Lado B
¿Vivimos en la era de la posfotografía?
Desligada de la verdad y la memoria, la imagen hoy en día es información que circula, en aras de redefinirse según Joan Fontcuberta
Por Lado B @ladobemx
04 de septiembre, 2014
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Fauna, Fontcuberta. Foto tomada de: pijamasurf.com

Pijamasurf

@Pijamasurf

A los críticos les gusta usar términos como poshistoria, posindustrialismo, posmodernismo; actualmente parecería que vivimos en una postrimería, como si fuera el after party del proceso histórico-cultural en una tierra baldía, sintética, que ya ha sido todo y existe como una construcción informática sólo en línea –al menos si seguimos apilando “posts”, tendremos también el espacio de lo posreal.

En el caso de la imagen esto parece acentuarse con el medio digital y la llegada de los smartphones y las apps de foto que hacen de cualquier persona un “fotógrafo”, haciendo que los verdaderos artistas de la imagen fotográfica deban de ser otra cosa. Entra a escena el fotógrafo y artista conceptual Joan Fontcuberta, quien creciendo en la España franquista desarrolló una aguda mirada para detectar el uso de la imagen como propaganda. Fontcuberta ha acuñado el término “posfotografía” para buscar este nuevo espacio para la imagen fotográfica que ha sido reemplazada, en este caso, por la hiperrealidad digital. En una entrevista para el diario argentino La Nación, Fontcuberta dijo:

Cuando es tan fácil hacer imágenes, el valor ya no reside en la destreza de su fabricación sino en la facultad de dotarlas de “inteligencia”, de prescribir su sentido. Hoy eso sucede más en la gestión de la imagen, en su “edición”, que en las circunstancias de su producción.

La fotografía queda en un limbo de potencialidad, flotando en una zona liminal donde es su recreación, su edición o su remediatización lo que le otorga esa aura artística –los fotógrafos son Vjs que remixean datos y percepciones. Este proceso es también una zona preñada en el vacío, desde donde la fotografía ha de refundarse, siendo que ha perdido su genealogía como documento histórico o documento de lo real. De nuevo Fontcuberta:

Se puede advertir un proceso de alejamiento de la fotografía de sus pilares fundacionales: la verdad y la memoria. Es un efecto de la cultura digital y de los cambios de paradigma que conlleva.

En revancha, la fotografía se incrusta en muchos otros aspectos de la comunicación social. Por ejemplo, el documento cede paso a la marca biográfica. Muchas fotos ya no se toman como testimonio de un hecho o para describir una situación sino para inscribir la presencia del sujeto. Cambia el tema “esto ha sido” por el “yo estaba allí”.

Otra diferencia: no hay voluntad de perdurabilidad o de memoria, las fotos ya no se hacen para guardar sino para enviar, para circular. Lo que da sentido a la imagen no es su contenido sino su circulación. Una foto de Bin Laden desenfocada, brutalmente borrosa, reproducida de la televisión, fue portada a página entera de Libération. El jefe de fotografía del diario decía que la foto no sólo parecía una pintura de Richter sino que también era el símbolo de la incertidumbre del mundo post-Bin Laden. El contexto, la circulación acotaban la ambigüedad de ese retrato.

Reflexiones estimulantes sin duda para cualquier persona que genera imágenes (todos) y especialmente para aquellos que buscan cargarlas de un sentido estético o de una intención semiótica. La imagen existe como parte de un río de imágenes, y aunque siempre ha sido un objeto contextual, actualmente su creación no puede concebirse sin la conciencia de la manipulación y la circulación (la imagen como datos manipulables). El fotógrafo, más que captar un momento de lo real, debe de dirigir una idea e inscribirla sobre una materia prima que es parte naturaleza y parte artificio.

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