Aranzazú Ayala Martínez | Mayra Guarneros

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Les Luthiers no son un grupo de música clásica. Tampoco un grupo de stand-up comedy. Son, ante todo, luthiers, que en francés quiere decir “creador de instrumentos musicales”. A tres años de cumplir el medio siglo de existir, el conjunto argentino sigue vigente, cosechando seguidores y éxitos.

Todas sus piezas tienen una parte hablada y una musical, muchas veces el diálogo antes que la pieza y otras es la musicalización de un guión. Con maestría tocan desde una cumbia hasta música medieval, barroca, ópera y bolero, pasando por música andina, mariachi y foxtrot.

Los luthiers siempre visten de traje negro, muy formales, solemnidad que contrasta con la gracia de sus obras y la extrañeza de algunos de los instrumentos que ellos inventan, como el latín o violín de lata, el contrachitarrone da gamba, una extraña mezcla entre guitarra y violonchelo, o la mandocleta, que es una bicicleta adaptada para que su rueda trasera haga que suene una mandolina.

Aunque su producción de 47 años es vastísima, esta selección incluye algunas de sus piezas breves más graciosas, dejando fuera otras más largas como la “Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras”, que dura alrededor de 40 minutos y cuenta la historia de Don Rodrigo Díaz, conquistador español que llegó antes que Cristóbal Colón al Nuevo Mundo.

El periodista y escritor colombiano Daniel Samper ha seguido a Les Luthiers como cronista y como amigo, escribiendo el libro “Les Luthiers de la L a la S”, una odisea que atraviesa las décadas del grupo y retrata, con igual gracia y maestría que sus presentaciones, la vida interna del conjunto argentino.