular BUAP, de las crisis a la investigación
Aunque está pensado para responder ante brotes epidémicos, desarrolla un importante trabajo en enfermedades reumatológicas, cardiovasculares, respiratorias y de transmisión sexual
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
03 de marzo, 2015
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Centro de Detección Molecular Foto: Marlene Martínez

Centro de Detección Molecular
Foto: Marlene Martínez

Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

En 2009, con el brote de la epidemia de Influenza AH1N1, todo México se dio cuenta que hacía falta invertir en el desarrollo de la investigación aplicada a problemas de salud pública. Con apoyo de la Buap y una beca Conacyt, se abrió entonces el Centro de Detección Biomolecular, con un laboratorio bien equipado, que fuera capaz de dar respuesta ante crisis de salud pública, pero también para investigar a largo plazo.

Hace apenas dos años se inauguró el laboratorio, en la parte más escondida de Ciudad Universitaria de la Buap: un edificio blanco de dos pisos en el que laboran de planta tres técnicos y alrededor de cuatro investigadores. El Centro funciona, dice Lilia Cedillo, como una suerte de seguro de autos. “Es mejor tenerlo y no usarlo”, comenta respecto a la detección cuando hay brotes epidémicos. Lo que todo mundo espera es que no haya, así que cuando no hay crisis los investigadores se dedican a otros temas, desde enfermedades reumatológicas, cardiovasculares, respiratorias y de transmisión sexual.

En su corto tiempo de existencia ya lograron un reconocimiento: en 2014, en el Congreso Nacional de Cardiología fueron galardonados con el Premio Magda Era por su trabajo con apolipoproteínas enfermedades cardiovasculares.

Lilia Cedillo, directora del Centro de Detección Molecular  Foto: Marlene Martínez

Lilia Cedillo, directora del Centro de Detección Molecular
Foto: Marlene Martínez

La doctora Lilia Cedillo, directora del Centro, explica que en México la primer causa de mortalidad es diabetes, y la 2ª lo son las enfermedades cardiovasculares. Hay ciertos marcadores, como las apolipoproteínas, relacionadas con el colesterol (tanto el de alta densidad, que limpia, y el de baja densidad, que hace que la grasa se quede depositada en las arterias). Al momento de buscar marcas genéticas para la detección de colesterol, en vez de utilizar la apolipoproteína Apo B, la “clásica” en estos estudios, el equipo de la Buap empezó a investigar la Apo E, que se conoce poco.

Esta proteína tiene cuatro formas: la E1; la E2, que se presenta en personas muy longevas; la E3, que está asociado generalmente a riesgo cardiovascular alto, y la E4, la que denota mayor riesgo, presente en las personas que se infartan más jóvenes, o tienen muerte súbita.

El centro trabaja sobre todo en la prevención, ya que las enfermedades cardiovasculares son también muy caras para el Estado y se han convertido en un problema de salud pública. En el estudio, en conjunto con el cardiólogo Rubén Sánchez Pérez y sus pacientes, han recibido genes tanto maternos como paternos. Es poco frecuente que las personas sean 4-4 (teniendo la apolipoproteína E4 de parte tanto de padre como de madre),  pero el tipo 3-4 se presenta con mayor frecuencia. Y a esos pacientes “es a los que hay que cuidar más”, explica la doctora Lilia, además de que un elevado porcentaje de ellos son este tipo, sin importar la edad. Por ejemplo, el paciente más joven que atienden en el Centro tiene diez años, es del tipo E3-4 y tiene antecedentes de familiares con infartos a temprana edad.

Además de la actual investigación en prevención de enfermedades cardiovasculares, más detalladamente en el aspecto genético, de por qué y cuándo se expresan, qué hace que se presenten, para este año el equipo de investigación tiene planeado concluir el trabajo con la detección e incidencia del Virus del Papiloma Humano (VPH) y empezar con enfermedades diarréicas, además de continuar con enfermedades infeccionas como la Clepsiela Neumonia.

El trabajo del centro dio frutos tempranos, por lo que para este 2015 continuarán con la investigación de la Apo E con más detalle. Lo más importante que han logrado, dice la doctora Lilia, ha sido aplicar la investigación en la población y sobre todo, socializar el conocimiento.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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