Lado B
Fracaso de la ley de aborto: Ilegales
La cronista Ana Soffietto siguió a las legisladoras Bullrich y Conti, se metió entre militantes pro y anti abortistas, y analizó quién gana, quién pierde y cómo juega la política y las negociaciones ante determinadas demandas sociales
Por Lado B @ladobemx
10 de noviembre, 2014
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En medio de rumores conspirativos, supuestas emboscadas y atropellos, el proyecto sobre aborto legal pasó una vez más de la calle al Congreso, en un proceso que parece fortalecerse a pesar de sus vaivenes. ¿Qué pasó antes para llegar al debate de ayer? ¿Se avanzó algo en la tensa reunión de la cual no pudo obtenerse el dictamen? La cronista Ana Soffietto siguió a las legisladoras Bullrich y Conti, se metió entre militantes pro y anti abortistas, y analizó quién gana, quién pierde y cómo juega la política y las negociaciones ante determinadas demandas sociales. 

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Foto: Georgina García.

Ana Soffietto | Revista Anfibia

@revistaanfibia 

Las paredes espejadas del Anexo de la Cámara de diputados de la Nación reflejan uno de los tantos epicentros de poder del país. Entre la avenida Rivadavia y la esquina de la siempre sucia calle Riobamba rebota la imagen del llamado “Palacio”: el Congreso, el Parlamento. Pero el Anexo no hace adivinar las intrigas pomposas de la arquitectura grandilocuente de su vecino que, aun austero, reproduce en sus pisos grises, sin ornamentos, en funcionales oficinas y archiveros, las mismas negociaciones. Para escuchar, hay que buscar en sus pasillos. Ahí es donde dicen que Diana Conti tiene una obsesión por instalar temas en la agenda pública para ver cómo repercuten. Como sucedió hace poco con “la reelección indefinida”. Quizá para ver si existen más adhesiones que las imaginadas, conjeturan. Quizá para provocar al resto de la oposición a manifestarse en contra. Dicen, también, que Patricia Bullrich es igual y por eso aceptó el debate sobre el aborto, a sabiendas de que jamás podría salir este año un dictamen de las tres comisiones que deben expedirse.

En esos pasillos del Congreso recuerdan, además, que Cristina Fernández de Kirchner está en contra del aborto, que Julián Domínguez, presidente de la Cámara de diputados, también. Y que si lo sucedido ayer en la reunión de la comisión de legislación penal hubiera avanzado, se hubiera contradicho hasta al mismísimo Papa argentino.

Pero Diana Conti, morocha de rostro serio y desafiante, de esos que intimidan, es enfática cuando nos atiende:

-Hay libertad de conciencia en este tema que tiene que ver con la libertad humana.

Pero el lunes a la tarde, nadie en Riobamba 25 cree que en la comisión cabecera pueda salir dictamen a favor de una ley de interrupción voluntaria del embarazo. Porque es fin de año y los días están contados.

-La reunión solo sirve para instalar el debate en el Congreso –nos dice Conti por teléfono.

Según una estimación que hizo en 2004 el Ministerio de Salud de la Nación, 400.000 mujeres abortan al año y el 37 % de los embarazos que se registran en el país terminan en aborto. De ellos, cerca del 15 % corresponde a adolescentes menores de 20 años.

***

Ese lunes a la tarde, dicen, la legisladora Patricia Bullrich, está desesperada, “hecha una furia”. Durante todo el día, diarios y agencias replicaron una y otra vez la noticia que había sacado Infobae el día anterior: un acuerdo entre el PRO y el kirchnerismo -entre ella y Diana Conti. Así se metía en el temario de la comisión de legislación penal de la Cámara de diputados de la Nación, el debate sobre la legalización del aborto. La nota estaba firmada por Leandro Flocco, presidente de Frente Joven, agrupación que convocó a los manifestantes antiaborto para que se acercaran ayer al Anexo.

-Me embocaron -decía a los gritos entrando a su despacho, según escucharon en el Anexo  colaboradores y secretarios que no quieren dar su nombre. Ella, dicen, sospechaba que era otra presión del kirchnerismo de la comisión para hacerla quedar mal. Porque Patricia Bullrich -mujer firme, como también firme es Conti, las dos morochas, de larga experiencia política- presentó un proyecto de ley junto a Graciela Fernández Meijide para despenalizar el aborto en 1994, y hoy es parte del PRO. En ese espacio, salvo alguna excepción –como Laura Alonso y Federico Sturzenegger- el aborto es una palabra que mejor evitar.

Lunes y martes, sus prenseros atienden el teléfono diligente, pero sólo dicen: No. No sabemos dónde está Patricia. En su despacho no está.

El lunes a la tarde Diana Conti también dice que no: todo fue una confusión. Con voz pausada, tranquila, como si quisiera restarle importancia al enredo, cuenta que aunque Patricia Bullrich no quería, el 30 de septiembre se votó, en la comisión que comparten, poner el tema en debate para la primera semana de noviembre. A pesar de que diarios y agencias publicaron lo contrario, entonces, ella también dice que eso del pacto PRO-K es una confusión.

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No suele haber quorum en las reuniones de la comisión de Legislación Penal. Los legisladores faltan, el avance de ciertos proyectos se entorpecen; reuniones previas para generar consenso a veces fallan. Por eso el 30 de septiembre, cuando Bullrich, presidenta de la comisión, vio que todos estaban allí, puntuales y bien dispuestos, pensó que todo era raro.

-Fue una emboscada- dijo después.

Encima había empezado a caer gente extraña: grupos proabortistas, militantes de la Campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito que el día anterior habían organizado una jornada federal en la plaza de los Dos Congresos para presionar el tratamiento del proyecto de ley que presentaron ya por quinta vez. También había representantes del Cels y de Amnistía. Todos invitados por la otra contendiente de este asunto, la que opera, la que niega el acuerdo, la que dice que es el momento: Diana Conti.

Bullrich vio la sala llenarse y sintió que todo era una confabulación en su contra. Nadie le había avisado del asunto. Para esa reunión lo único previsto en el temario eran asuntos relacionados con la seguridad y la lucha contra la corrupción, cosas importantes, pero de rutina; ya sabidas. La intriga asamblearia propia de cada parlamento del mundo tomaba dimensión shakesperana: todo estaba organizado a espaldas suyas y peor, “a espaldas de la sociedad”, como dijo después. ¿El objetivo de la confabulación? Lograr que se debatiera sobre el aborto.

-Antes de tratar este tema primero debemos escuchar a todos los que están interesados. El tema divide a la sociedad, por lo que no se puede tratar con liviandad -se quejó, primero en la intimidad de sus asesores, luego en todos los medios.

De los 31 integrantes de la comisión, 15 firmaron el proyecto. Entre ellos, los diputados Manuel Garrido y Victoria Donda, los impulsores más visibles. Y con público que busca hacer lobby, influir. Entonces Conti disparó:

-Avancemos igual, aunque no haya oradores.

Bullrich, que como buena diputada mediática es más bien temperamental, amenazó con irse. Como presidenta, podía impedir que se emitiera un dictamen, pero de pronto se sintió sola ante todos los legisladores y militantes que la exponían delante de todos a decir que no.

-No voy a aceptar que quieran imponerme un dictamen por debajo de la mesa sin que haya estado en el temario. Es importante hablar también con los diputados de todos los sectores. Acá debemos escuchar todas las voces y todas las posturas –insistió, con esa voz entre firme, y un poco al borde del colapso.

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Durante el período 2007-2011, el aborto fue la primera causa individual de muerte materna (23%). Unas 50.000 mujeres, adolescentes y niñas abandonan los hospitales públicos por complicaciones durante abortos clandestinos. Muchas de ellas después sufren secuelas, entre ellas, esterilidad. En 2010, 52817 mujeres estuvieron internadas en hospitales públicos por complicaciones en interrupciones de sus embarazos.

***

Victoria Tesoriero, dice su cuenta de Twitter, es socióloga feminista y miembro de Católicas por el derecho a decidir, parte de la Campaña. Otra morocha, pero de pelo ligeramente ondeado. Estaba en su casa cuando cerca de las siete de la tarde recibió el mail con la convocatoria para participar en la comisión de legislación penal de este martes. Lo primero que hizo fue llamar a todas sus compañeras: había que armar la lista de las que iban a entrar, organizar una manifestación frente al Congreso para ese día, difundir, difundir y difundir. Era un reclamo histórico. Una alegría inmensa.

Ella, como sus compañeras, piensa que la Campaña generó las condiciones para que el proyecto de ley se discuta en comisión a partir de la jornada nacional organizada el 29 de septiembre. Y aquel día lo había logrado: Diana Conti, junto a otros legisladores, firmaron el proyecto de ley y dieron una conferencia de prensa. Entonces Conti, vicepresidenta de la comisión de legislación penal, dijo públicamente que iba a ocuparse de poner el tema en agenda, que estaba dispuesta a impulsar un dictamen favorable.

-Nosotras difundimos y pedimos apoyos de diputados en forma permanente, pero esto se logró también porque hay una sociedad que acompaña y está de acuerdo, porque se trata de un problema de salud pública y una deuda de la democracia con las mujeres -explica Tesoriero.

***

El lunes a la tarde Patricia Bullrich ordena a su equipo de prensa emitir un comunicado. Allí usa una expresión memorable e hiperbólica. Dirá que “la noticia de un pacto es falsa de toda falsedad”. Si el lector superaba la enfática tautología, pudo leer sus explicaciones. Si ella accedió a incluir en el temario del martes 4 de noviembre, la discusión sobre la modificación de los artículos 85 y 86 del Código Penal sobre aborto y la derogación del 88, fue solo porque no puede dictaminarse de un día para el otro, “bajo presión y por imperativo de un grupo, en la clandestinidad de la sociedad”.

Minutos antes de entrar en la reunión de comisión de ayer, enfundada en un vestido beige, blanco y negro, de rombos, Bullrich nos dirá, ya más tranquila, como si ya hubiera reorganizado sus estrategias, que no entiende por qué un periodista del Frente Joven firmó la nota sobre el acuerdo. Y cuando dice “Frente Joven”, lo subraya. Quien quiera leer, que lea.

-Lo único que hubo el viernes anterior fue un encuentro, como  hay cada jueves o viernes  anterior a la reunión de comisión, para definir detalles administrativos.

Afuera, militantes de la Campaña comenzaban a agolparse en la entrada de Rivadavia del Anexo. Esta coalición de más de 300 organizaciones busca desde 2005 impulsar la sanción de una ley para despenalizar y legalizar el aborto por decisión de la mujer hasta la semana doce de gestación. Para eso, presentaron un proyecto de ley elaborado por la Campaña. Este año es la quinta vez que lo hacen. Desde la primera presentación en 2007, hasta ahora, el proyecto nunca fue formalmente discutido en el Congreso.

Afirman hasta el cansancio que las mujeres tienen derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, que eso es un derecho humano. Dicen, además, que se hacen cerca de 500 000 abortos clandestinos al año y muchas mujeres mueren o enferman en consecuencia.

aborto-garcia-3-cajaEl lunes a la tarde Diana Conti atiende el teléfono desde su despacho y baja la expectativa que en ese momento tienen tantos activistas que planean concentrarse, manifestar, pedir en las redes sociales usar el Hashtag #4N. Dice que no habrá dictamen. Lo dice con soltura, como si fuera una obviedad, porque apenas quedan veinte días para el cierre de la labor parlamentaria y el proyecto todavía tiene que recorrer dos comisiones más: Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, y Acción Social y Salud Pública. Aunque miles de personas que militan por el aborto seguro, legal y gratuito estén desde hace muchos años esperando un debate y un dictamen favorable los mecanismos parlamentarios y políticos tienen sus tiempos. La división de poderes implica, entonces, procesos, mecanismos, discusiones. Y trámites. Y los famosos “consensos”, a los que la prensa a veces llama pactos.  

[quote_box_left]Extracto del texto originalmente publicado en Revista Anfibia. Click aquí para seguir leyendo. [/quote_box_left]

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Autor Lado B
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