Lado B
Esperando al príncipe azul
Durante mis vacaciones disfruté de un libro maravilloso: “La mujer rota”, escrita por Simone de Beauvoir. Las tres narraciones me interesaron, aunque la tercera, del título original, es la que me llevó por diferentes laberintos de emociones, pensamientos y sentimientos. Si bien disfruté de la riqueza del lenguaje y la complejidad de la mente humana, al final me quedé con varias reflexiones respecto a la situación que vivimos las mujeres actualmente con respecto al amor romántico.
Por Lado B @ladobemx
17 de enero, 2014
Comparte

Liz Ruiz

Dije “para siempre” y la frase susurró “solo por hoy”

Durante mis vacaciones disfruté de un libro maravilloso: “La mujer rota”, escrita por Simone de Beauvoir. Las tres narraciones me interesaron, aunque la tercera, del título original, es la que me llevó por diferentes laberintos de emociones, pensamientos y sentimientos. Si bien disfruté de la riqueza del lenguaje y la complejidad de la mente humana, al final me quedé con varias reflexiones respecto a la situación que vivimos las mujeres actualmente con respecto al amor romántico.

blanca-nieves-con-hijos

Nos venden el amor romántico desde que tenemos uso de razón ¿Alguien recuerda la primera vez que le dijeron “el amor de pareja es lo más importante del mundo”? No, porque crecemos en una sociedad donde esta idea es un dogma perennemente presente en nosotras, desde nuestra vida cotidiana hasta las preguntas existenciales que nos llegamos a formular. Pero primero que nada: ¿Por qué “nosotras”? El amor de pareja tradicionalmente concebido es uno de esos asuntos fundamentalmente femeninos: el romance, la ternura, el darlo todo por amor… tan es así que las películas y novelas románticas son primordialmente “para mujeres” (las revistas para hombres confirman este imaginario colectivo en todas sus publicaciones). A nosotras nos dan bebés y princesas enamoradas el 6 de enero, como un constante aprendizaje para nuestra vida adulta; no estamos jugando, nos estamos entrenando, (mientras que los niños sí pueden jugar a ser Spiderman). Así, vivimos la vida esperando el príncipe azul, ya sea encerradas en una torre o whatssapeando en clase de química. Las mujeres entendemos nuestra relación de pareja como el triunfo de nuestra vida, y lo primordial por sobre todas las cosas.

Es cierto que el amor romántico también es un producto mercadotécnico para hombres; pero al igual que las cremas antiarrugas, ellos solo son el objetivo secundario de un sistema voraz que no se quiere perder la mitad del mercado. Los hombres podrán sufrir por amor y llorar borrachos con canciones de José José, pero las mujeres hemos sido programadas para dejar todo por amor. Ellos jamás dejarán su profesión truncada, ni se esforzarán por ganar menos que nosotras para que no nos enojemos, ni renunciarán a un demandante cargo excelentemente remunerado porque sus esposas se lo prohíben. Ellos sufren con el amor romántico, sí, pero no dependen de las mujeres en todos los aspectos. No me culpen de exagerada, aún este fin de semana supe de una mujer de veintiséis años, de la urbe, clase media, exitosa profesionista, casada recientemente cuyo marido le prohíbe trabajar los fines de semana. Sentada en la misma mesa que yo me lo platicaba más con desdén que con indignación, pero finalmente le hizo caso.

Y no solo nuestra independencia económica y profesional es incierta: con la idea de entregarnos completamente a un solo hombre perdemos nuestra autonomía sexual y emocional. Ya numerosas feministas lo han dicho: la arraigada idea de la mujer de querer compartirse eróticamente con un solo hombre nos vuelve más dependientes a este. Así, las mujeres “no entendemos” por qué él sí quiere coger con otra, por qué no le soy suficiente, por qué no renuncia a su deseo por amor. Nosotras vivimos angustiadas por gustarle, por bastarle; supuestamente tratando de evitar una infidelidad incomprensible. Vivimos para él. Y de nuestra parte decimos frecuentemente no necesitar a nadie más en el plano erótico, que él me basta, que yo quisiera tener sexo solamente con él para siempre. Reducimos nuestro mundo a él, nos rehusamos a disfrutar otras experiencias donde él no sea el protagonista. Este vínculo nos hace más difícil romper una relación o iniciar otra. Una mujer de mediana edad me decía: “No quiero terminar con él y luego tener otra pareja, porque entonces ¿con cuántos hombres me voy a terminar acostando?” Es decir, nos atamos a una relación disfuncional por salvaguardar nuestra reputación, nuestra idea de amor o nuestra represión sexual.

Nuestra vida llega a girar en torno a ellos, (sí, aunque trabajemos), pero no solo nuestra rutina: nuestro autoconcepto físico, intelectual  y emocional; nuestra autoestima e incluso, como en el caso de “La Mujer Rota”, nuestra cosmovisión en general. ¿Será posible que nuestro sagrado amor romántico sea solo una maniobra de opresión? (Ahora sí me linchan).

El cuento acaba con un “Y vivieron felices…para siempre”. Y con esta idea pensamos que estamos construyendo una relación ¿Pero para qué? ¿Solo para que dure? Nunca pensamos que estamos disfrutándola para el aquí y el ahora, sino siempre para el futuro. Para que se cumpla ese “para siempre” que probará que era amor de verdad, que sí encontramos el amor, que sí éramos el amor de nuestras vidas. Nunca se nos ocurre que podemos tener muchos amores de verdad, muchos amores de la vida. Jamás pensamos en que nuestra relación de pareja es para divertirnos, para sentir placer, para desarrollarnos más y mejor, para aprender a amar mejor, para ser mejores seres humanas.

La mujer rota cree que un buen pasado debía asegurarle un buen futuro, pero el futuro será incierto siempre. Para encararlo necesitamos esperanza, no certeza.

Busquemos otras alternativas de relacionarnos erótico-afectivamente, cuestionemos el dogma del romanticismo vacuo y codependiente, exploremos nuevas formas de sentir, de amar y de ser mujer.

Quítate la idea de la entrega en el amor, dejar todo por alguien no es amor, es codependencia. Quítate la idea del futuro de tu vida emocional, a menos que sea con respecto a ti, un futuro pletórico de una esperanza que emana desde ti.

Gracias por leerme. Feliz año nuevo y nos leemos en quince.

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion