Lado B
El costo de las relaciones domésticas
 
Por Lado B @ladobemx
30 de enero, 2014
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Santiago Canevaro y Luciana Mantero | Anfibia

Hace 18 años que Natividad trabaja en la casa de Irene. Le ha dicho que la regularice, que la inscriba en la AFIP, le haga los aportes previsionales y le pague las cargas sociales que corresponden, pero Irene no dice nada. Dilata la cuestión. Hace unos días, le dijo que según sus averiguaciones eso no es posible. Así dijo: “Eso no es posible”.

Natividad sabe que es mentira. Un abogado le aseguró que si empezara un juicio lo ganaría. La bronca le revuelve el estómago. Tantos años de quererse y la engaña de esta manera. Su hermana trabaja con la prima de Irene, su sobrina limpia en lo de la prima de Irene, su tía trabaja como niñera de los mellizos de la hija de Irene. ¿Y ella le paga así, mintiéndole?

Foto: Cooperativa Sub. Tomada de www.revistaanfibia.com

Foto: Cooperativa Sub. Tomada de www.revistaanfibia.com

“¿Y si le hago juicio y la mando a la mierda?”, se tentó muchas veces. Pero hubiera sido arruinar toda una industria familiar basada en la confianza.

En la cocina, esperan que se terminen de dorar los canelones, cuando le dice que va a renunciar. La mira a los ojos; Irene desvía la mirada hacia los azulejos del piso.

–No vaya a ser cosa que en vez de una carta de renuncia me vayas a mandar una carta documento –dice Irene.

–Perdé cuidado, que yo no soy esa clase de persona –contesta ella.

Gracias a su comadre empezará a trabajar pronto en una casa nueva, ganará el doble, en blanco, menos tiempo y con más flexibilidad.

–Hice bien en aguantarme la bronca –dirá después.

Habría tirado tantos años a la basura. Y ni hablar de la amistad, el cariño. Se habría quedado sin referencias. Habría ensuciando el honor del resto de su familia. El tiempo le daría la razón. Era importante que la nueva patrona supiera qué clase de persona estaba metiendo en su casa.

***

Las 150 mujeres y los ocho hombres caminan en la Plaza de Mayo; usan remeras blancas con letras celestes y rojas. Algunas dicen Unión de Personal Auxiliar de Casas Particulares (U.P.A.C.P) y están estampadas con el logo del sindicato. Otras son más coloquiales: Empleadas domésticas. Pasan por al lado de una carpa en la que protestan ex combatientes de la guerra de Malvinas, desfilan cerca de la Pirámide y se amuchan bajo la sombra de una de las pocas palmeras que alivian aquel agobiante mediodía de noviembre. Las mujeres llevan en sus manos pancartas con la inscripción “Por la reivindicación laboral”. Hace un rato bajaron de cuatro micros escolares anaranjados.

Charlan entre ellas, pero cuando se acerca un móvil del noticiero de Telefé que transmite en vivo, se agrupan, levantan los carteles y las banderas fluorescentes. El grupo de hombres desenfunda unos instrumentos. Se hace una suelta de globos celestes y blancos y entonan, con cierta afinación.

Continúe leyendo esta crónica sobre las empleadas domésticas en Argentina, así como su fotogalería, en la revista Anfibia.

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