Lado B
¿Qué tan satisfecho estas con tu vida?
Caminamos por el mundo sin reparar en nuestro grado de satisfacción con la vida que llevamos. Son pocas las personas que hacen un alto para preguntarse si son felices o no con la vida que tienen. ¿Para qué? Dirán algunos; como quien no quiere ver la realidad por miedo a encontrar algo desagradable. Sin embargo, lo cierto es que lo que nos distingue del resto de los animales es nuestra capacidad de razonamiento. Un verdadero ser humano se pregunta continuamente sobre la realidad para entenderla mejor y actuar de la manera que le parezca más apropiada. Así, quien no se cuestiona a sí mismo y a su realidad, se aleja de la condición humana y se acerca más a la condición de la vida irracional, como la que llevan los demás animales.
Por Lado B @ladobemx
18 de septiembre, 2013
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Alexis A. Vera Sánchez

@veraalexis

Caminamos por el mundo sin reparar en nuestro grado de satisfacción con la vida que llevamos. Son pocas las personas que hacen un alto para preguntarse si son felices o no con la vida que tienen. ¿Para qué? Dirán algunos; como quien no quiere ver la realidad por miedo a encontrar algo desagradable. Sin embargo, lo cierto es que lo que nos distingue del resto de los animales es nuestra capacidad de razonamiento. Un verdadero ser humano se pregunta continuamente sobre la realidad para entenderla mejor y actuar de la manera que le parezca más apropiada. Así, quien no se cuestiona a sí mismo y a su realidad, se aleja de la condición humana y se acerca más a la condición de la vida irracional, como la que llevan los demás animales.

Una pregunta fundamental para la edificación de la persona humana es la que da título al presente artículo: ¿Qué tan satisfecho estoy con la vida que llevo hoy? Este cuestionamiento deberíamos planteárnoslo con cierta regularidad porque la vida cambia y es fácil que de repente nos encontremos en una situación que nos limita, nos reprime, nos esteriliza, nos agobia pero no la percibimos del todo. En efecto, no siempre somos conscientes de lo que en realidad estamos viviendo y, sin darnos cuenta, terminamos continuamente bajo circunstancias que jamás hubiéramos planeado o deseado.

Para aspirar a una vida mejor, el primer paso es darnos cuenta de nuestra actual realidad personal. Después, habrá que entender por qué llegamos hasta esa situación para así poder generar alternativas que den una salida o solución a lo que hoy queremos cambiar.

El arte de vivir es el arte de cambiar. Ya lo decía Darwin hace varias décadas: quien sobrevive no es el más inteligente ni el más fuerte, sino el que se adapta. Adaptarnos al cambio es más arte que ciencia y requiere -sobre todo- de humildad para aceptar que no todo lo que hoy hago está bien. El soberbio difícilmente se abre al cambio porque no acepta críticas, incluyendo las autocríticas que son fundamentales para el proceso de cambio y adaptación a una nueva situación. En efecto, la autocrítica es básica para la felicidad y supervivencia del ser humano, pero también lo es un corazón abierto a escuchar a los demás. Como bien dice el jesuita John Powell, la escucha es la habilidad básica para cambiar de visión; y cambiar de visión es fundamental para poder cambiar de actitud y comportamiento.

¿Y por qué querríamos cambiar? Porque la felicidad y la vida en este mundo no son estáticas ni eternas; al contrario, se mueven constantemente por lo que hay que adaptarse para tener éxito y hallar plenitud.

Si pudieras cambiar un solo aspecto de tu vida, ese que al cambiarlo te traería significativamente más felicidad, ¿cuál cambiarías? ¿Por qué? ¿Qué te hace falta para cambiarlo?

Resistencia al cambio.

Es más cómodo seguir como estamos y no cambiar nada, pero es mucho más peligroso. El impacto, a la larga, casi siempre recae en nuestra felicidad como individuos. Nos amargamos poco a poco y luego nos preguntamos por qué tenemos tan mal genio.

La resistencia al cambio se presenta de muchas maneras: desde el típico «ahí se va» de la cultura mexicana, «estoy bien, otros están peor», hasta conductas más destructivas como el rechazo a toda crítica que venga de otros (por muy constructiva que fuere); defender mi actuar a capa y espada; pensar que son los demás quienes deben cambiar; comportarnos como si tuviéramos el monopolio de la razón; ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, etc. Por naturaleza e instinto de seguridad somos buenos para defendernos de todo y de todos, pero esa actitud de caballero armado nos va matando poco a poco y nos cierra al mundo.

Vencerse a sí mismo.

Para cambiar debemos, en primer lugar, vencernos a nosotros mismos porque dentro de cada uno de nosotros está el primer obstáculo para movernos a una vida más plena: el lado arrogante de nuestro ego. Hay que distinguir claramente entre el amor propio que edifica al ser y el ego que lo envilece. Ese ego que nos dice que estamos bien y tenemos la razón siempre; el ego que considera que son los otros quienes deben de cambiar y no yo; el ego que nos ciega y aleja de todos porque no dialoga.

Vencerme a mí mismo es reconocer con humildad que no soy perfecto y que debo cambiar si quiero ser más feliz. El resultado de esta victoria interior es un sujeto más abierto y, sobre todo, más comprometido con el cambio que mejora a su persona. El resultado también es un sujeto con mayor plenitud porque sus relaciones humanas crecen. Cabe anotar que la principal fuente de dicha humana son las relaciones personales que se logran entablar a lo largo de la vida y, sobre todo, la calidad de estas relaciones.

Dejarnos ayudar.

Desafortunadamente, la tarea de mejorarnos como personas es muy difícil de alcanzar solos y mucho más sencilla cuando nos apoyamos en alguien capacitado para ello. Nos podemos hacer ayudar por un amigo en cuyo criterio confiemos o cuyo ejemplo de vida me inspira; también os puede ayudar un sacerdote cercano, un maestro un familiar o un profesional como un coach o un psicólogo.

También es sumamente recomendable leer textos de crecimiento humano de autores sólidos (porque hay muchas publicaciones y escritos pobres sobre el tema). En la Universidad Iberoamericana, sin duda la institución pionera en el tema en México, encontrarás bibliografía relevante en su hermosa biblioteca (que es de acceso público gratuito para consulta); también encontrarás programas de formación continua y desarrollo humano que pueden ser un excelente vehículo o catalizador de verdaderos cambios que te edifiquen como persona para ser más feliz de lo que hoy eres.

Navega mar adentro.

Sea cual sea tu ruta de crecimiento, lo importante es que decidas emprenderla; verás cómo, casi inmediatamente, tu nivel de satisfacción con la vida que llevas empieza a aumentar porque, además, el crecimiento personal se saborea y disfruta tanto como un hermoso viaje a la ciudad de tus sueños.

Blog: www.veraalexis.wordpress.com

El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en Círculo de Escritores. Sus comentarios son bienvenidos.

 

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