Ociel Mora

@ocielmora

[dropcap]S[/dropcap]on muchos los agravios que se le juntaron a Rafael Moreno Valle Rosas en la marcha del domingo. Por primera vez en lo que va del sexenio los miembros del confort salieron a protestar contra su gobernador. Me refiero a los que difícilmente salen a la calle. Algo inédito en la cultura cívica poblana. Se trata de personas a quienes podemos calificar de ciudadanos plenos, aquellos que hace tres años apoyaron e hicieron posible la alternancia de partido, y llevaron a Moreno Valle a la gubernatura. Este grupo no necesariamente tiene el estatus económico más alto. Pero su condición social le permite ejercer libremente sus derechos por encima de los intereses de partidos y gobierno. No son pues parte de las clientelas de ninguno y su estabilidad no esta en función de los padrones.

La última vez que salieron fue en el 2006 cuando ocuparon las calles para protestar contra Mario Marín por el caso Lydia Cacho. Desde entonces no se les había mirado juntos y me temo que ni el gobernador y su grupo sospecharon nunca que en algún momento podrían movilizarse contra ellos. Todavía más: encerrados en sus obsesiones y fobias es de creerse que –al día de hoy- no acaban de aquilatar su potencial político. Son, hoy por hoy, la principal fuente de opinión pública. Y tienen como medio de comunicación por excelencia a las redes sociales. Las verdaderas protagonistas de la marcha del domingo. Hace ocho años, el PAN imprimió y distribuyó miles y miles de volantes y hubo acarreo. Los medios de comunicación tomaron partido. Ahora en general los medios son vistos como parte de la propagad del gobierno. Y los son en los hechos. Claro, están sus salvedades. La crisis del gobernador es también la crisis de los medios de comunicación tradicionales.

[quote_right]En el transcurso de unos días, Rafael Moreno Valle Rosas se volvió tan vulnerable y tan poco creíble como en su momento ocurrió con Mario Marín. [/quote_right]

El resultado de aquella marcha contra Mario Marín, hace ocho años, fue la abdicación del PRI como partido y la entrega en paquete de la elección de diputados y senadores al Partido Acción Nacional. El presidente era Vicente Fox y el candidato presidencial de su partido Felipe Calderón Hinojosa. Ambos movieron las estructuras de gobierno y partidistas para favorecer al PAN. Calderón, en su paso por Puebla, el mismo día de la manifestación, se apersonó en el Congreso y solicitó juicio político contra Marín y prometió que, de ganar la presidencia, lo echaría del puesto. Por el gesto adusto y por el ambiente reinante, muchos pensaron que sí.

En aquel paquete de negociación (en lo que se tradujo la amenaza de echarlo de puesto), un advenedizo Moreno Valle –proveniente del PRI- entró al Senado de la República. Y así lo hizo también una lista larga de diputados y senadores que de otra manera nunca habrían pisado el Congreso de la Unión. Al cabo, Calderón ganó y se dio por bien servido con la entrega de la plaza marinista, y nunca más volvió a tocar la cuestión. Incluso, a  la vuelta de una nueva elección, en plano Zócalo de la ciudad, el dirigente nacional panista pidió a sus correligionarios poblanos que sacaran del debate el tema “Mario Marín”.

Hoy las cosas en Puebla no serán distintas y no tienen porque serlo. Así lo presagian los sucesos de las últimas cuatro semanas de crisis aguda del gobernador. Las imágenes de un inocente niño bañado en sangre son más dramáticas que la obscenidad de la conversación entra un Mario Marín y un Kamil Naciff. Hoy no está de por medio la elección presidencial, pero sí dos gubernaturas seguidas, y las diputaciones del año entrante. En el transcurso de unos días, Rafael Moreno Valle Rosas se volvió tan vulnerable y tan poco creíble como en su momento ocurrió con Mario Marín. Y sí, se mandan al saco de la basura los sueños de Su Majestad Presidente.