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Pocas personas pueden decir que sueñan con olores. Una razón de esto, según la Doctora Rachel Hertz, profesora de psiquiatría en Brown University, es que el sentido del olfato es “ignorado y condenado a la marginalidad”, especialmente en la cultura de Occidente, que da prioridad a la vista y el oído. Pero varias investigaciones han comenzado a estudiar cómo funcionan los olores en los sueños, y si es que podemos incluir un olor externo dentro de nuestra narrativa onírica.

En cuánto a esto último, el médico Alfred Maury –cuyos estudios fueron citados por Freud en La interpretación de los sueños— describió sus autoinducidas experiencias sensoriales en los sueños. Lo que hizo fue instruir a su asistente para que pusiera un poco de eau de cologne bajo su nariz mientras dormía. Al despertar, el asistente reportó que había soñado que estaba en Cairo, en el taller de Giovanni Maria Farina, el perfumista que inventó la colonia, antes de embarcarse en una serie de aventuras emocionantes. Para el doctor Maury, ello significó que, en efecto, los olores pueden entrar al mundo de los sueños y modificarlos.

Pero la doctora Hetz dice que esto no es posible. Los resultados de sus estudios en Brown University indican que las personas no responden a olores mientras están en la fase MOR del sueño o sueño profundo.

“No puedes oler mientras duermes, dice. “No hueles el café y te despiertas; te despiertas y hueles el café”. Pero lo mejor de todo esto es que no necesitamos que estudios nos digan si los olores pueden influir en los sueños o no; podemos hacer el experimento nosotros mismos. Lo interesante, además, no es tanto esta vertiente, sino la capacidad del soñador de inventar olores en los sueños.

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