Lado B
Las razones son las de siempre: la lucha continúa en Michoacán
 
Por Lado B @ladobemx
27 de abril, 2014
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Valentina Valle | Subversiones

En Cherán -el pueblo de la meseta p’urhépecha que fue el primero en enfrentar a un cártel del crimen organizado en Michoacán- los festejos para el tercer aniversario del levantamiento comenzaron desde el viernes 11 de abril y hasta el día 16, todavía no se habían terminado. Han sido días de música y fiesta, pero también de reflexión y memoria, con el recorrido de las fogatas y las denuncias de las mujeres que no nos permiten olvidar donde estamos y cómo se lograron estos resultados. A pesar de los rasgos de idealización que esta lucha empieza a tomar, en las palabras de algunos visitantes, Cherán nunca ha sido el paraíso, y sigue sin serlo: todos sus logros son el fruto de un trabajo incansable y de un esfuerzo constante de su población.

Sin embargo, saliendo del pueblo y agarrando la carretera rumbo a Uruapan, ya a la altura de Paracho es muy difícil resistir a la tentación de considerar esta comunidad, sino como el paraíso, por lo menos como una isla de paz en la tempestad michoacana.

Foto: Débora Poo | Subversiones

Foto: Débora Poo | Subversiones

Nuestro destino es la región de Tierra Caliente, el centro neurálgico de las autodefensas michoacanas. Para entender la importancia estratégica de la zona es suficiente recordar que lugares como Tepalcatepec, Buenavista Tomatlán, La Ruana, Apatzingán y La Huacana son los pueblos natales de personajes como Juan Manuel Mireles, Simón o El Americano, Hipólito Mora, el padre Gregorio López, Uriel y Juan José Farías, Estanislao Beltrán y Miguel Ángel Gallegos Godoy, entre otros. Aquí surgió el movimiento el 24 de febrero de 2013, aquí cambió su status por primera vez con los acuerdos de Tecalpatepec el 27 de enero de 2014 y un sentir común indica que aquí se podría acabar, el 10 de mayo de 2014. Esta es la fecha establecida por el gobierno para que los grupos de autodefensa entreguen las armas. Precisamente por eso estamos en camino, para escuchar la voz de los que desde hace más de un año están combatiendo el crimen organizado, logrando resultados que el gobierno no alcanzó en décadas de supuesta guerra contra el narcotráfico; ahora, el gobierno federal nuevamente, ve estos esfuerzos como una mera cuestión de uso de armas. La entrega de las armas amenaza con quitarles la única medida con la cual, no sólo siguen avanzando, sino con la cual conservan la vida.

Hay también otra razón por la cual decidimos recorrer esta carretera, había que pasar por los territorios que aún son inseguros: Paracho, Capacuaro y Uruapan; los pueblos que siguen, desde San Juan Nuevo hasta Apatzingán, resultan parte de los 20 municipios liberados o definidos como “abandonados” según un artículo publicado por Milenio el mismo día en que nosotros decidimos viajar. Que los retenes y las barricadas hayan quedado vacías mientras el doctor Mireles anuncia los acuerdos para un eventual desarme, no es una noticia cualquiera.

Llegando a San Juan Nuevo, la primera señal de que el pueblo está liberado no es la atmósfera de fiesta alrededor de los castillos del Señor de los Milagros sino la cantidad de efectivos de la policía federal que circulan por las calles al lado de las autodefensas. Esta será una constante: de la meseta p’urhépecha a Tierra Caliente, en los pueblos controlados por los comunitarios la presencia de la policía federal y del ejército es masiva; por el contrario, en los territorios que todavía quedan bajo el control del cártel no hemos encontrado a ningún funcionario de la seguridad pública. Allí los pueblos siguen vacíos, las tiendas cerradas, los muros anunciando conciertos de narcocorridos que nadie se ha atrevido a borrar. Frente a este panorama, es casi imposible no preguntarse cuál es el objetivo real del control gubernamental, si los Caballeros Templarios o el pueblo michoacano.

El movimiento sigue firme. Saliendo de San Juan Nuevo nos retienen y controlan en las barricadas de La Soledad, Aguacate Norte, Autolata, a la entrada y salida de Tancítaro, de Los Fresnos, Palo Picado, Pareo y Buenavista Tomatlán. Creíamos haber dejado las fogatas en Cherán, pero esta “gira nocturna” nos revela que el fuego de la resistencia arde en todo Michoacán, que la necesitad de seguridad sigue siendo muy fuerte y que las autodefensas siguen cumpliendo con un papel que ni siquiera les tocaría pero que asumen con ánimo y de una forma comunitaria.

A pesar que es ya muy tarde, en una de las barricadas del municipio de Tancítaro nos dedican el tiempo para una larga conversación que después de un reservado inicio se hace paulatinamente más relajada. El tema principal es el desarme, el tema está creando confusión y desconfianza no sólo hacía el gobierno que lo propuso sino también hacía el doctor Mireles quien lo está abordando. Quienes permitieron la entrevista se dicen dispuestos a conceder el beneficio de la duda para este plan, el cual, en una reunión del Consejo General se planteó también como una estrategia para legalizar las autodefensas y limpiarlas de los “arrepentidos” (aquellos que pertenecieron al crimen organizado pero que decidieron cambiar el rumbo de sus actos oportunamente). De hecho en las barricadas no se habla de desarme sino más bien de registro y legalidad. Sin embargo, hay muchos aspectos que no quedan claros, por ejemplo, de dónde viene la certeza de que los “arrepentidos” irán a registrarse como guardias rurales si ya saben que serán detectados y posiblemente detenidos; o como el estado piensa cumplir en menos de un mes con las condiciones establecidas por las autodefensas, es decir la liberación de los detenidos, el restablecimiento del Estado de derecho y la limpieza total de Michoacán.

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