Josué Cantorán

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La monja coronada, una pintura novohispana que pertenece al acervo del Museo de Arte Religioso Ex Convento de Santa Mónica, presenta a una religiosa que yace en su lecho de muerte con las manos juntas en señal de oración y todo su hábito lleno de flores de varios colores.

No sabemos si por casualidad o porque el artista haya revisado la tradición del arte religioso del virreinato, pero la pintura Amy Winehouse de Antonio Álvarez Morán parece una calca, un homenaje. Ahí la cantante pop, también en su lecho póstumo y con las manos juntas, aparece toda cubierta de flores y su famoso peinado asemeja un hábito confesional.

Con cuatro siglos de diferencia entre ambas, las dos obras puestas juntas formulan una reflexión sobre la historia del arte poblano, un cuestionamiento a la idea añeja que coloca a la ciudad en una tradición primordialmente barroca.

Eso es justamente lo que hará la exposición Reflejos: del novohispano al contemporáneo, curada y organizada íntegramente por los estudiantes de la maestría en Arte y Estética de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y a inaugurarse este martes 2 de diciembre a las 18 horas en el museo de Santa Mónica (18 Poniente 103).

La muestra constará de dos grupos de obra. La primera estará integrada por nueve piezas del acervo del museo de Santa Mónica, donde se tocan temas religiosos y de la vida monástica.

Al menos siete de esas piezas no pertenecen a la colección en permanente exhibición del museo, es decir, pasan la mayor parte del tiempo en la bodega, por lo que esta muestra se suma a los esfuerzos realizados por algunos historiadores del arte en Puebla, que recientemente se han empeñado en desempolvar viejas piezas de los museos regionales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para idear atractivas exposiciones con ellas.

Otro hecho en el que esta exposición será pionera, es que es la primera ocasión que el museo de Santa Mónica, cuyas salas suelen vestirse de arte religioso preindependentista, abra sus puertas al arte contemporáneo.

Y justamente es el arte contemporáneo el que integra la segunda sección de obra de la exposición, en la que colaboran ocho artistas vivos que presentan diez piezas. Éstos son Liliana Amezcua, Miguel “Santo Miguelito” Pérez, Antonio Álvarez Morán, Flor de María Rico, Marco Moreno, Carlos Flores Rom, Rosa Belloso y Mario Martínez.

–El criterio que usamos para seleccionar esta obra –explica Alejandra Calleja, una de las curadoras– es precisamente todo este imaginario que hemos construido alrededor de la identidad poblana a partir del supuesto de que Puebla es una ciudad barroca. Sí hay manifestaciones de arte barroco pero no es todo lo que hay.

Algo que sí comparten todas las piezas que serán expuestas, y que sea quizá su hilo conductor, es que todas abordan el aspecto espiritual del ser humano.

Claudia Reyes y Fernanda Malpica, directora y curadora del museo, respectivamente, a decir de los organizadores de la muestra, han brindado apoyo el proyecto con la intención de que el recinto abra sus puertas a propuestas de estudiantes y con esto se provea de dinamismo en sus actividades.