Lado B
En patera hacia Australia, “aquí no hay trabajo”
 
Por Lado B @ladobemx
02 de octubre, 2013
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Amantha Perera*

Colombo, Sri Lanka. Periodismo Humano.- Ananda, de 28 años y oriundo del sur de Sri Lanka, se decidió ante una simple ecuación económica: como nunca le alcanzaba el dinero, se jugó todo y embarcó el año pasado hacia Australia.

“Trabajaba de chofer en el taxi de tres ruedas de otra persona, y ganaba unas 25.000 rupias (180 dólares) en los meses buenos. Estaba harto”, relató Ananda (nombre ficticio).

Pagó 300.000 rupias (2.160 dólares), que obtuvo de los ahorros de su madre, y se unió a un grupo de unos 50 hombres para recorrer 6.800 kilómetros que debían insumir un mes.

Pero su viaje no duró mucho. Cerca de la medianoche abordó una embarcación pesquera a tres kilómetros de la costa, a la que llegó en bote. Para el mediodía siguiente ya estaba de vuelta en tierra firme.

“Alguien pasó el dato, y la armada estaba esperándonos apenas empezamos el viaje”, dijo Ananda, nacido en Weligama, parte del sureño distrito de Matara.

Él fue uno de los 10.000 srilankeses que el año pasado intentaron el peligroso viaje al destino australiano. Según el Departamento de Ciudadanía de Australia, 6.428 personas consiguieron ingresar a sus aguas.

Las autoridades srilankesas dicen haber frustrado más de 3.000 intentos el año pasado. Y se presume que una cantidad desconocida de personas perecieron en el mar.

Todo srilankés detenido en aguas de Australia pierde el derecho a optar por la ciudadanía aunque logre el estatus de refugiado, y se lo obliga a trasladarse a las islas Nauru o Papúa Nueva Guinea.

Ananda pertenece a la mayoría cingalesa. Apenas unos 1.000 cingaleses llegaron a Australia de este modo el año pasado. La mayor parte pertenecen a la minoría tamil del nororiente de Sri Lanka, devastado por tres décadas de guerra.

Kanan es un joven de Kilinochchi, pujante centro neurálgico de la norteña región de Vanni, pero arrasado por el conflicto que finalizó en mayo de 2009 y en lenta recuperación.

Para Kanan y muchos otros jóvenes, la mejoría es demasiado lenta.

“Aquí no hay trabajo”, dijo Kanan. El desempleo de la región es el más alto del país. Según estadísticas del gobierno, es de entre cinco y ocho por ciento, pero estudios independientes multiplican esos porcentajes por tres.

Kanan viajó en agosto hacia la costa este, y un intermediario de Kilinochchi le consiguió un lugar en una embarcación repleta.

“Pagué 100.000 rupias, el resto lo iba a poner mi familia apenas yo llegara”, dijo. El costo total era de un millón de rupias (unos 7.200 dólares). El barco naufragó seis días después de haber zarpado, y buques militares de Sri Lanka lo remolcaron hasta la costa.

Kanan volvió a su aldea natal. Sigue desempleado y soñando con una vida más próspera en otra parte.

Más allá del empleo, se decidió a viajar en un barco destartalado y sin más instrumentos de navegación que un GPS manual, en gran medida por el clima de posguerra que sigue imperando en el norte. “Para los militares y la policía siempre soy sospechoso”, explicó.

*Continúe leyendo el reportaje de la periodista Amantha Perera publicado en Periodismo Humano, en el siguiente link.

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