Lado B
El del 5 de mayo, un desfile lleno de símbolos
Entre la batalla de Gesttysburg, Díaz y la distancia entre Peña Nieto y Moreno Valle
Por Lado B @ladobemx
05 de mayo, 2014
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Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

Ernesto Aroche Aguilar

@earoche

Los helicópteros sobrevuelan la zona. Un área exclusiva, delimitada por vallas metálicas, a más de 300 metros de distancia de los miles de poblanos que desde temprano se instalaron en la vera del viaducto Zaragoza para presenciar el tradicional desfile. Un desfile que para las masas comenzará justo en la antigua entrada de Puebla, en aquel viejo arco que hoy vive cubierto de malla para evitar a las palomas.

Arriba, en el mausoleo al hombre de las gafas redondas que hace 152 años contuvo el avance de las tropas francesas, un ejército que un año después terminaría por entrar a la ciudad de México, la clase política hace antesala esperando la llegada del mandatario estatal, el que aspira y suspira por vestir la banda tricolor, el que apunta sus baterías primero en extender su control político a su partido a través de Gustavo Madero para obtener luego la candidatura.

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Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

Junto con Rafael Moreno Valle llegará Enrique Peña Nieto, el hombre que trajo de regreso a la presidencia al PRI, luego de dos sexenios de gobierno azul que dejó al país teñido de rojo.

Pero para eso pasarán cerca de dos horas, pues será hasta el filo de las 12:30 cuando el convoy de camionetas oficiales llegue hasta la explanada del mausoleo donde desde las 9 de la mañana esperan los conscriptos de la clase 1995, anticipados, remisos y mujeres voluntarias, para cumplir con el rito de la jura de bandera. Ese momento en el que los presidentes, y Peña Nieto no será la excepción, aprovechan para mandar un mensaje político.

Ahí el hombre de Los Pinos asegura que el suyo es un gobierno que respeta las libertades y los derechos humanos, entre ellos la libertad de expresión y el derecho a ser informados, justo los temas por los que ha recibido críticas recientemente por su iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones que mandó a la Cámara de Senadores, y que a decir de propios y extraños contenía un espíritu de censura y fortalecimiento de figuras represivas anidadas en la secretaría de Gobernación, igualito a lo que pasaba en el PRI antes de la alternancia presidencial.

Pero además de mensajes políticos, nítidos y velados, el mensaje del mandatario también apuntaló la figura de Benito Juárez, un personaje de la historia mexicana que durante el sexenio pasado fue sutilmente excluido del discurso oficial, al señalarlo como uno de los responsables de sentar las bases políticas del país.

La batalla de… Gettysburg

Si la simbología de la nación mexicana se construyó en el siglo XIX, entre escudo, bandera, himnos, héroes fundadores y mitos fundacionales, y se fortaleció durante el siglo XX, en estos primeros años del sexenio de Rafael Moreno Valle parece se busca expandirla más allá del río Bravo.

Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

En su primer año de gobierno, ese en el que cambió la tradición del desfile que de ser una fiesta de las escuelas poblanas pasó a convertirse en una celebración mediática con mucha plástica y producción a cargo del erario y de la empresa Five Currents –que cobró la friolera de 165 millones de pesos por desfile y celebración nocturna con cantantes y bailarines y muchos fuegos artificiales–, Moreno Valle ya había invitado a Abraham Lincoln para participar en el desfile, un hombre que vestido como el presidente norteamericano caminó con los contingentes del desfile del 150 aniversario.

Dos años después Lincoln regresó, pero ya no como un hombre disfrazado si no como una más de las estampas-símbolos que se prepararon para el desfile del 152 aniversario. Un carro alegórico a la batalla de Gettysburg, aquella que definió la guerra civil que se vivía en los Estados Unidos en 1863 y que sentó las bases políticas de la nación allende el río Bravo, cruzó las calles de la angelópolis poblana, justo después del carro alegórico a la batalla del 5 de mayo y antes del carro que representaba el fusilamiento de Maximiliano.

La justificación estatal: «se trata, al igual que la batalla del 5 de mayo, de un conflicto armado que se vivió casi en el mismo periodo histórico».

Si los desfiles son, al final, parte del aparato simbólico de un país para reafirmar su historia y sus leyendas, éste incluyó momentos fundacionales del vecino país del norte.

Porfirio Díaz  y EPN, entre símbolos y recuerdos

Y si de símbolos hablamos, simbólicos fueron también dos momentos: que el carro alegórico sobre el que una carroza rotulada como “Revolución de 1910” es tirada por cuatro caballos mecánicos fuera recibido por una de las conductoras del evento afirmando que “el régimen de Porfirio Díaz, a pesar de que se diga lo contrario, logró el reconocimiento internacional por su modernización del país”.

Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

Foto: Alfonso Reyes | presidencia.gob.mx

Justo la mítica figura del dictador construida por el discurso revolucionario y la historiografía priísta, a quien se le ha condenado por causar, luego de un prologando y desigual gobierno, el primer movimiento armado del siglo XX.

El otro momento simbólico se produjo cuando el carro alegórico al lema “Sufragio efectivo, no reelección”, otro de los mitos de la simbología tricolor, se quedara detenido por vario minutos justo frente a las gradas desde donde Peña Nieto y su gabinete miraban el desfile. El vehículo no se movió de ahí hasta que fue empujado por parte del equipo de apoyo contratado para el evento.

Y simbólico fue, en el pulso político local, que el presidente estuviera flanqueado todo el tiempo por el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda,  y por el secretario de Marina, Francisco Soberón Sanz, y que una silla más allá estuviera el gobernador del estado que poco o nada pudo platicar con el mandatario.

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