Lado B
Generación Hip-Hop: Loop de un nacimiento constante
Desde sus inicios, el género se convirtió en una caja de herramientas ideal para exigir reivindicaciones sociales y políticas en todo el mundo. En “Generación Hip-Hop”, editado por Caja Negra, Jeff Chang reconstruyó su historia a partir de los contextos socioculturales que lo fueron enmarcando
Por Lado B @ladobemx
12 de octubre, 2014
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Desde sus inicios, el género se convirtió en una caja de herramientas ideal para exigir reivindicaciones sociales y políticas en todo el mundo. En “Generación Hip-Hop”, editado por Caja Negra, Jeff Chang reconstruyó su historia a partir de los contextos socioculturales que lo fueron enmarcando. Darío La Vega, miembro de la comunidad Anfibia y estudiante de antropología en la UNSAM, reseñó el libro para trazar puentes con las expresiones sudamericanas de un movimiento cultural que se reinventa en cada lugar, en cada contexto, en cada generación. Del Bronx al Conurbano.

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Foto tomada de revistaanfibia.com

Darío La Vega | Revista Anfibia

@revistaanfibia 

Chang se remite a la configuración cultural post-independentista de Jamaica para explicar el reggae y los sound systems, que más tarde serían aportes fundacionales del hip-hop. Luego incursiona en la transformación edilicia que sufrió Nueva York a fines de la década del ’60, con los fallidos complejos habitacionales y la construcción de autopistas en terrenos expropiados, para examinar el desarrollo de las pandillas del Bronx. También avanza sobre las Panteras Negras y el Black Power, sobre el surgimiento del neoliberalismo, sobre los procesos posteriores a las luchas por los derechos civiles y sobre las tensiones generacionales, raciales y de clase que dieron lugar a los distintos discursos dentro del hip-hop. Incluso la llegada del fin de siglo, cuando el hip-hop gana un lugar preponderante en el mainstream, es contextualizada socio-cultural-política-económicamente para intentar comprender la magnitud que alcanza el movimiento.

De la lectura del libro de Chang queda claro cómo, a lo largo de su desarrollo, este género fue redefiniéndose y reinventándose generación tras generación, reivindicando las luchas o denunciando las fallas de quienes los precedieron.    

Doble hache de allá, doble hache de acá

Aunque en sus inicios la influencia de la comunidad latina del Bronx fue relevante, de inmediato la movida cultural se transformó en un emblema de la comunidad afro de los Estados Unidos. Nacido entre las pandillas del Bronx, expandido hacia los suburbios neoyorquinos, atravesando los Estados Unidos hasta la costa este y  finalmente expandiéndose por todo el globo, el hip-hop se ha desarrollado como una manifestación artística performática con rasgos predominantemente negros. 

Y, a pesar de su  fuerte posicionamiento actual dentro del mainstream estadounidense, en su circulación global continúa identificándose con los sectores populares y enarbolándose como voz de distintos reclamos sociales. En este sentido, en Sudamérica pueden observarse expresiones reivindicativas de problemáticas locales, como pueden ser “Wayna Rap”, agrupación boliviana que canta en aymará, o la banda “Brô MC’s”, que pertenecen a la aldea Jaguapirú Bororó de Mato Grosso do Sul y rapean en guaraní kaiowá.   Con un enfoque más local, podemos encontrar manifestaciones de la doble hache en sectores populares de las grandes ciudades argentinas y con gran fuerza en el conurbano bonaerense. Allí es donde presenta su imagen más contestataria y una fuerte preocupación por lo social, con pioneros como “El Sindicato Argentino de Hip Hop” y “La Organización” al final de los ’90 y luego con exponentes como “Fuerte Apache”, una versión local de gangsta-rap.

Un caso interesante es el de “Rimas de Alto Calibre”, un grupo conformado por internos del Centro Universitario San Martín (CUSAM), dependiente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), dentro de la Unidad Penal Nº 48 de Máxima Seguridad de José León Suárez del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Han editado un disco y logrado algunas presentaciones fuera de la unidad penitenciaria.  

Como un ave fénix negra y rebelde

En su expansión global, la cultura del hip-hop ha sido reapropiada y resignificada según las características propias de cada contexto, y ha sido mixturada con ideologías y discursos propios. Sin embargo, existen rasgos que no se han modificado y que se sostienen a lo largo de todo su desarrollo: su espíritu marginal y desafiante de la ideología hegemónica; su impronta de arte performática negra; y su inventiva y capacidad adaptativa para resurgir permanentemente.  

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Como bien muestra Chang, el hip-hop surge entre las pandillas del Bronx y las luchas por los derechos civiles de la comunidad afronorteamericana. Desde los márgenes de Nueva York, se expande por Estados Unidos y termina influyendo en los márgenes de muchas ciudades del mundo. En sintonía con lo que afirma Dick Hebdige en su libro Subculture, los estilos de las subculturas juveniles combaten la normalización social hegemónica a partir de formas simbólicas de resistencia. Así, el hip-hop se convirtió en una caja de herramientas ideal para exigir reivindicaciones sociales y políticas en todo el globo. Incluso cuando en algunos lugares llega a posicionarse dentro del mainstream, a diferentes niveles y en otros sentidos, siempre intenta separarse del paradigma social hegemónico.  

Según el antropólogo Alejandro Frigerio en su libro Cultura Negra en el Cono Sur, la performance artística afroamericana se caracteriza por ser multidimensional, participativa, ubicua en la vida cotidiana, básicamente conversacional, resalta el estilo individual de cada participante y cumple siempre nítidas funciones sociales. Estas reglas que estructuran la interacción en la performance derivarían de las raíces culturales africanas, especialmente del Oeste y Centro-oeste.

[quote_box_center]Extracto del texto originalmente publicado en Revista Anfibia. Click aquí para seguir leyendo. [/quote_box_center]

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