Lado B
La reforma vive, la lucha sigue
Mucho se ha debatido y analizado sobre las protestas magisteriales organizadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) contra las reformas constitucionales y legales que ponen las bases de la reforma educativa que ha iniciado el gobierno federal
Por Lado B @ladobemx
25 de septiembre, 2013
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva 

Mucho se ha debatido y analizado sobre las protestas magisteriales organizadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) contra las reformas constitucionales y legales que ponen las bases de la reforma educativa que ha iniciado el gobierno federal.

Los medios de comunicación y las redes sociales han estado en las semanas anteriores inundados de materiales relacionados con este tema. Desde artículos y entrevistas con análisis serios de académicos y opinólogos de prestigio hasta imágenes, videos y manifiestos superficiales, prejuiciados o deliberadamente sesgados tanto a favor como en contra del movimiento de protesta que no presentan evidencias ni argumentos sino meras consignas ideológicas o falacias que buscan persuadir y ganar adeptos para uno u otro lado.

Esta saturación de información parece haber polarizado a la opinión pública y generado un gran encono entre quienes presentan a los miembros de la CNTE como víctimas, justificando todas sus acciones y exagerando cualquier acto de la autoridad en su contra y los que plantean que se trata de simples agitadores sociales y resaltan las acciones violatorias de los derechos de terceros y la violencia que sin duda apareció en algunas de sus marchas y manifestaciones, criticando la tibieza del gobierno y pidiendo “mano dura” contra este grupo magisterial.

Por otra parte, desde antes de este movimiento de protesta se generó una campaña mediática del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que continúa de alguna manera vigente, en la que contrastaba a los “maestros que sí trabajan y quieren un mejor país” –los del SNTE- y los que abandonan a su suerte a los niños y no aman a México. Los profesores buenos frente a los malos.

Esta es la imagen que parece prevalecer hoy en la sociedad mexicana: la de maestros “buenos” que están en clase y no se oponen a ser evaluados ni a todo lo que la reforma educativa en marcha plantea y los docentes “malos” que son los que no quieren evaluarse y son irresponsables porque no cumplen con sus tareas frente a los estudiantes.

Sin negar el hecho de que en los extremos hay algo de verdad en esta imagen y sin dejar de condenar de manera tajante las formas de manifestación violenta y violatoria de derechos de los ciudadanos y el chantaje político de algunos dirigentes magisteriales, resulta necesario hacer conciencia de que la realidad del magisterio en el país es mucho más compleja que lo que esta visión simplificadora nos está presentando.

Porque en la realidad cotidiana de las escuelas en todo el país, existen muchos maestros –la mayoría, pues los que se han manifestado son unos cuantos miles frente a más de un millón doscientos mil que existen en el sistema educativo- que no pueden clasificarse en uno u otro extremo de esta clasificación mediática.

Esta gran mayoría de maestros están comprometidos con su trabajo educativo, muchos de ellos respondiendo a una genuina vocación y enfrentando enormes desafíos derivados de las condiciones materiales precarias de las escuelas, de la realidad social de marginación y carencia de sus estudiantes, de la enorme burocracia de la SEP y de los controles y exigencias políticas del SNTE, de la falta de capacitación de buena calidad y de muchos otros factores que impiden obtener mejores resultados en su trabajo.

Se trata de profesionales de la educación que también viven hoy un panorama de incertidumbre, temores fundados e infundados, enojo por años y décadas de promesas incumplidas y supuestas reformas que se quedan en el papel pero no transforman las condiciones en que sucede la educación, molestia y cansancio por tantas formas de manipulación que han sufrido y siguen sufriendo por parte de la autoridad educativa y del sindicato que debería defender sus derechos.

Tal vez la sociedad prefiera pensar en que todos estos maestros están bien como están y no deberían promover ninguna causa ni lucha organizada. Quizá sea más cómodo pensar en que habría que enfrentar a los maestros que se oponen a los cambios y hacer que los demás sigan callados e inactivos.

Sin embargo hoy más que nunca es necesario aprovechar la coyuntura de la reforma educativa no para exigir que se deroguen los cambios constitucionales y las leyes reglamentarias recientemente aprobadas sino por el contrario, para subirse a esta corriente de cambios y ser actores críticos propositivos y exigentes para que a partir de estos cambios de construya una verdadera reforma educativa que abarque todas las dimensiones que se tienen que cambiar en nuestro sistema educativo.

Algunos de estos cambios que debería contener la causa del magisterio en este contexto de reforma serían:

1.-Vigilar críticamente que los cambios legales realmente impliquen la recuperación de la rectoría del sistema educativo por parte del Estado mexicano y no se conviertan simplemente en la recuperación del control del magisterio por parte del gobierno en turno. El fortalecimiento del nuevo Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) como un organismo autónomo que defina, organice y coordine la evaluación de todos los elementos del sistema educativo, entre ellos la evaluación docente tanto formativa como administrativo-laboral con independencia de la SEP y del sindicato, promover la autonomía de gestión de las escuelas y la participación social efectiva de los padres de familia son mecanismos indispensables para lograr este objetivo.

2.-Luchar por la democratización real del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), a través de una reestructura profunda que ponga las bases para la construcción de un sindicato fuerte, autónomo, participativo, transparente, con mecanismos claros de rendición de cuentas y orientado a la defensa de los derechos de los trabajadores de la educación. Se trata de evitar por todos los medios que el nuevo presidente del SNTE sea simplemente un nuevo líder incuestionable, autoritario y asociado con el poder que repita la historia de los líderes magisteriales anteriores hasta que en unas décadas, cuando estorbe al gobierno en turno, sea destituido como ahora lo fue Elba Esther Gordillo.

Este punto incluye también la redefinición y reestructuración profunda de la CNTE que requiere indudablemente una actualización tanto en su definición conceptual como organización opositora de un sindicato corporativo gubernamental que ya no existe, como en sus formas de organización y su concepción de la educación.

3.-Trabajar activamente para exigir y proponer una reforma radical del sistema de formación inicial de los docentes del país y de los mecanismos de formación y actualización permanente de los profesores en servicio. La formación inicial de los docentes debe responder a las exigencias de una educación universitaria de alta calidad y con visión internacional y los programas de formación y actualización deben estar a la altura de las necesidades reales de los profesores y del nivel de conocimientos y métodos de vanguardia a nivel internacional, dejando de ser una mera repetición o multiplicación de cursos que se imparten de manera mecánica y endogámica año con año.

4.-Luchar porque el gobierno proporcione las condiciones materiales dignas que requiere una actividad en la que está en juego la formación de los futuros ciudadanos de este país. La infraestructura y equipamiento de las escuelas debe ser parte de una reforma educativa integral para la que apenas se han puesto las bases legales pero que tiene todavía que definirse y concretarse.

5.-Trabajar propositivamente en la revisión, evaluación y en su caso, modificación de los planes de estudio para tener un marco curricular acorde con las exigencias de una educación a la altura del siglo XXI. Si bien la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) y de la Educación Media Superior (RIEMS) son relativamente recientes, cabe hacer una revisión y evaluación a la luz de la sistematización de la experiencia de los docentes que las han instrumentado para hacer los ajustes que resulten necesarios.

Porque parafraseando una muy usada consigna: la reforma vive pero la lucha sigue porque la verdadera transformación de la educación de nuestro país está aún lejos de haberse logrado y los mejores maestros no son los que aceptan indiferentes los cambios que llegan “de arriba” sino los que se organizan para cuestionar inteligente y críticamente y para proponer de manera responsable los elementos que se requieren para que estos cambios normativos se traduzcan en políticas públicas y acciones institucionales coordinadas para mejorar la formación de los niños y jóvenes con miras a construir el país que queremos y merecemos.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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