Lado B
¿Vale la vida ganar una nota? (sobre Sergio Landa Rosado)
 
Por Lado B @ladobemx
21 de abril, 2014
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Karla Lottini* | Nuestra Aparente Rendición

“Nos vemos al rato, nos hablamos”.

Se despidió de los colegas que tecleaban en la redacción del Diario Cardel (en Veracruz, México). El domingo 20 de enero de 2013, a las 4pm, recibió una llamada y salió, dejando su computadora encendida con un texto incompleto que terminaría al volver. Desde entonces, el reportero de hule que trepaba en su moto y hundía el pie en el acelerador para llegar a la “escena del crimen” antes que los policías, continúa de-sa-pa-re-ci-do. Hablar de “su caso”, indagar sobre sus posibles captores, saber por qué (él), cómo va su proceso de investigación en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz (PGJV), e intentar contactar a sus familiares, es toparse con un fuerte edificado de miedo y silencio. Su historia está cercada por la burocracia, el vacío de respuestas.

Tomada de NAR

Tomada de NAR

Entre las voces que se apagan de terror ante la verdad: “nueve periodistas asesinados y al menos tres desaparecidos, incluido Sergio, durante los dos primeros años de gobierno de Javier Duarte”, uno de sus compañeros acepta conversar, con la condición de no revelar su nombre. “A las agencias de noticias les importan los periodistas, sí, ¡pero cuando están muertos y se vuelven noticia rentable para sus negocios! Antes de las protestas en las calles y los desplegados en sus páginas, nada: ni buen salario ni medidas preventivas para protegerlos. Por eso callamos. Ni cobardía ni autocensura, precaución. O te alineas, o te matan. Los que un día gobiernan, al otro son parte del crimen organizado”.

A sabiendas de que la familia de Sergio prefiere no remover las aguas, el entrevistado nos comparte un texto de Luis Velázquez: el retrato más completo del reportero que cubría la sección Policíaca para el Diario Cardel, “construido con versiones de amigos” (que pidieron ocultar sus nombres), para rescatar, más que al diarista, al ser humano: padre de tres hijas, esposo, bailador que en noviembre de 2012 fue raptado después de escribir sobre el secuestro de un taxista al que encontraron sin vida. Aunque logró ser liberado pronto, la tranquilidad se esfumó, quizá por ello tras publicar información incómoda se preguntó (en voz alta): “¿Vale la vida ganar una nota?”.

Diseñador, rotulista, fotógrafo, pintor, amante de la cumbia, lector de novelas policíacas y apasionado del fútbol, durante años trabajó como “burócrata” para el Ayuntamiento de La Antigua, explorando lo que llamó “las incongruencias de la política”. En 2012, Nueva Alianza lo postuló a diputado, pero renunció días antes de la elección. A casi cuatro meses de su desaparición, el también apodado Speedy González, es un mito periodístico cuya historia nadie quiere repasar, especialmente funcionarios, quienes con grandilocuencia evitan dialogar sobre el hombre de 49 años al que familiares y amigos extrañan por su vocación social, “alguien que amaba a su familia”. A lo largo de semanas, intentamos ponernos en contacto con el responsable del área de Personas Desaparecidas de la PGJV, sin éxito. Saber más sobre la “búsqueda judicial” del que gustaba subir fotos de sucesos policíacos controvertidos, a su página de Facebook, va de reto a tormento: “salieron a comer, llame después de las 4, permítame la transfiero, es en otra área, tiene que mandar un oficio dirigido al gobernador…”. La carta, con nombre, firma, teléfono, domicilio y motivo de la solicitud de información, es enviada a la oficina de Duarte. La respuesta rebasa los diez días que promueve Atención CiudadanaDe funcionario a funcionario, de secretaria a recepcionista, rastreando números de folio y recibiendo nuevas claves de expediente, finalmente Guillermo Altamirano Bencomo, agente del Ministerio Público de la Dirección de Investigaciones Ministeriales, declaró: “El artículo 348 del Código Penal, me impide dar información sobre la averiguación ministerial de Landa”.

¿Hasta cuándo, hay alguna fecha establecida en la ley para rendir cuentas de su trabajo? No, no la hay, concluyó.

*Escritora y periodista mexicana exiliada en Canadá.

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