Lado B
Carlos Arellano: las pasiones de un músico para “sacar el día”
Cuando los arpegios del pan y la cocción de las canciones se mezclan
Por Lado B @ladobemx
12 de febrero, 2014
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En octubre del 2011 publicamos esta charla con Carlos Arellano, hoy la traemos de regreso para recordar al 30 ñero que ya fue rockero, blusero, panadero, cocinero y hasta burócrata

Carlos Arellano

Xavier Rosas

@wachangel

“Aquí nomás estoy de paso, sólo vine a trabajar; aquí nomás volando bajo y con mi pensamiento allá”, dice una de las rolas del compositor mexicano Carlos Arellano. En una charla con Lado B, taza de café incluida, cuenta cómo ha sido su vida desde que decidió dedicarse a la música y las dificultades que ha sorteado. Su pasión se divide entre un horno de pan y los arpegios rockeros de su guitarra, labores que alterna para “sacar el día”.

Al hablar de su faceta como trovador, fenómeno musical con el que se le ha identificado en Puebla, responde instantáneamente  que él se siente “más rockero que trovero”, al tiempo que sonríe y asesta el golpe final a su frase “a mí me da muchísima hueva la trova”.

Rockero, blusero, panadero, cocinero y burócrata son los oficios que ha desempeñado y que han hecho que en Puebla se conozca el nombre de Carlos Arellano, en ocasiones como un fantasma que recorre el Barrio del Artista.

Un difícil camino: la música

Reportero (R):¿Es muy dificultoso dedicarse a la música?

Carlos Arellano (CA): Pues es muy dificultoso. Por ejemplo, siempre he llevado en paralelo a la parte musical diferentes actividades que me permitan sacar el día. En algunos momentos ha sido andar de burócrata cultural, estuve casi diez años en esas, en la Secretaría de Cultura y un tiempo en el Instituto Municipal de Arte y Cultura, y otra de las actividades que también he realizado desde hace mucho tiempo es el asunto de la panadería y la venta de comidas.

Esas dos actividades son apoyos muy buenos para mantener este rollo de la música; hay rachas donde la música pide más tiempo y ofrece más lana, pero son sólo rachas.

R: La panadería, ¿cómo llegas a ella, cómo se llama tu panadería?

CA: No tiene nombre porque resulta que nosotros hacemos pan y lo vendemos en diferentes lugares; es decir no hay local, y parte del proyecto que traemos es hacer un local para su venta.

Según las temporadas vendemos pan, hago pan tipo europeo, panes integrales de diferentes granos; siempre en las navidades nos inventamos cosas y vendemos para esas fechas baguetes, pays.

“Digamos que los últimos diez años de mi vida han sido siempre compartir la música con esta actividad de la cocina y la panadería”.

Foto: Joel Merino.

R: ¿Cuál fue ese momento en el que te enamoraste de la guitarra y decidiste iniciar la vida de músico?

CA: Es algo que viene de la casa. Mi papá tocaba la guitarra, siempre la tocó para él, para sus hijos, para sus compadres, para la casa; es decir, nunca lo hizo profesionalmente, entonces en la casa siempre hubo una guitarra desde que yo nací.

Mis hermanos mayores tocaron la guitarra y yo crecí viendo a mis hermanos ensayar y bueno, a mi papá con la guitarra tocando boleros y mis hermanos con el  rock and roll.

Al menor de mis hermanos mayores le tocó la época del hipismo mexicano, la época de Avándaro -1971-; él fue a Avándaro e hizo toda la ruta de ”la onda”, se salió de la casa chavo, fue un hippie con todas las de la ley, andaba rolando por todos lados, se hacía su ropa, etc, y llegaba  la casa con discos y entonces él fue algo así como mi “gurú” en términos de música.

Después de esto pues me empecé a juntar con los amigos que también tocaban guitarra y me convertí en músico de banqueta; es decir,  tocas afuera de tu casa, afuera de la escuela, andas con tu guitarra sacando las rolas que más te gustan y eso te lleva naturalmente a armar tu primera banda, a fusilarte las canciones que más te gustan y digamos que en este proceso, mi hermano el inmediatamente mayor, Víctor Arellano, él puso los libros en la casa.

R: ¿Recuerdas la primera vez que te presentaste ante el público?

CA: Sí recuerdo, digo, con la formalidad que pueden dar los diecisiete años, pero ya era un grupo con el que ensayábamos, que nos reuníamos. Sí recuerdo una primera tocada, no sé si era un cumpleaños; algún  conocido nos invitó a una fiesta familiar en la Reforma y la 19 Sur, y fuimos a una casa. Éramos cuatro los del “grupito de rock” que nos dedicábamos a fusilar rolas de muchos de los grupos que nos gustaban en ese momento, y recuerdo que esa fue la primera vez que me presenté en público. No recuerdo si nos pagaron, generalmente uno “se calienta” y dice namás dame pa’l taxi y yo voy.

R: Cuando escuché por primera ocasión de Carlos Arellano, te identifiqué como “trovador” del Barrio del Artista; sin embargo luego me entero que eres rockero.

CA: Sabes qué es lo que pasa con este rollo de la trova, que de repente la trova se convirtió como en una “modita” no tan sólo en Puebla, sino en el país, con mucho “jale” entre los jóvenes y entonces, para mi fortuna, o sea no fue algo buscado, a mí me invita la gente que hace rock y también me invita la gente que hace trova.

Todo esto tiene que ver porque desde el lado de la trova como que escogen o les gustan mis lados más melosos, o sea, baladitas. Por el otro lado está un sector de gente que hace rock urbano, rock más acústico y que en algún momento se le llamó rock rupestre por Rockdrigo González, quienes me invitan.

Yo ya no conocí a Rockdrigo, yo me empecé a ir al DF como en el 87, pero toda la banda que tocaba con Rodrigo me adoptó; entonces en ese tiempo yo empecé a ser parte de los rupestres con rolas más acústicas de guitarra pero desde rock.

Por supuesto que me siento más rockero que trovero; es decir, la trova, con pocas excepciones, pues en general está de hueva, a mi me da muchísima hueva la trova, aunque hay unos cabrones que son buenísimos y no me molesta estar en lugares donde se toca trova.

Arriesgando en nuevos proyectos

Foto: Joel Merino.

R: ¿Cuánto tiempo lleva este proyecto de canciones de migrantes entre manos, cómo surge?

CA: Tiene 19 años. Este proyecto inició con una propuesta que hicimos Óscar López, Enriqueta Silva y yo. Leímos una entrevista, estábamos buscando tema para meter un proyecto y por aquellos años salió un número de la revista Nexos dedicado a la migración en México con un artículo publicado por Robert Smith, que es uno de los investigadores pioneros de este fenómeno y quien había visitado Puebla para su investigación, y éste traía datos sobre los poblanos en Nueva York.

Entonces nos salta, leemos los datos y lo que hicimos fue comunicarnos con Robert Smith para que nos ampliara la información. Y con todo lo que nos dio tuvimos el fundamento y además la oportunidad para armar nuestro proyecto y presentarlo en la primera edición del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos, y salió de ahí aprobado; nos dieron una lana y con esa lana nos dimos a la tarea de ir a recorrer la Mixteca para sacar entrevistas a familiares o ex migrantes, y después nos fuimos a Nueva York a entrevistar a los paisanos.

Hicimos alrededor de 100 entrevistas y armamos guiones para radio y yo hice las canciones para esos programas de radio. Al año siguiente, en el 93, fuimos a entregar los programas para su transmisión en Nueva York, en una radio comunitaria que se llama WBAI, y en ese momento existía la radiodifusora de Sergio Mastretta y como ahí habíamos grabado los programas de radio, ahí los empezamos a transmitir. Ese fue el origen de estas canciones.

“Sí me pone nervioso porque son territorios que yo no he explorado bien, y siempre salirte de tu zona es bien chingón, pero es bien riesgoso”.

R: ¿Cómo fue su proceso de creación?

CA: Fue interesante, porque fue mi primer conocimiento de pueblos semifantasmas o pueblos de viejos y niños. Eran escenografías exóticas para mí; es decir, ver pocos jóvenes, ver poca gente, ver esos contrastes entre grandes casas, grandes construcciones  en medio de casas muy pequeñas con el dinero que enviaban; ver obra pública generada por los migrantes.

Después ir a Estados Unidos y encontrarlos en ese otro medio, encontrar tanto paisano hablando poco inglés, conociendo las historias de los muchos sufrimientos y escasos y muy contados éxitos; entonces buscamos contrastar las historias rudas, difíciles, trágicas, junto con las historias de éxito.

Lo que hice al regreso fue: primero supe que tenía que tocar todos esos temas a partir de la música tradicional mexicana, cosa que yo no había hecho; es decir, por supuesto que siempre me ha gustado la música tradicional mexicana, pero no había tenido un pretexto para meterme de lleno a esa música. Entonces el tema me invitó y me llevó, fue un asunto que a mí me llenó de gusto y también fue un reto a hacer.

Por otro lado no sabía cómo abordar las canciones., entonces leyendo y transcribiendo las entrevistas a papel, hice una especie de método de saqueo, quise darles voz a ellos y quise entrometerme lo menos posible. Fui leyendo y fui subrayando líneas que me parecían precisas, que daban la información pero que además me parecía (que) tenían giros verbales muy de la gente de la zona y fui atándolas, intentando que mi mano se notara lo menos posible. Resultaron trece canciones de las cuales 10 así se hicieron, y las tres restantes fueron como mi crónica, mi opinión.

“Fui jugando con todo esto y fui armando –el material-, buscando que las canciones fueran cantadas en primera persona, que ellos fueran los de la voz y yo el de la música”.

R: ¿Cuál fue la primera canción que escribiste de este material?

CA: La primera canción que hice fue a partir de una entrevista en particular, me era obligado, porque fue una entrevista que a mí me sedujo. Entrevistamos a un señor que se llama Francisco, en ese momento, en el 92, tenía 40 años –en Estados Unidos-.

Él es de Piaxtla, de un pueblo de la Mixteca, y lo conocimos a las orillas del Río Hudson donde durante el verano hacen la liga de futbol de latinos; entonces ahí ponen sus tenderetes, sus comidas, tacos, ‘cervezas’ mexicanas, ‘Coca Cola’ mexicana, y entonces nos instalamos en esa franja y él atendía uno de esos puestos.

Foto: Joel Merino.

Nos jaló –su conversación- porque era muy elocuente, un señor analfabeta pero con una verborrea muy ‘lucidora’ y que además hablaba muy bonito. Lo entrevistamos y él responde a mi primera pregunta de –qué se siente tener cuarenta años acá, viniendo de un pueblo tan pequeño como Piaxtla y sin saber el idioma- porque hasta ese momento sólo mascaba dos o tres palabras pero seguía sin hablar inglés; y nos dice –mire joven, yo sólo estoy de paso, sólo vine a trabajar-.

Entonces esta frase es con la que arranco la canción y la canción se llama “De Paso”. Luego nos invitó unas cervezas, unos tequilas y ya picados nos invita a su casa y la borrachera se prolonga hasta altas horas de la madrugada. Entonces yo tenía mucho material de él, estaba lleno de líneas interesantísimas con las que podía armar una gran canción y esa resultó la primera.

“Aquí nomás estoy de paso, sólo vine a trabajar

Aquí nomás volando bajo y con mi pensamiento allá”

R: ¿Cómo retomas este proyecto?

CA: Me hace una invitación un amigo mío llamado Armando Chacha, me dice que quiere que toque en un Festival de Sones, y mi primera respuesta fue que sí, pero también pregunté ¿por qué yo?,  porque en realidad a mí nunca me habían invitado a tocar en un festival de sones y resultó que él se acordaba que hace muchos años había tocado unas canciones sobre migrantes y me comentó que le gustaría que las tocara.

En esa ocasión busqué subrayar su origen y cruzarlo con la sonoridad que da una batería, que da una guitarra electrificada que es la que toco yo y un bajo eléctrico; entonces de repente hay una actitud que viene más del rock y que es una cosa que yo quisiera subrayar si se lograra la intervención de la Banda Sinfónica Mixteca, creo que eso permitiría hacer algo muy sabroso.

R: ¿Qué necesidades tendrías para realizar el proyecto?

CA: Las mejores condiciones serían a partir de una beca que me permita estar en constante contacto en Tepeji con el director de la Banda Sinfónica Mixteca. También tener destinados tiempos para el proyecto, y eso a mí me resulta complicado, solicitar becas que da el Foescap.

La otra opción es buscar salidas alternas. Buscar el apoyo del Consejo –Coeculta- para que tenga entrada libre con la Banda Sinfónica Mixteca, y que a ellos les asignen esta chamba como parte de sus cargas de trabajo y que sea lo único que yo le solicite al Consejo.

Trascender: una tarea con varias pasiones

R: ¿Cómo trascenderías en la música?

CA: Mira, yo creo que sería seguir publicando. Yo tengo cinco discos publicados y para los tantos años que tengo, no tan sólo de vida sino también tocando, son pocos discos y tiene que ver mucho con esto que de repente la vida te lleva a estar haciendo pan y cosas o a estar en una oficina, y de pronto el ritmo de tu música, de tu producción y de tu material, baja.

Me veo haciendo pan para seguir financiando muchos proyectos y seguir construyendo cosas que estoy haciendo en mi casa. Es un rollo de generar una vida sustentable de muchos sentidos y por muchos lados.

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Autor Lado B
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