Lado B
Un viaje en el tiempo en busca de la primera calculadora de la humanidad
 
Por Lado B @ladobemx
13 de mayo, 2014
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Sergio Ferrer | Agencia SINC

@agencia_sinc

En su bolsillo encontrará un ligero dispositivo capaz de multiplicar 258.553.569 x 993.105.092 en menos de lo que se tarda en pestañear. Cualquier teléfono lleva a cabo operaciones con una eficacia que la mayoría de matemáticos de la historia no podría ni imaginar, sin ni siquiera ser su función principal.

Pero las matemáticas actuales no serían posibles sin precursores como el ábaco o las calculadoras mecánicas, que a su vez han jugado un importante papel en la educación. La humanidad ha necesitado ayuda con los números desde su origen. “Esta historia comienza en el firmamento, enigmático e impresionante”, asegura a Sinc Ian Stewart, profesor de Matemáticas de la Universidad de Warwick y escritor. El divulgador explica que los primeros seres humanos “veían las matemáticas escritas en el cielo”, el cual intentaron “entender, predecir y controlar”.

El origen de los artefactos matemáticos se produce a partir de la sofisticación de las teorías: “Cuando los cálculos se volvieron demasiado tediosos o difíciles inventaron máquinas para el trabajo duro”, asegura Stewart.

Las matemáticas bajaron de los cielos al sur de África hace unos 35.000 años. Esa es la edad del primer objeto matemático conocido, el peroné marcado de un babuino, hallado en la cordillera de Lebombo (cerca de la frontera entre Suazilandia y Sudáfrica).

La etnomatemática Claudia Zaslavsky sugiere que, puesto que el hueso contiene 29 marcas, se trata de un calendario lunar –cada mes lunar corresponde a 29,53 días solares–. La investigadora se pregunta: “¿Quién sino una mujer que necesita monitorizar sus ciclos necesitaría un calendario lunar?”.

Zaslavsky admite que a los primeros agricultores también les interesarían esos registros, pero recuerda que “probablemente” fueran también mujeres las que iniciaron el cultivo, mientras los hombres cazaban. Por ello concluye que “las mujeres fueron las primeras matemáticas”.

El hueso de Ishango es otro palo de cómputo más reciente –datado en unos 20.000 años– y mejor estudiado que el ejemplar de Lebombo. Contiene tres columnas con números de fin desconocido. Puede que fuera usado como calendario o para hacer operaciones matemáticas simples, que incluyen la multiplicación y la división.

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