Lado B
“Somos más americanos que todititos los gringos”
El de los Tigres, un concierto alejado de la solemnidad
Por Lado B @ladobemx
12 de marzo, 2014
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Foto: poblano.mx

Foto: @win | poblano.mx

Eric David Montero

@ericdmontero

El auditorio del Complejo Cultural Universitario está apunto de llenarse. Los fotoperiodistas están a la espera del momento ideal para disparar. Alberto Moreno levanta la batuta y cuenta en un compás de dos cuartos para que la orquesta sinfónica de la BUAP inicie con el “Jefe de jefes”, uno de los corrido insignia de los Tigres del Norte, esa que algunos dicen que está dedicada a Miguel Ángel Felix Gallardo, y otros que a Amado Carrillo, los dos narcos que en los 90s llevaron ese mote.

En el CCU nadie se mueve, en cualquier momento saldrán Jorge Hernández (acordeón y vocalista), Hernán Hernández (bajo eléctrico y voz), Eduardo Hernández (saxofón), Luis Hernández (bajo sexto y voz) y Óscar Lara (batería), para ofrecer un concierto acompañados por la orquesta de la universidad, ahora que se puso de moda eso de poner a grupos de música popular en conjunto con músicos de conservatorio.

¡Tatatatatatata!, suenan ráfagas de cuerno de chivo en todo el auditorio, pero nadie se alarma. En otros estados del país la violencia es cotidiana, y también tema de todos los días en cualquier noticiario del país, pero en Puebla todavía no son una amarga cotidianidad.

Las detonaciones se acaban cuando inicia un video clip de la telenovela Camelia la Texana, la emoción va creciendo. “Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana, traían las llantas del carro repletas de hierba mala. Eran Emilio Varela y Camelia La texana”, dice la canción y apenas se escuchan unos gritos. La mayoría intenta guardar compostura, con eso de que se trata de un concierto sinfónico.

Después de una pequeña presentación los cuatro músicos salen al escenario, los gritos son mayores, pero se nota que el público intenta no hacer tanto escándalo. Las ráfagas vuelven a retumbar en todo el auditorio y por fin inicia el concierto con “La reina del Sur”.

Foto: @win | poblano.mx

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Aquel grupo que lleva más de 4 décadas de trayectoria se nota cansado, les cuesta trabajo llegar a las notas altas. Hernan Hernández es el más desafinado de todos, en algunas partes se calla para no forzar su voz. Pero el auditorio o hace como que no se da cuenta o de plano lo perdona porque son los Jefes de Jefes.

Entre los muros del CCU sonarán las historias más conocidas de los tigres: “Camelia la texana”, “La reina del sur”, “Los dos plebes”, “La banda del carro rojo”. Historias que saltaron del mundo del narcotráfico a la música popular y regresaron para hacerse un hueco propio entre las clases populares. También sonarán otros temas, unos románticos y otros para bailar como “La manzana”, El sinaloense” y “El Celular”.

Pero de aquel concierto mezcla entre la música culta y la popular poco se oyó, la orquesta sólo intervino en cinco o seis canciones, después la solemnidad quedó rebasada, porque los de Sinaloa dejaron que el público que los tenía de cerca decidiera la lista del repertorio: “estamos para cantar sus canciones” dicen.

Así más que un concierto sinfónico parecía un baile de pueblo, de esos que se disfrutan desde la explanada de un pequeño zócalo o en la cancha de algún campo deportivo. “Saludos para Sinaloa, para Monterrey, para Saltillo, porque desde allá nos acompañan”.

Pasó la primera hora y media, y aunque al frente parece haber poco entusiamo, apenas sí corean las canciones y uno que otro se anima a gritar, en las últimas filas el jolgorio es cada vez mayor. Algunos ya tienen sus chelas encima: “ya mámale, mámale” dice un imperativo hombre a su amigo para que se apresure a beber. “La sinfónica no me gusta, está chingón nomás con ellos… así solitos” replica su acompañante.

Foto: @win | poblano.mx

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Pero a las 11 y media de la noche las cosas ya han cambiado, los que traían pareja se animan a bailar, y los que no hasta solos lo hacen. Hombres se llevaban el brazo a la barriga simulando tener una acompañante, mientras mueven el cuerpo de un lado a otro.

Vienen los temas dedicados a los migrantes: “El mojado acaudalado”, “El Americano”, “La jaula de oro”. Uno de los versos dede la escenario se recita: “…somos más americanos, que todititos los gringos” a modo de protesta por las redadas antinmigrantes, las detenciones y la falta de una reforma a favor de este sector. Lo dice un grupo que ya ha hecho su vida en Estados Unidos.

Ya son más de 3 horas y los Tigres del Norte siguen toque que toque. Pasa ya de la media noche, y todos piden otra: “No les vemos las ganas de irse, va de nueva cuenta, “El Jefe de Jefes”, dicen, nosotros ya nos vamos y que Dios quede con ustedes”.

Una vez que acaba la canción, los cuatro pasan al frente se toman de la mano y dan una reverencia a manera de agradecimiento. Las luces del escenario se apagan y los cuatro tigres avanzan lentamente a lo que será su guarida para descansar.

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