Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv

La fotógrafa suiza Claudia Andujar, durante una campaña de vacunación al norte de Brasil en 1981, capta las imágenes de decenas de indígenas yanomami de cuyos cuellos cuelgan collares con números para ser identificados, y se cuestiona si esa práctica, la de rotular y etiquetar personas, será un simple registro o más bien un síntoma de cosificación humana.

El fotoperiodista venezolano Paolo Gasparini, en sus viajes por todo el continente, recoge imágenes de los contrastes que ha dejado el crecimiento desmedido de las ciudades: por un lado anuncios publicitarios que imponen modos de vida, y por el otro los grafitis que exigen la caída de los gobiernos autoritarios o la aparición de las mujeres ausentes en Ciudad Juárez.

La artista mexicana Teresa Margolles recupera las notas póstumas de los suicidas de Guadalajara, coloca esos mismos textos en las marquesinas de cines abandonados, creando así películas imaginarias de títulos tan escalofriantes como “Adiós te dice la fea, la asquerosa que siempre odiaste”, y luego documenta su trabajo con fotografías.

Así de diversa ha sido la producción fotográfica de la región latinoamericana de los últimos 50 años, y esa misma diversidad se deja ver en la exposición “América Latina 1960-2013 Fotos + Textos”, inaugurada el pasado sábado en el Museo Amparo (2 Sur 708) y en muestra hasta el 29 de septiembre.

En coordinación con la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo, de Francia, y después de dos años de trabajo de investigación, la pinacoteca presenta una exposición que integra alrededor de 400 piezas de 71 artistas organizadas en cuatro ejes temáticos: territorios, ciudades, informar/denunciar, y memoria e identidades.

Pero hay de todo: desde el trabajo estrictamente documental de autores como el chileno Marcelo Montecino, hasta obras que se orientan más hacia el arte contemporáneo pero que utilizan la fotografía, de alguna u otra forma, como uno de sus soportes.

–Una de las propuestas iniciales –explica en conferencia de prensa Ángeles Alonso Espinosa, una de las curadoras de la exposición– es romper esta frontera, que a mí me parece de cierta manera artificial, entre el circuito de la fotografía y el circuito del arte conceptual. En cierto sentido éste es un primer diálogo entre estos dos sectores que se habían mantenido separados.

De manera que la exposición integra el trabajo de nombres más que conocidos en la historia del arte latinoamericano, como el chileno Alejandro Jodorowski o el argentino León Ferrari, hasta otros más jóvenes y menos célebres.

Y lo mismo se puede ver la obra de fotógrafos profesionales, como la mexicana Graciela Iturbide, que la producción de artistas conceptuales como el venezolano Claudio Perna, e incluso registros fotográficos de performances o acciones artísticas, como es el caso de la chilena Lotty Rosenfeld.

Las obras fueron seleccionadas de un rango histórico desde 1960, año definitorio para la historia de la región latinoamericana tras el triunfo de la revolución cubana, hasta 2013, cuando terminó el proceso de selección.

De esa forma, en el trabajo seleccionado se ven reflejados algunos de los procesos históricos más sobresalientes de los últimos cincuenta años, como las dictaduras en Chile y Argentina, así como los fenómenos sociales que parecen repetirse en toda la región, como la marginación de los pueblos indígenas.

Sin embargo, se pretendió que la exposición no reprodujera los clichés o estereotipos que se asocian con América Latina, sino presentar la diversidad de perspectivas artísticas presentes en la región.

Para finalizar, la exposición cuenta con el filme Revuelta(s), un documental producido expresamente para la muestra por Fredi Casco y Renate Costa y que incluye cerca de 30 entrevistas a artistas incluidos en la exposición, con la finalidad de que el público conozca más a fondo las motivaciones de su trabajo. Esta película también puede verse en línea.