Lado B
QUE DIRÍA FREUD, O LA LITERATURA DEL NORTE
Sidharta Ochoa
Por Lado B @ladobemx
20 de septiembre, 2013
Comparte

 

Sidharta Ochoa

 

Cuando un editor me habló de un posible texto sobre la literatura del norte –que es inexistente, según una de sus personalidades- soñé algo que aclaró el rumbo de lo que quería escribir. Soñé que compraba una casa en lo que parecía ser mi ciudad natal – Tecate -ciudad pequeñísima y fronteriza. Desde un risco donde se encontraba mi casa se observaba la geometría euclidiana del pueblo; me instalaba con muebles nuevos y acomodaba mis cosas. Inesperadamente al caer la noche un comando armado entraba a buscarme. Confundida lograba escapar y manejaba hasta la Cruz Roja a buscar ayuda. (No, no sé por qué iba a la Cruz Roja). Ahí estaban sentados dos escritores amigos: uno norteño y otro del DF, me decían en términos confusos que debía regresar a mi casa y que debía elegir pues sólo un de ellos me ayudaría. Al final me decantaba por el escritor norteño que más tarde –en mi sueño- moriría baleado por ayudarme a recuperar mi casa.

Los norteños aferrados. Del norte vienen las revoluciones

“Ustedes los norteños son aferrados, por eso de ahí vienen las revoluciones”. Me dijo una vez un autor del D.F que es mi enemigo político y amigo entrañable al mismo tiempo. No sé si todo eso sea un hecho histórico, lo que es verdad es que somos refractarios a cualquier tradición. El sentido de Vasconcelos tal vez apuntaba que en donde empezaba la carne asada terminaba una cosmovisión del México de los Aztecas. Y eso no es necesariamente despectivo.

La plantita de Owen es igual de literaria que los balazos de la esquina.

La literatura norteña no es un artefacto del mercado: parte de una realidad cotidiana. Mis vecinos en mi casa del norte son narcos, tienen un changuito y una casa de tres pisos, como también es cierto que un amigo de la preparatoria fue torturado y enterrado vivo por sus nexos con el narco. Así que la narrativa que alude a la violencia no es mercantil, es fenomenológica.

Mi vecina en la Condesa era una anciana histérica.

Hablar de la vida nocturna no es irrelevante como tampoco lo es hablar de los efectos de una plantita olvidada en el departamento de Owen (Luiselli), o de cómo el Norte jamás escribirá la gran novela en ninguno de sus representantes (Lemus). Ninguna de las tres cosas es menos literaria que la otra. Ni la mediocridad iridiscente (Pablo Duarte) ni el Chinola Kid creado por Hilario Peña, o los juicios sumarios de Heriberto Yépez -que por cierto desde hace tiempo ya no está interesado en hacer Literatura-. Tampoco son menos literarios los personajes analizados y autoconscientes de Mayra Luna, la fiesta eterna de Rafa Saavedra, la obra de Patricia Lurent Kullnick, los cuentos de Gabriela Torre o la poesía de Oscar David López, no no son menos literarias esas realidades frente a la evocación de la Colonia Roma y los juegos estilísticos. Hay narrativas que logran trascender cualquier rasgo de lugar como lo hizo por ejemplo Julian Herbet en Canción de Tumba, autor que geográficamente se encuentra al norte.

En “el Norte” y digo norte hablando de Tijuana – donde viví casi 7 años -, se conoce lo local y lo americano. Así como local es el centro de la república para el propio centro solo que desprovisto de la conciencia de que son terruño.

El calor me impide escribir

El calor me impide escribir estamos a 42 grados. Sudo. Olvidaba lo que era escribir en este clima. ¡Oh Cabrera Infante! ¡Quiero estar de nuevo en la Condesa! Lo digo sin un gramo de ironía.

Quizá todo sea un espejismo (maya/ilusión) y la literatura del Norte no es cualitativamente distinta a la del centro pues todos los libros son Mónadas.

Pienso en libros notables, por ejemplo el de ensayo literario de Elisa Corona Aguilar o las cartoneras de Enrique Arnaud escritor de Oaxaca, narrador nato; pienso también en los versos de Sara Uribe francamente geniales. Ni norteños ni del centro. Nada, solo escriben bien y son un canto erudito y corporal, un goce del intelecto. Al fin la prosa acabada es proeza admirable que no tiene territorio.

Sidharta Ochoa (1984).

Nació en Tecate, en la frontera norte mexicana.

Es autora de los libros Tatema y Tabú (Borrador Editores, Lima) y Estética de la Emancipación (H&B).

Becaria Jóvenes Creadores del FONCA en Cuento (2011- 2012) y del Estado de Baja California en Letras (2009).

Ha colaborado para el Semanario Liberación (Suecia), Colaboratorio (Italia)  y Nuestra Aparente Rendición.

Vive en la Ciudad de México.

www.angelesidharta.blogspot.com

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion