Lado B
Cabeza Prusia, una editorial a la deriva
Un proyecto independiente que inició en el 2010 y que ahora presenta su tercer título, Una americana, de Nathalie Quintane, un libro desconcertante que desafía los límites de los géneros literarios
Por Josué Cantorán @josuedcv
26 de agosto, 2014
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Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv

Están las editoriales comerciales que viven la presión de publicar libros que interesarán a un buen número de lectores y permanecerán por semanas en los anaqueles más visibles de las librerías; están las editoriales estatales que publican a los escritores locales que tienen poco o ningún acceso a esas otras editoriales comerciales; y está Cabeza Prusia, un proyecto editorial a la deriva.

El proyecto empezó en 2010, aún sin el nombre de Cabeza Prusia, con la publicación del libro No hay obra, hay taller, una edición que incluyó textos de Yara Almoina, Horacio Berra, Nicolás Cabral, Gianni Capitani, Marcelo Gauchat, Alejandro Hernández, Juan Antonio Montiel y Gabriel Wolfson.

Después, en 2013, siguió un ensayo escrito por el arquitecto y crítico de arquitectura Alejandro Hernández, intitulado Sombrillas, sombreros, sombras (de los orígenes de la arquitectura), donde el autor discurre sobre los fundamentos de dicha disciplina.

Y ahora Cabeza Prusia presenta Una americana, su tercer título, el más reciente, un texto inclasificable que oscila entre el ensayo, la poesía, el relato, o «los apuntes de una niña ingenua», como lo describe el editor Gabriel Wolfson durante su presentación en la librería Profética, el lugar donde, precisamente, se gestó Cabeza Prusia.

–Nos pareció un texto extraordinario, muy rico, asombroso –dice el editor, Gabriel Wolfson.

Una americana fue escrito por Nathalie Quintane, una escritora nacida en París en 1964, perteneciente a una generación de escritores franceses que en los años 90 comenzaron a publicar textos que desafiaban los límites de los géneros literarios y proponían una escritura más intimista, libre, pero también cargada de referencias históricas.

–Es un libro bastante difícil de definir, difícil de aprehender en una categoría genérica, sin duda –continúa Wolfson al respecto de Una americana–. Es un libro, creo yo, espero que lo sea, además, lo digo como una virtud del libro, es un libro desconcertante.

[quote_box_right]Queremos publicar los textos que a nosotros nos interesa leer. Es un hecho que son textos, o un tipo de texto más bien, que no estamos viendo muy frecuentemente en las mesas de novedades en las librerías a las que vamos; ésa es la idea.[/quote_box_right]

Familiarizado con dicha generación, el traductor español Octavio Moreno tradujo el texto de Quintane pero éste no fue publicado por editorial alguna, aunque varias estuvieron interesadas en hacerlo.

Así fue como Cabeza Prusia aprovechó la oportunidad y, tras hacer algunas correcciones a la traducción para que ésta se adecuara más al registro lingüístico de México, lo incluyó en su catálogo como el tercero de sus volúmenes.

Esa idea, la de pasar de un texto fácilmente reconocible como ensayo a otro más difícil de encasillar, fue, dice Gabriel Wolfson, «una especie de desquiciamiento en la línea editorial».

Pero la idea es, justamente, que el lector se desconcierte ante la variedad de textos que la colección irá ofreciendo mientras exista, pues las únicas restricciones que Cabeza Prusia se ha autoimpuesto son la de no publicar novelas («para eso ya hay un montón de empresas florecientes o no florecientes», dice Wolfson) ni ceñirse a ideas nacionalistas o localistas.

Foto: Josué Cantorán

Foto: Josué Cantorán

–A mí me gustaba muchísimo la idea –dice el editor– de que una colección que abriera con un libro que era claramente un ensayo, que era de arquitectura, tuviera como segundo título algo como esto, es decir, un texto que no permitiera a nadie hacerse una idea ya clara, ni siquiera a nosotros, de hacia dónde va a ir la colección.

Y en esa ambigüedad de línea editorial del proyecto podría estar, claro, su propia destrucción.

–Eso nos puede obligar a desaparecer prácticamente mañana pero por lo pronto no existe eso, no hay ninguna de esas obligaciones (…) Queremos publicar los textos que a nosotros nos interesa leer. Es un hecho que son textos, o un tipo de texto más bien, que no estamos viendo muy frecuentemente en las mesas de novedades en las librerías a las que vamos; ésa es la idea.

Después de este volumen, que se encuentra a la venta en Profética, Cabeza Prusia, que financia la impresión de sus libros mediante las becas que ofrece el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), publicará para noviembre el cuarto título de su catálogo.

Se trata de Ratas, líquenes, insectos, polímeros, espiroquetas, una antología a cargo de Jorge Cabezas Miranda que incluirá textos del grupo Diásporas, «el último grupo de vanguardia en serio en Latinoamérica», según la opinión de Wolfson, un grupo de ocho autores que funcionó en Cuba en la década de los años noventa y cuyos textos han sido poco publicados.

Después, quién sabe, será algo de poesía, ensayo, o de algo intermedio; dependerá quizá de lo que para entonces lean y quieran publicar los editores de Cabeza Prusia, una editorial a la deriva.

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Josué Cantorán
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