Lado B
No Tendrás Rostro de David Miklos
En No tendrás rostro hay una voluntad explícita de difuminar la anécdota hasta volverá inasible y llevar al lector por derroteros en los que resaltan la cadencia de la prosa y el fraseo breve.
Por Lado B @ladobemx
30 de agosto, 2013
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Alejandro Badillo

Es inevitable pensar en la Nouveau Roman después de leer No tendrás rostro, la novela más reciente de David Miklos (Texas 1970). Los postulados de esta vanguardia literaria plantean un alejamiento de la novela tradicional, aquella enfocada en la construcción minuciosa de anécdotas, personajes y escenarios. Las obras de autores identificados con la Nouveau Roman como Marguerite Duras o Alain Robbe-Grillet rompían con la tradición poniendo como personaje principal a la atmósfera y los cambios en las perspectivas del narrador. En No tendrás rostro hay una voluntad explícita de difuminar la anécdota hasta volverá inasible y llevar al lector por derroteros en los que resaltan la cadencia de la prosa y el fraseo breve.

Tusquets editores, 1era edición 2013.

Tusquets editores, 1era edición 2013.

Hay autores de un solo libro. En este caso David Miklos continúa un camino andado desde su primera novela, La piel muerta, en la que se establecían las coordenadas de su prosa atmosférica y plena de simbolismos. A pesar de esta vocación no se puede hablar de un estancamiento estilístico en el autor. Obras como Brama publicada en el 2012 mostraban personajes menos nebulosos y un peso mayor en el erotismo. En este caso No tendrás rostro parece un híbrido de estas dos búsquedas. Como sucede en las historias de Miklos hablar de la anécdota no sirve de mucho. Similar a los autores de la Nouveau Roman la apuesta es encandilar al lector con los sentidos y con una ambigüedad que se hace más evidente conforme transcurren las páginas.

No tendrás rostro se sumerge en varias historias: la principal es la de Fino, La Rusa y Blumenthal. Miklos se regodea en lo subjetivo: no hay mayor identificación del tiempo y el espacio en el que se desarrollan las acciones, sólo hay identificaciones genéricas como El Territorio o El Palomar. Esto crea un efecto mítico, una atmósfera íntima concentrada en diálogos breves. La Rusa y Fino gozan de breves encuentros sexuales; alrededor de ellos gravitan el origen de sus vidas, la historia de un suicida y, conforme avanza la lectura, un viaje a otro territorio que descubre escenarios destruidos por la violencia. En el otro Territorio, el lugar al que llega, Fino se adentra en un mundo cuyo peso recae en el rito: mandamientos que obligan a no derramar líquidos vitales. A veces, muy de vez en cuando, aparece alguna referencia al mundo moderno que transforma ese ámbito primigenio en apocalíptico.

Con No tendrás rostro David Miklos muestra que las obsesiones en la escritura no implican necesariamente la repetición. Decantar temas como el erotismo, la búsqueda del origen y la soledad también significa llevar la literatura a límites más profundos.

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