Lado B
El periodismo de superficie
 
Por Lado B @ladobemx
31 de marzo, 2014
Comparte

Un texto que analiza cuatro tendencias que marcan el estilo de la prensa peruana: Noticias hiperfragmentadas, periodismo de declaraciones, ultiminutismo y contenidos pensados para agradar a los anunciantes. Pero son tendencias que se pueden encontrar en todo América Latina.

Mario Munive | Clases de periodismo

La promesa de desarrollar información en profundidad va desapareciendo del marketing editorial de la mayoría de medios impresos en América Latina. Para no perder lectores y anunciantes la industria ha optado por trivializar sus contenidos. Y esta tendencia se percibe con mayor nitidez en el Perú. Vivimos en el único país de Sudamérica donde las ventas de los tabloides populares no caen ni se estancan. Uno de ellos, Trome, es el diario escrito en español de mayor circulación en el mundo. Su tiraje actual: 700 mil ejemplares. Un éxito comercial que no se basa en la calidad de sus noticias. Pero los cuestionamientos que podamos enrostrarle a este diario –objeto de estudio en la escuela de negocios de Harvard– valen también para otros medios; sensacionalistas, deportivos o de impacto político. Casi todos comparten una idea de cómo debe hacerse periodismo en estos tiempos. En esta prensa las noticias se presentan ahora en formatos cada vez más compactos. Noticias breves y superficiales. Noticias diseñadas como píldoras, construidas con una vieja camisa de fuerza llamada pirámide invertida.

Los gurús de esta tendencia repiten cada noche, en las salas de redacción, que la gente ya no lee e insinúan que la calidad del contenido es lo que menos importa. Los diseñadores conciben diarios para una audiencia que supuestamente detesta la lectura. Para ellos un texto largo es aquel que tiene más de cuatro párrafos. Si se excede ese parámetro, aseguran, resultará aburrido. Esta obsesión por la brevedad textual es un sentido común instalado en los medios (no solo) tradicionales. Y eso explica por qué géneros como la crónica o el reportaje ya no encuentran espacio en las páginas de estos impresos. Se consolida así una tendencia del diseño de noticias[1] que, en su versión limeña y exacerbada, pica y desmenuza la información hasta dejarla raquítica, jibarizada, despojada de contexto. Basta abrir cualquier tabloide de cincuenta centavos para comprobarlo.

La línea correcta de este periodismo de superficie también ordena que la cualidad más cotizada de un medio, o de un periodista, no es la independencia o la innovación, sino la inmediatez; la habilidad para ser los primeros en difundir una noticia. Cierto es que las audiencias valoran la información trasmitida en tiempo real, pero lo que quiero poner en foco aquí es esta suerte de ultiminutismo[2] que ignora una regla del oro del periodismo de calidad: la verificación previa. Por esa vía se hace pasar como contenido periodístico desde rumores hasta información  institucional y publicidad. Las redes sociales y no pocos portales online viven hoy del ultiminutismo. Y en este afán medios que todavía gozan de una buena reputación han desbarrado más de una vez ante sus lectores. En consecuencia, es comprensible la incertidumbre que surge sobre lo qué es verdad o mentira de todo lo que se sube a internet o se cuelga en los kioscos. Verificar la información con más de una fuente parece un lujo que pocos editores quieren conservar en sus redacciones porque, como escribe Julio Villanueva Chang[3], muchos periodistas “viven esclavizados por el vértigo de la primicia”.

Y este periodismo que trasciende formatos y tecnologías, a menudo opta por los dichos e ignora los hechos. No busca historias, soslaya las descripciones y las anécdotas y cubre páginas, noticieros o portales online con declaraciones, especulaciones y trascendidos. Su estilo es el de la llamada “nota seca”; una plantilla pródiga en muletillas del tipo: dijoañadióprecisóseñalósostuvosin embargono obstanteasimismo,como se sabepor otro lado… De este modo los medios y sus periodistas se convierten en meros altavoces. Editores y redactores se limitan a reproducir la versión parcial e interesada de las fuentes. Le repiten al lector lo que los políticos declararon el día anterior, lo que ya apareció en portales online y en noticieros de radio y  televisión. Este periodismo de declaraciones difunde opinión en vez de información. Y es común que dependa de las notas que envían los gabinetes de prensa. Así, la agenda de los medios termina pauteada por los creativos de corporaciones de la comunicación, cada vez más influyentes en las redacciones. Se trata de una forma de ejercer la profesión periodística en la que las palabras de las fuentes desplazan a los hechos como el centro de la información. Cientos de reporteros no saben hoy cómo buscar y trasmitir hechos, y mucho menos contar historias. Han sido adiestrados para andar a la caza de dichos y reacciones[4].

Seguir leyendo el texto en el sitio de Clases de Periodismo.

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion