Lado B
La artista que borda edificios en punto de cruz
La brasileña Regina Silveira intervino el Museo Amparo con impresiones en vinil
Por Lado B @ladobemx
04 de febrero, 2014
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Foto: Cortesía | Museo Amparo

Foto: Cortesía | Museo Amparo

Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv

No se sabe muy bien cuándo y dónde apareció en el mundo el bordado en punto de cruz, la milenaria técnica de dibujar con cruces de hilo sobre tela. Lo que sí se sabe es que se conoció en varias civilizaciones antiguas, desde Egipto hacia Medio Oriente, que floreció en la Edad Media y que en el Renacimiento ayudó en la alfabetización de las mujeres, quienes debían bordar letras capitales.

Ya en el mundo contemporáneo, cuando los límites del concepto de arte se desdibujaron, el bordado hizo su gran aparición en las galerías. Y en ese contexto, la artista brasileña Regina Silveira dio un paso más adelante y trasladó esta técnica al arte digital para con ella intervenir edificios y espacios públicos.

Pero si consideramos cada crucecita bordada como un pixel de computadora, quizá concluiremos que no hay demasiada diferencia entre ambas técnicas, que en el fondo pertenecen a la gráfica.

Foto: @josue

Foto: @josuedcv

–Las imágenes son muy esquemáticas, el punto de cruz es una equis geométrica, los agujeros también –explica Regina Silveira sobre el proceso de composición de “El sueño de Mirra y otras constelaciones”, una pieza que permanecerá expuesta en el vestíbulo del Museo Amparo hasta el 26 de mayo.

La obra, creada ex profeso para la pinacoteca poblana, consiste en más de 600 metros cuadrados de impresiones en vinil que asemejan animales bordados en punto de cruz y que fueron adheridos a los muros de cristal del vestíbulo del recinto.

–Es como una piel que, adherida al edificio –dice la artista en conferencia de prensa–, se mezcla con las transparencias y los múltiples juegos de luz que esta arquitectura proporciona. Ése es el sueño de Mirra y es mi sueño también.

El museo comisionó el trabajo a Silveira con la idea de que utilizara imágenes procedentes de la iconografía local, por lo que la artista realizó varios recorridos por Puebla y finalmente decidió que usaría imágenes de animales bordados en punto de cruz.

Después seguiría un proceso de documentación para la artista gráfica, quien revisó material bibliográfico para adentrarse en la tradición del bordado tradicional en el estado y sus alrededores. Pero no se piense por ello que fue ésa una investigación exhaustiva o rigurosa.

–El artista no trabaja como un científico ni como un historiador –dice Regina–. El artista hace transposiciones poéticas. O sea, yo mezclé identidades distintas de la región, así como mezclé los animales. Yo actúo poéticamente. No sé si el gato pertenece al mismo grupo indígena del gallo, tampoco me importa, me importa crear este conjunto de visualidad.

Finalmente se realizó un trabajo a distancia que tomó varios meses, pues Regina enviaba desde Brasil pruebas de las impresiones a México para que personal del museo las montara en las paredes. Después se enviaban fotografías del montaje a la artista para que las revisara y diera el visto bueno.

Eso, por supuesto, no evitó los imprevistos que siempre se suscitan en el montaje de cualquier exposición y que la artista debió supervisar en persona una vez en Puebla.

–Los espacios vivos son espacios de transitar –abunda– que presentan diferencias con la geometría perfecta de la computadora, nunca las salas son derechas ni los techos.

La desgracia de las intervenciones de Regina Silveira, así como de todo el arte site-specific –como se le conoce a las piezas creadas específicamente para ocupar una sala o reciento particular–, es que son efímeras, temporales, y que una vez desmontadas desaparecen.

Por eso el Museo Amparo ha utilizada uno de sus nuevas salas de exposición para exponer doce maquetas y seis videos que consignan las cinco décadas de trabajo de Regina Silveira, donde se podrá contextualizar históricamente la intervención actual.

Foto: Cortesía | Museo Amparo

Foto: Cortesía | Museo Amparo

Ahí se verán, primero, las fachadas de museos brasileños donde Silveira colocó impresiones de sombras o huellas, y después de insectos gigantes, para pasar a la etapa donde la artista se interesó por imitar el punto de cruz, creando imágenes celestes en impresionistas combinaciones de colores, siempre pensando en reinterpretar y deconstruir el lenguaje arquitectónico.

–Quería contarle –dice la artista al responder una pregunta de la prensa– que siempre es muy difícil y de mucha responsabilidad, para un artista, intervenir un edificio que casi siempre tiene un significado histórico.

El Museo Amparo, uno de los más tradicionales de Puebla, conservará su significado histórico pero por cuatro meses, mientras los bordados computarizados de Regina Silveira estén ahí, tendrá un agregado más.

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