Lado B
Di Benedetto: terrible voz de bajo profundo
 
Por Lado B @ladobemx
09 de febrero, 2014
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Natalia Gelós | Anfibia

El 24 de marzo de 1976, el escritor Antonio Di Benedetto fue secuestrado. Al día siguiente, el diario Los Andes, donde trabajaba como subdirector, tituló: “El país vive y trabaja normalmente”.  En la redacción su nombre quedó vedado: el 31 de mayo lo dejaron cesante. La cronista Natalia Gelós reconstruye los días que el autor de Zama pasó en prisión hasta que fue liberado en el invierno de 1977. Anfibia presenta un fragmento de “Antonio Di Benedetto periodista”, publicado por Capital Intelectual.

Foto tomada de www.revistaanfibia.com

Foto tomada de www.revistaanfibia.com

Durante las últimas horas del 23 de marzo de 1976, el golpe de Estado contra el gobierno de Isabel Perón parecía inminente. En la Redacción de Los Andes todo era tensión. A las diez de la noche, Horacio Tato, el director de la agencia Noticias Argentinas había hecho circular un cable informativo que anunciaba el pronunciamiento militar.

Di Benedetto se quedó en el diario, para cubrir lo que se venía, y se ocupó de que su hija, Luci, estuviera segura al día siguiente. Su mujer había viajado a Córdoba y la chica, que por entonces tenía 15 años, iba a dormir en la casa de una amiga. Bien entrada la noche, la llamó. Le dijo que al otro día faltara al colegio. “No puedo recordar si mencionó las palabras ‘golpe militar’”, dice Luci hoy.

En la Redacción, trataba de mostrarse tranquilo. No había mujeres. Los hombres esperaban lo que podría suceder. Hacia la madrugada, el Ejército inició una seguidilla de arremetidas contra la prensa. Primero, atacó con bazukas el Sindicato de Prensa de Mendoza. Más tarde, fue por el pez gordo del periodismo mendocino, Los Andes. El jefe de Noticias, Lucero, fue detenido (su padre era el general Pedro León Lucero, interventor de la provincia hasta el golpe).

Rafael Morán y Miguel Títiro salieron a recorrer la ciudad. “Esa noche había mucha incertidumbre –explica Títiro–. Yo vivía a 20 kilómetros del centro y me quedé en el diario. Uno de los puntos de intranquilidad era la casa de Di Benedetto, así que deambulábamos en los autos del diario para ver que todo estuviera bien”.

Hay un dato que permite pensar que sabía que irían a buscarlo. Raúl Silanes dice que el entonces senador por el Partido Demócrata mendocino Amadeo Frúgoli se lo había advertido. Y, si bien, cuando se lo consulta hoy sobre ese hecho, Frúgoli niega que haya ocurrido y alega que no sabía que se produciría un golpe militar esa noche, Silanes afirma: “Él llamó a Di Benedetto (según lo que me contó hace muchos años y, tal vez, en una versión más cercana a esos días), para avisarle que lo irían a buscar y que se fuera. Di Benedetto desoyó ese aviso y se quedó en el diario, considerando que ése era el lugar de donde se lo tenían que llevar».

En la madrugada del 24 de marzo, pasó un rato por su casa y volvió al diario. Y allí estaba cuando entró un grupo de uniformados, entre los que se encontraba el vicecomodoro Juan Piuma, con una orden de detención para el subdirector. Antes, habían estado en la casa del periodista y también lo habían buscado en la casa de su hermana, Carmen.

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