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La reproducción traumática en tiempos de guerra
Si la guerra genera un choque emocional lo suficiente fuerte como para dejar marcadas a las personas que la vivieron en carne propia, es el sexo el que deja lastimadas a las hembras de las chinches
Por Lado B @ladobemx
19 de febrero, 2015
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Foto tomada de este sitio: Rickard Ignell.

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Durante las pocas horas de descanso que llegaban a tener los soldados estadounidenses que peleaban en La segunda guerra mundial, había parejas que se retorcían en un acto de reproducción traumática. Uno de los problemas más grandes que azotó a los pelotones norteamericanos fue la presencia de chinches en los colchones de los soldados, mismas que succionaban la sangre de los hombres de combate cuando no estaban copulando.

Si la guerra genera un choque emocional lo suficiente fuerte como para dejar marcadas a las personas que la vivieron en carne propia, es el sexo el que deja lastimadas a las hembras de las chinches.

Primero, el macho agujerea el abdomen de la hembra para fertilizarla y, como resultado, ella presenta una herida que secreta un fluido equivalentes a nuestra sangre. A pesar de que las hembras cuentan con un tracto reproductivo donde se puede llevar una penetración menos agresiva, los machos optan por eyacular en el agujero generado por ellos mismos.

Los modelos biológicos del pasado sugirieron que aquellas hembras de las nuevas generaciones que llegaran a presentar un abdomen más grueso, o incluso estrategias de autodefensa para prevenir el daño, serían las sobrevivientes. En consecuencia, los machos a futuro que presentasen un pene más afilado o más rígido fecundarían a estas hembras. Sin embargo, se ha visto que, en el tiempo, las hembras han desarrollado tolerancia en vez de resistencia, de acuerdo con investigadores de instituciones de estudio alemanas e inglesas.

En este nuevo trabajo con esta especie de parásito que chupa sangre humana, los investigadores observaron que las hembras presentan proteínas elásticas llamadas “resilinas” en una zona específica de su abdomen donde son usualmente pinchadas. Esta parte del cuerpo facilita una penetración para los machos, lo que a su vez genera menos daño a las hembras.

Los investigadores concluyen que la copulación traumática fue un evento que presionó el cambio en el tiempo para que esta zona del cuerpo de las hembras llegara a tolerar la penetración. Además, el trabajo sirve como una demostración de evolución genital, coevolución, la evolución de la complejidad, y de cómo la tolerancia lleva a la diversidad. Sobre todo, mencionan la importancia en la tolerancia en el conflicto sexual, un fenómeno que en la época de la guerra quedaba subordinado por oposiciones de otro tipo.

Artículo original 

Nota de Science

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