Lado B
Yo amo a mi Equilátera
Por Lado B @ladobemx
08 de agosto, 2014
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Liz Ruiz

“Que toda la  vida es sueño, y los sueños, sueños son”

[dropcap]T[/dropcap]odo empieza para mí una tarde a los 15 años. Estaba sola en mi casa y veía un programa en la televisión, de esos que estaban de moda en el 2000, diseñados para chav@s, que llevaban panelistas a comentar temas de interés para adolescentes y resolvían dudas. Para mí, era el único acceso a la educación sexual con gente de confianza (y eso que fui a una escuela particular carísima, que ahora pienso que tenía los mismos tabúes que cualquier otra institución educación). Esa vez hablaban equilaterade la masturbación, un tema de especial interés para mí porque siempre había esperado con ansia el día en que habláramos de eso en clase de cívica y ética, o biología; o cualquier otra materia que tuviera adjunta por ahí, en algún bimestre, los temas de sexualidad que, por cierto, siempre eran los mismos y nunca avanzaban en complejidad ni resolvían dudas de verdad. Obvio, eso jamás estuvo en el mapa curricular de secundaria. Total, la mujer que explicaba que “la masturbación no es mala, no es pecado ni provoca nada malo” aparecía con su nombre en la pantalla y abajo su profesión, que se leía “Sexóloga”. Además de tomarme su aseveración como mi nuevo lema, me impresioné mucho de que fuera sexóloga. Pensé que debía ser una profesión maravillosa, que seguro tenías mucho trabajo “porque, ¿a quién no le gusta el sexo?”, pensé. Me entusiasmó sobremanera pensar en ser sexóloga alguna vez y me cuestioné dónde se podría estudiar algo así; yo no conocía a ninguna persona que se dedicara a la sexología ni había oído de esa carrera en ninguna universidad. Me quedé con la duda siete años más, hasta que cumplí 21 y vi un cartel pegado en mi facultad.

Ofertaban un diplomado de sexualidad que duraba un año y obtenías el grado de Sexólog@ Educador(a). Me emocioné, consideré que la vida me había puesto en el lugar que le había pedido cuando aún era una chamaca soñadora (ahora soy una chavarruca soñadora jajaja). Desde ese entonces mi vida cambió. Y lo escribo de manera contundente y honesta; mi vida jamás volvió a ser la misma, ni yo lo fui.

La sexualidad empezó siendo un mundo maravilloso, en el que pude comprender (y sigo aprendiendo y comprendiendo) cómo funciona el cuerpo, cómo nos convertimos en hombres o mujeres y cuáles son los retos de cada quién, cómo es eso del placer y lo subjetivo y diverso que es este tema y el inmenso menú que ofrece para descubrir a lo largo de toda una vida de creatividad. He aprendido sobre los celos y cómo los hemos ido normalizando y hasta naturalizando (¿Quién no ha oído el clásico “hasta mi perro siente celos”?), los diferentes modelos de pareja amorosa que puede haber y lo difícil que es cuestionarse el amor romántico y crear una relación diferente, no nomás dejándome llevar por la voluntad. Conocí las diferentes identidades sexo-genéricas que podemos encontrar y cómo viven en diferentes partes del mundo, qué tiene que ver la tradición judeo-cristiana con los calzones que me pongo en las mañanas y con el arbolito de Navidad, cómo vivimos la complejidad de la sexualidad en las diferentes edades y pude resolver la típica, muy típica duda de toda madre y padre consternadxs con la vida de sus criaturas, de: “¿A qué edad hay que hablarles de sexo?”

Durante estos años he jugado con mi identidad de muchas maneras, con mi género, con mi manera de ser mujer y de vivir mi erotismo, he jugado con mis relaciones de pareja y de amistad, me he planteado miles de retos y aventuras como si mi vida personal y profesional fuera el six flags del humanismo. He seguido estudiando y especializándome, me volví feminista y esto me adentró a un mundo de complejidades teóricas y prácticas que me ha llevado casi hasta la locura.

equilatera2La educación para la paz vino mucho después, como el complemento perfecto para nuestro cojo conocimiento en sexualidad. Ahora sí ya teníamos las dos piernas. Es inconcebible para mí la educación sexual sin la educación para la paz. No se puede hablar de un tema de sexualidad sin hablar de violencia y de su utópica contrapartida. Si hablamos de cuerpo, hablamos de ablaciones, de anorexia, de estándar de belleza hegemónico. Si hablamos de género, hablamos de machismo, de violencia de género y de misoginia y feminicidio. Si hablamos de orientación sexual, hablamos de homofobia, de invisibilización, lesbofobia, transfobia, bifobia y toda la retahíla de odios hacia lo diverso. Si hablamos de amor, hablamos de discriminación, de violencia en la pareja, de celos. Bueno, ejemplos hay millones.

También tengo otra fortuna y es la de compartir este increíble y emocionante universo con la inmensa mayoría de mis amistades más cercanas. Fue por esto que creamos una asociación civil: Colectivo Equilátera A.C. La llamamos en femenino precisamente para darle fuerza a lo femenino, y elegimos la palabra equiláter(a) porque leímos una vez en un diccionario la definición de triángulo equilátero: “que todos sus lados son congruentes”. ¡Perfecta metáfora!

Así nos convertimos en una asociación de educación sexual y educación para la paz que este verano está cumpliendo sus primeros dos años de vida. Quiero decir que estos han sido años divertidos, inmensamente retadores, complicadísimos, pesados, estresantes, satisfactorios, hilarantes (porque parecemos asociación de comediantes… la neta tenemos un humor envidiable). Nuestras peleas han sido mucho más esporádicas y mucho menos intensas de lo que pude haber previsto (como buena asociación para la paz), nuestros desacuerdos se resuelven relativamente fácil y sesionamos todos los domingos en la tarde, en una íntima reunión equiparable a un domingo familiar, pero sin gritos. Hemos trabajado con otras A.C. que laboran con otros temas, como COLORES y Fundación Alianzas Rosalico. Hemos organizado ferias de la sexualidad como en la Universidad Politécnica de Tlaxcala gracias a Areli Juárez que siempre me lee y me echa porras con mi columna. Hemos estado en muchísimas escuelas: primarias como el CIADI y la Jacob Grimm, hemos ido a escuelas de padres y madres de familia con nuestro queridísimo maestro y amigo, el Dr. Luis Gerardo Ugalde y su Centro de Investigación en Terapia Nocional “Homo Humus”. También somos parte del Observatorio de Violencia de Género y Sexualidad de la Universidad Ibero y cada año abrimos nuestro curso de sexualidad y educación para la paz en nuestra sede. Este último nos permite disfrutar durante un año de una verdadera profundización en todos los temas que tratamos y además de ver el cambio en lxs participantes, hacemos amistades que después regresan al curso, o hacen sus propios trabajos de sexualidad (como Maricarmen Carrillo y su Metsonali).

Por todos estos logros, errores, domingos de llanto colectivo y alegrías es que estamos celebrando nuestro cumpleaños. Estos son nuestros eventos de aniversario:

Muchas, muchas, muchísimas gracias de todo corazón a toda aquella persona que nos ha apoyado durante estos dos años. Gracias a quienes han participado en nuestros proyectos, a quienes nos echan porras de manera personal y a quien nos enseña, nos pregunta y nos agradece.

Gracias a mis 4 hermanos y a mi hermana que empezamos una aventurota hermosa un domingo en una cafetería local.

Gracias por leerme, nos vemos en 15.

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