Lado B
House of Cards o cómo aprendí a temerle (más) a los políticos
Si hay algo en este mundo que puede ser considerado como una verdadera historia de terror es el mundo de la política, el ver la forma en como la gente que tiene el “poder” hace todo para obtenerlo, mantenerlo y evitar que se lo arranquen de las garras.
Por Lado B @ladobemx
22 de septiembre, 2013
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Amira George

Si hay algo en este mundo que puede ser considerado como una verdadera historia de terror es el mundo de la política, el ver la forma en como la gente que tiene el “poder” hace todo para obtenerlo, mantenerlo y evitar que se lo arranquen de las garras.

Esos juegos de manipulaciones entre los propios políticos que se transfieren directamente a la gente, cómo se escoge al nuevo César tras las cortinas y se hace parecer que la gente participa en la democracia para escoger a quienes los representan. Terror en verdad.

Tomar este concepto y hacerlo una serie de televisión puede sonar demasiado aventurado, porque no sabes qué poderoso se podría sentir aludido y buscaría matar este proyecto antes siquiera de que viera la luz del día, sólo para poder mantener su nombre e imagen relativamente limpios.

Por eso, hay que agradecer a los siete dioses la existencia de Netflix la cual en su sabiduría decidió invertir en este proyecto, el cual fue su primer producción original y que dio cabida a otros tantos ejercicios de esta página de renta de películas por internet: House of Cards.

La idea de hacer series inspiradas en el mundo de la política no es nueva, e incluso ha habido casos exitosos como la aclamada The West Wing -la cual confesaré no he visto, pero está en mi top de cosas que tengo que ver antes de morir-, pero cuando combinas este concepto con el ingenio de un buen productor salen cosas buenas, muy buenas.

HouseofCards1La serie está basada en un programa inglés que llevaba el mismo nombre, pero fue adaptado al universo de la política de Estados Unidos por Beau Willimon, un escritor de larga trayectoria que fue respaldado por David Fincher, ese que en los noventas nos trajo joyas como 12 Monos y Seven, y más recientemente sacó The Social Network y The Girl With The Dragon Tattoo, quien en esta ocasión colaboró como productor ejecutivo de la serie. Desde ahí la cosa ya promete mucho.

La historia gira en torno a Frank Underwood, un miembro de la casa de representantes -lo que en México sería la Cámara de Diputados-, quien apoyó al presidente de Estados Unidos durante su campaña con la esperanza a ocupar algún puesto en la Casa Blanca, pero al ser ignorado por el comandante en jefe para formar parte de su equipo de trabajo comienza una estrategia con visión a largo, muy largo plazo para lograr lo que quiere.

El personaje principal es interpretado por Kevin Spacey, quien en mi opinión muy personal da una de sus mejores actuaciones de toda su carrera, al darle este tono oscuro y bizarro a este político, al cual muchos relacionamos con gente de la vida real, a quien a pesar de ser un verdadero hijo de la chi… no podemos evitar amar.

La primera escena del primer capítulo da el tono de la serie a mi parecer. Vemos a Frank en la calle con el perro de sus vecinos el cual acaba de ser atropellado, voltea a la cámara y da un pequeño monólogo acerca de los tipos de dolor en este mundo y cómo a veces es necesario que alguien haga lo necesario en situaciones extremas. Este discurso define a la perfección el personaje y la serie en general.

Claro, al tratarse del mundo del a política no puede faltar el reportero que sigue el tema. En este caso de trata de Zoey, una reportera relativamente novata que lo que más quiere en este momento tan joven de su carrera es hacerse de un nombre, lo cual la hace una pieza perfecta más en el tablero que Frank acomoda y desacomoda a su gusto.

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