Lado B
Ya se hizo costumbre la criminalización de la protesta social en México
Es injusto que cuando la sociedad comienza a organizarse, y particularmente los estudiantes y los jóvenes, el Estado llegue “con esta maquinaria gigante a destruirte”, lamentan durante conversatorio en la Ibero
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
02 de octubre, 2014
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Foto: @earoche

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Aranzazú Ayala Martínez
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“La oscuridad engendra la violencia, y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen. Por eso, el 2 de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino su efecto de relámpago”. 

Rosario Castellanos, “Memorial de Tlatelolco”.

Protestar, en las palabras de Aldabi Olvera, es un camino para no renunciar al derecho a ser felices. En la voz de Erick Gutiérrez, la indignación es el primer paso, luego las marchas y manifestaciones para visibilizar los movimientos sociales, y después la incidencia directa.

Cinco jóvenes hablaron y compartieron opiniones del derecho a protestar durante el conversatorio “Jóvenes y Derechos Humanos. Protestar es un Derecho”, este 2 de octubre por la mañana en la Universidad Iberoamericana Campus Puebla.

A 46 años de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, los movimientos estudiantiles han resurgido en México y luchan con fuerza.

Mientras los muchachos daban sus opiniones y testimonios de las manifestaciones y movimientos sociales estudiantiles en el país –particularmente el #YoSoy132 que surgió de la Ibero campus Santa Fe en el Distrito Federal, en 2012- y la criminalización de la protesta social, recordaron que hay 46 normalistas desaparecidos en Guerrero y se preguntaron cómo podemos vivir en un país donde los estudiantes simplemente desaparecen y se asesinan.

Por instantes a la joven que hablaba le tembló la voz de emoción al enumerar lo que ha pasado en el país desde el 1 de diciembre de 2012 cuando Enrique Peña Nieto tomó posesión. Ese fue el comienzo de la criminalización “oficial” de la protesta social, de que los policías dejaron de acompañar a los manifestantes y empezaron a seguirlos, a asediarlos. A veces Valeria cree que lo que vive México es una pesadilla, que no es real. 

Es injusto que cuando la sociedad comienza a organizarse, y particularmente los estudiantes y los jóvenes, el Estado llegue “con esta maquinaria gigante a destruirte”, lamentó.

“Todo lo que decían del PRI es verdad”, reconoció. Pero pese a ello es necesario hablar de lo bueno, de lo que se ha conformado. En sus palabras, el movimiento #YoSoy132 encendió en muchos una llama que nunca se va a apagar, porque el amor por la justicia y por la libertad “son de los amores que nunca se acaban”. 

[quote_box_left]En sus palabras, el movimiento #YoSoy132 encendió en muchos una llama que nunca se va a apagar, porque el amor por la justicia y por la libertad “son de los amores que nunca se acaban”. [/quote_box_left]

“Todo cambió el primero de diciembre”, dijo Valeria. Primero, con el surgimiento del movimiento #YoSoy132 y las manifestaciones contra el ahora presidente Enrique Peña Nieto, el ambiente, pese a la lucha y las exigencias, era festivo. “Recuerdo la música y la alegría, pero sobre todo la seguridad”, comentó la estudiante del ITAM. Ahora, a menos de dos años, el panorama es muy distinto. Y no sólo en la Ciudad de México, donde viven los jóvenes que participaron en la mesa, sino a nivel nacional.

Hablaron del caso de Puebla, de las expresiones de resistencia social y descontento que se han suscitado por la llamada Ley Bala, el asesinato del menor José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo en la junta auxiliar de San Bernardino Chalchihuapan y las expropiaciones de los campos que rodean la Pirámide de Cholula. 

A nivel nacional, la Ley Bala no es la única que inhibe el derecho a la libre expresión y a la manifestación, “que nosotros conocemos con cariño como protesta”, dijo Erik, del Frente por la Libertad de Expresión, antes de entregarle al moderador dos amparos que se interpusieron contra la Ley Bala, ante los cuales el Juez falló positivamente y ordenó la suspensión definitiva de la legislación –para esas nueve personas– que permite el uso de armas no letales y que los elementos de seguridad pública priven de la vida a un manifestante. En un informe presentado en mayo, encontraron que de diciembre 2013 a esa fecha había 16 iniciativas, tanto nacionales como locales, que criminalizan el derecho a la manifestación. “Es natural y necesario que existan expresiones de disenso”, dijo Erik, quien actualmente es docente en la UNAM, de donde también es egresado.

Aldabi Olvera, un joven de la Sierra Norte de Puebla, leyó un escrito antes de que, para finalizar, se presentara un video de los movimientos sociales en México desde el 2 de octubre de 1968, con el poema “Memorial de Tlatelolco”, de Rosario Castellanos, de fondo. “Como hace 46 años, esta semana estudiantes fueron asesinados en Guerrero”, dijo, y compartió su definición de protestar, que es “un no ante la muerte, pero es también acordarse. Protestar es decir: no queremos morir así”.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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