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¿Por qué el impuesto a bebidas azucaradas no disminuirá la obesidad en México? (Opinión)
 
Por Lado B @ladobemx
21 de octubre, 2013
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Ruth Pedroza Islas*

Hemos escuchado que existen evidencias científicas que apoyan la argumentación de la medida. Sin embargo, lo que no nos han dicho es que hay niveles de evidencia científica, y que la relación entre el consumo de bebidas azucaradas y el incremento de peso es de evidencia moderada; y que la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ingesta de energía es de nivel limitado.

Tampoco nos han dicho que desde la década de los años 70, la dieta de los mexicanos ya era de alrededor de tres mil calorías, es decir, tenemos casi 40 años consumiendo un exceso de energía de casi mil calorías. Así que tenemos que hablar de dieta, no de un producto. En la dieta actual, el aporte energético promedio de cada componente no rebasa 7.8 por ciento, así que enfocarse en un producto es dirigirse a resultados restringidos.

A pesar de la implementación del Acuerdo Nacional para la Salud y la Alimentación en 2010, que limitó el consumo de bebidas con azúcar, la situación del sobrepeso y la obesidad infantil no mejoró como se comprobó con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut). El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para la diabetes tipo 2, que también es un problema multifactorial.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través del Centro de Ciencias de la Complejidad, ha realizado estudios con datos de la población mexicana apoyados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), considerando la complejidad de la enfermedad y los múltiples factores que pudieran estar asociados. Encontraron que la ignorancia, especialmente sobre la salud, es un factor de riesgo tan importante como lo es la obesidad. Otro factor de gran relevancia es el sedentarismo, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la cuarta causa de muerte en el mundo.

Los resultados obtenidos coinciden con los del epidemiólogo estadounidense Adam Drewnowski, quien afirma después de muchos y muy diversos estudios sobre la obesidad, que los factores de riesgo más importantes son el nivel de educación y el nivel de ingresos. Seguiremos fallando si nos mantenemos en un enfoque reduccionista, hay que atender este problema desde la complejidad, ya que no sólo se trata de una situación de nutrición.

También ha faltado considerar la actitud del mexicano frente a la comida. Se ha mostrado que sólo alrededor de 25 por ciento de los mexicanos son consumidores conscientes, es decir que se preocupan por lo que comen y cuidan sus hábitos. Esto nos remite una vez más a la importancia de la educación en salud y alimentación.

Por otra parte, el International Tax and Investment Center -organismo internacional de políticas fiscales, independiente y sin fines de lucro- asegura que el impuesto selectivo a alimentos y bebidas no alcohólicas es un impuesto reaccionario ya que los consumidores de menor poder adquisitivo gastarían mayor porcentaje de sus ingresos que los de mayor poder adquisitivo.

En México, el impuesto a las bebidas azucaradas afectaría negativamente a más de la mitad de la población. Por último, no existe garantía alguna de que con el impuesto las personas cambien sus hábitos de alimentación, esto no es obvio y no se puede predecir.

*Académica-investigadora en el programa de Ingeniería de Alimentos del Departamento de Ingeniería y Ciencias Químicas de la Universidad Iberoamericana, y miembro del consejo editorial de Hablemos claro, portal virtual que divulga información científica sobre los alimentos naturales y procesados

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