Samuel Oakford | IPS Noticias

Naciones Unidas. La violencia en República Centroafricana amenaza con convertirse en una nueva guerra, mientras arrecian los reclamos de que la ONU intervenga.

Foto tomada de www.ipsnoticias.net

Francia anunció que triplicará sus efectivos en ese país a 1.200, para apoyar a 2.500 soldados de varios países africanos que, hasta ahora, no han logrado detener un creciente estado de anarquía.

“Ya no hay servicios de seguridad estatales en Bangui (la capital) ni en el resto del país”, dijo Thierry Vircoulon, director para África Central del International Crisis Group. “La gente está librada a su suerte; solo las iglesias ofrecen algo”.

Desde que comenzaron los combates, casi dos años atrás, unas 400.000 personas se vieron forzadas al desplazamiento.

Séléka, una alianza de milicias rebeldes del norte musulmán, tomó la capital en marzo y obligó al presidente François Bozizé, al que acusaba de violar anteriores acuerdos de paz, a salir del país.

En agosto, el jefe rebelde Michel Yotodia fue nombrado presidente interino, con lo que se convirtió en el primer musulmán en ocupar ese cargo. Pero los actos de violencia no cesaron.

Cuando Yotodia anunció en septiembre la disolución de Séléka, estallaron los episodios de ataques y los saqueos, cometidos por los disgustados rebeldes.

Según Amnistía Internacional desde el derrocamiento de Bozizé, la cantidad de milicianos que se identifican como Séléka pasó de unos 5.000 a 20.000.

Hay informes de que milicianos de Séléka no hablan francés ni sango, la lengua nacional, lo cual indicaría que podrían estar llegando de países vecinos, como Sudán.

La organización Human Rights Watch (HRW) acusó a un comandante de Séléka, Abdallah Hamat, de asesinar a civiles en un ataque el 10 de noviembre contra una aldea llamada Camp Bangui.

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