Lado B
Humildad en la práctica docente -manteniendo los pies en la tierra-
Por Lado B @ladobemx
11 de junio, 2014
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Mtro. Carlos A. Audirac Camarena

Al estar estudiando el artículo “Reputación y humildad en la dirección de empresas” de Antonio Argandoña, me percaté que los conceptos propuestos por el autor, aunque dirigidos a los responsables de la dirección de empresas, eran perfectamente aplicables a las personas que nos dedicamos a desarrollar la labor docente: los profesores.

De manera similar a como lo hace un directivo en una empresa, el profesor se incorpora a una institución educativa para contribuir a alcanzar los objetivos de formación y desarrollo de los estudiantes desde el ámbito de la asignatura de la que se hace responsable, haciendo operativos los objetivos a través de la guía de aprendizaje, la cual incluye los contenidos temáticos, las estrategias didácticas, los apoyos bibliográficos y los criterios de evaluación, entre otros elementos.

Para poderse incorporar al programa académico en el cual desarrollará su acción educativa, el profesor pasa por la entrevista de selección con el coordinador académico, el cual evalúa su preparación académica, su trayectoria profesional, su experiencia docente, sus competencias didácticas y sus características personales que lo hacen la persona indicada para hacerse cargo del proceso de enseñanza – aprendizaje de los estudiantes que estarán bajo su responsabilidad durante el período escolar en curso.

En el proceso de selección de un profesor, los datos más evidentes se reflejan en la trayectoria de vida de la persona los cuales respaldan la decisión de contratarlo, pero también es primordial identificar las capacidades que ha desarrollado para el uso correcto de los conocimientos teóricos y profesionales en su interacción con los estudiantes en el aula y con sus colegas en el ámbito académico y, con la institución en su conjunto.

¿Cuáles cualidades se deberían tomar en cuenta en la tarea docente? Al igual que el autor del artículo mencionado al inicio, esta pregunta es relevante en la búsqueda de las personas que colaborarán con la institución educativa, resaltándose una virtud en particular por ubicar: la humildad.

En primer lugar se distingue a la humildad de significados como sumisión a otra persona, la complacencia, la falta de fortaleza, pasividad, ocultamiento en el anonimato o el descuido en tomar las responsabilidades que correspondan. Mucho menos se asocia a la humildad con la tendencia a acentuar las debilidades o los fracasos para causar lástima o buscar la aprobación de otros para ser etiquetado como modesto y sencillo.

A diferencia de lo anterior, se propone estudiar dos dimensiones de la persona para entender la humildad (en nuestro caso en la práctica docente), que se adaptan perfectamente a las características de un profesor: la visión que se tiene de sí mismo (lo intrapersonal) y por otro lado cómo se relaciona con los demás (lo interpersonal).

En lo que corresponde a la dimensión intrapersonal, ¿qué se pretendería encontrar en un profesor humilde?, lo primero es el autoconocimiento de sus cualidades, competencias, aspectos positivos, éxitos, así como de sus áreas de mejora y la identificación de situaciones que no han sido satisfactorias. Este autoconocimiento lo desarrolla el profesor de manera continua y sistemática, estando atento a la retroalimentación que los demás puedan hacer de su trabajo: aceptando lo bueno sin hacer alarde de ello e identificando lo malo sin desánimo ni conformismo.

El profesor humilde reconoce la necesidad de recibir apoyo de múltiples personas asociadas a su labor docente: colegas, especialistas de su campo profesional, especialistas de la educación, coordinador académico, funcionarios institucionales, cuerpos académicos e inclusive de sus propios estudiantes. En suma no hace suyo únicamente el mérito de las cualidades docentes desarrolladas.

El profesor humilde reconoce el balance que arroja su autoconocimiento, y emprende acciones que lo acerquen al ideal que se haya fijado para su trabajo en el campo de la educación. Estas acciones estarán encaminadas a reforzar los aspectos positivos y a disminuir el impacto de las carencias personales que como profesor identifique.

En lo que respecta a la dimensión interpersonal, el profesor humilde se preocupa porque lo conozcan tal y como es él: no alardeando de sus fortalezas ni ocultando sus debilidades, con una actitud abierta y no defensiva. En esta dimensión el profesor transmite cómo desea ser comprendido por los demás y cómo valora a los demás.

No intenta que los demás lo alaben ni se siente ofendido cuando se le critica. Al contrario acepta la opinión de los demás como una manera de mejorar la percepción que tiene de sí mismo, teniendo la suficiente disposición a pedir ayuda y consejo. Sobre los demás, hace una valoración ponderada y objetiva sin subestimar a nadie, sabiendo que los demás son mejor que él en al menos algún sentido (hablamos de sus alumnos, colegas, funcionarios, etc.).

El profesor humilde no hace comparaciones entre sus propias cualidades, méritos, conocimientos, acciones, resultados y los de los demás; y si lo hace siempre encuentra méritos en los demás. Haciendo lo anterior también es posible que cultive actitudes como la espontaneidad, la generosidad, el espíritu de servicio, el respeto, etc.

Argandoña identifica algunas ideas que impactarán positivamente en los directivos de las organizaciones, las cuales se adaptan a la labor del profesor:

  • El profesor humilde posiblemente cometerá menos errores, como consecuencia de un mejor conocimiento personal y por su actitud de aceptar la crítica y escuchar la opinión de los demás.
  • Su no arrogancia derribará barreras para sus relaciones interpersonales, las cuales serán más genuinas y sencillas.
  • Al juzgar de una manera objetiva, manifestando aspectos positivos balanceados con aspectos por mejorar, será reconocido por su sinceridad al elogiar y criticar.
  • Estará preocupado por el bien de la institución antes que el personal, aportando al desarrollo de las personas con las que tiene contacto cotidiano.
  • Al estar al pendiente de sus limitaciones, se mantendrá permanentemente en búsqueda de su actualización profesional, docente, personal y emocional evitando cualquier sentimiento de superioridad y arrogancia.

Es probable que un profesor humilde impacte en sus estudiantes y colegas de profesión, y tienda a ser imitado por la manera como dialoga, apoya, comparte, trabaja en equipo, innova o se solidariza con la institución y las personas que la integran. Nos queda, a los que nos dedicamos a la labor docente, aceptar el desafío de estar permanentemente observando la manera como reflexionamos acerca de nuestro desarrollo personal y cómo nos relacionamos con los demás para tratar de adoptar la virtud de la humildad.

El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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