Lado B
Por Cerati, lo que nunca quise escribir
Sin embargo el momento llegó y dejó de respirar para terminar de partir y la idea se convirtió, por lo menos para el que escribe, en un sacudón que resuena en recuerdos de horas y horas de acompañar la existencia con el fluir de patrones simples guitarras infinitas, que se repiten como ondas de agua accionadas por el rebotar de baterías y bajos poderosos con patrones cortos
Por Lado B @ladobemx
04 de septiembre, 2014
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Gustavo_Cerati

Tomada de siempre889.com

Arturo Cravioto

@Chukarthur

A pesar del coma de cuatro años por las causas que hayan sido, parecía que muchos nos hicimos a la idea de no volver a volar con la expectativa de un disco nuevo o algún experimento sonoro de Gustavo Cerati.

Sin embargo el momento llegó y dejó de respirar para terminar de partir y la idea se convirtió, por lo menos para el que escribe, en un sacudón que resuena en recuerdos de horas y horas de acompañar la existencia con el fluir de patrones simples guitarras infinitas, que se repiten como ondas de agua accionadas por el rebotar de baterías y bajos poderosos con patrones cortos, que al menor cambio estratégico llenaron de sorpresa y emoción aquellos lapsos dedicados a la contemplación de la música que dejó.

Sin duda se fue antes de tiempo, pero tocó la vida de América Latina, por lo menos de estas últimas generaciones.

Ya sobra decir que fue una de las principales figuras del «rock en tu idioma» y un «imprescindible» en las colecciones de acetatos y CDs de quien siente esa rebelde simpatía por el rock y la música contemporánea.

Pero lo que no sobra es, aunque imposible, intentar describir porqué tocó el espíritu de sus melómanos.

Creo que simplemente por elemental.

Porque con música muy sencilla, construida a partir de ritmos de cuatro cuartos, escalas básicas, y letras claras, nos llevó por momentos a rozar la eternidad.

La influencia y síntesis que logró de los sonidos de bandas como Alan Parsons Proyect, Pink Floyd, y muchas más con elementos latinoamericanos, se tradujeron en las líneas melódicas repetitivas, pero maduras, que logran la catarsis del escucha, lo que sin duda es un mérito supremo que pocos logran hoy día, de hecho, esa sería una suerte de aspiración de músico.

No es meritorio hacer música por fórmula, simplona repetición de figuras preexistentes sólo para hacer dinero a expensas de los que no soportan el silencio; pero explorar las posibilidades sonoras para que una pieza musical logre hacer vibrar la mente del escucha es lo que hace artista al músico, cuando logra sintetizar toda una canción en un compás, como el universo que cabe en una nuez.

Música geométrica que cobijó letras que a su vez sintetizaron conceptos universales y poéticos, muchos de ellos de toque borgiano, donde una sola palabra podía contener todo el lenguaje, como en Río Babel, donde los significados fluyen infinitos sin un fin, sin fin. Las cosas imposibles las hace posibles la música cuando es auténtica y no se hace para caer buen, ubicarse en el gusto del público sino en la estética y el placer de la catarsis.

Mezclar la astrofísica, la relatividad, con el mito del tiempo original, el eterno retorno, la escritura mítica de un Dios y la repetición de todos los días, porque siempre es hoy y siempre soy es la genialidad del que dijo que todo gira.

Así es como intento explicarme a Cerati y el efecto que su música ha tenido en las horas del tiempo de música, ahora que definitivamente sabemos que no está.

Escribir esto es algo que nunca quise hacer, pero ahora siento la necesidad de compartirlo.

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Autor Lado B
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